THE ASIAN DOOR: Made in China 2025 en el radar de los aranceles de Trump. Águeda Parra

Una de las grandes claves que marca la era Xi es la apuesta de China por la innovación. Entre los futuros titulares que puedan resumir el s.XXI, muy posiblemente aparecerá la figura de China como gran impulsor de las nuevas tecnologías y su aplicación a modelos de crecimiento económico. Modelos que, basados en la economía digital, permitirán al gigante asiático potenciar el desarrollo del país muy por encima de cómo ha venido siendo hasta el momento.

Aunque las grandes economías desarrolladas no terminan de asumir que el gigante asiático forma parte del grupo de potencias que apuestan por el desarrollo tecnológico como elemento clave de transformación, la verdad se impone y China ha llegado al ecosistema de la economía digital para quedarse. Pero no como mero observador pasivo de los avances que otros actores impulsan, sino como promotor de lo que se ha venido a denominar como economía digital.

El paradigma de China es que cuánto más rápido avance en adaptar su modelo de desarrollo a la economía digital, más rápido conseguirá transformar las empresas nacionales en entidades más competitivas, más globales y mejor posicionadas en la cadena de valor. El Made in China pasará a convertirse en un concepto obsoleto del modelo de crecimiento económico, evolucionando al Designed in China, para lo cual el presidente Xi ha impulsado varias iniciativas donde el desarrollo en economía digital es el principal objetivo.

Destacan el XIII Plan Quinquenal de China (2016-2020), la iniciativa Made in China 2025, concebida en 2016, el Plan de Desarrollo de la industria robótica (2016-2020), y el Plan de Implementación a 3 años de la Inteligencia Artificial como parte de la iniciativa “Internet Plus”, lanzado en 2016. El uso de las tecnologías de la información como el Big Data, el Cloud Computing y la Internet de las Cosas (IoT) son ya parte fundamental de la transformación que están experimentando las industrias tradicionales chinas, que alcanza a los sectores de la manufactura, las finanzas, la agricultura y la medicina.

De todas, la iniciativa con mayor momentum en 2018 es Made in China 2025 “中国制造 2025”. Aunque inspirada en el modelo “Industria 4.0” de Alemania, que busca “fábricas inteligentes” a través de aplicar las tecnologías de la información a la producción, el modelo chino es aún más ambicioso, con cuatro grandes diferencias. La primera, Made in China 2025 no es sólo innovación, sino que se enfoca a todo el proceso de manufactura. La segunda, la iniciativa se extiende a todo tipo de empresas, avanzadas, tradicionales y de servicios. La tercera, cuenta con gran involucración gubernamental y, por último, se han establecido medidas específicas de innovación, calidad, manufactura inteligente y producción verde.

Con ello, Made in China 2025 alcanzará una producción de contenido nacional de componentes y materiales básicos del 40% en 2020, y del 70% en 2025. La creación de 15 centros de innovación en manufactura en 2020, que llegarán a 40 en 2025, será determinante para favorecer que las industrias chinas den este “gran paso adelante” hacia la transformación digital, valiéndose del mejor talento nacional para conseguirlo.

La mano está tendida a que la inversión extrajera participe de la iniciativa, a través de joint-venture con empresas de nuevas tecnologías de información avanzadas, de robótica, del sector aeroespacial y aeronáutico, de equipamiento marítimo, de transporte ferroviario, de vehículos de energías renovables, de equipos de energía, de equipamiento agrícola, de nuevos materiales, y de Biofarma, que componen los 10 sectores más relevantes de la iniciativa.

Sin embargo, la posibilidad de que se establezca este tipo de cooperación entre China y las empresas americanas no parece muy factible, una vez que la guerra de aranceles abierta entre Estados Unidos y China parece tener a la iniciativa Made in China 2025 en el punto de mira. No existe tanta preocupación por el desequilibrio comercial entre ambos países, sino el miedo de Washington por el avance tecnológico de su rival.

Aún cuando las políticas de Trump consigan reducir el déficit comercial récord de 375.000 millones de dólares que Estados Unidos alcanzó en 2017 con el gigante asiático, y que con esta táctica pretende reducir en 100.000 millones de dólares, el objetivo principal es frenar a Xi y su iniciativa de desarrollo tecnológico que representa Made in China 2025. Si el gigante asiático llegara al año 2025 con un potencial tecnológico similar al de Estados Unidos, supondría que la distancia entre ambas potencias se habría reducido tanto como para que ambas ya jugaran en la misma liga sin diferencias. (Foto: Firestartr, Flickr)

 

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Agueda Parra Perez

Agueda Parra es Doctora en Ciencias Políticas y especialista en Relaciones Internacionales, Sinóloga e Ingeniera Técnica de Telecomunicación. Gran apasionada de Asia, del arte asiático y de la cultura china, disfruta conociendo nuevos destinos y parajes en esas latitudes que son una ventana abierta a una visión fascinante del mundo. Continúa profundizando en el aprendizaje del idioma chino y todo aquello que Asia pueda aportar.
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