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Acción de Gracias, una nación. Nieves C. Pérez Rodríguez

por: Nieves Pérez Rodriguez
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El gran día que agrupa a personas, sin importar sus creencias religiosas y/o políticas en los Estados Unidos; el festejo que moviliza más ciudadanos a lo largo y ancho del país, para dar gracias. Este año en concreto las cifras hablan de unos 54.3 millones de viajeros para unirse a la celebración con sus familias, o en su defecto con amigos para agradecer por todo aquello que forma parte del ser humano. ¿Pero de donde y por qué se dedica un día de Acción de Gracias?

El origen de Acción de Gracias en Estados Unidos se remonta a la llegado de colonos ingleses a Plymouth -Massachusetts-, donde desembarcó el Mayflower a finales del 1620 cargado con 102 pasajeros. Pero que debido a las diferentes condiciones de su lugar de origen, más de la mitad perecieron durante el primer año debido al duro invierno, el desconocimiento del lugar y cómo cultivar la tierra. Cuenta la historia que un indio nativo visitó al asentamiento inglés y al darse cuenta de las condiciones decidió enviarles a Squanto, un miembro de la tribu pawtuxet que les enseñó a sobrevivir en ésta región, y a quien se le atribuye el establecimiento de una alianza de paz que duró más de cincuenta años entre nativos e ingleses.

Una vez que los colonos consiguieron una primera cosecha gracias a la ayuda de Squanto, el gobernador inglés decidió invitar a un grupo de indios aliados a celebrar el éxito en noviembre de 1621. Hecho que inspira que la institucionalizón de la celebración tenga lugar el cuarto jueves de noviembre. Sin embargo, no se convirtió en una fiesta nacional hasta mucho más tarde en la historia.

Sarah Jopeha Hale fue una prominente escritora del siglo XIX, a la que se conoce por la publicación de novelas en las que defendió la libertad de los esclavos, así como también por la promoción del uso de árboles decorados para la navidad, e incluso el vestido blanco para la novia que va al altar.  Fue editora de la revista más importante para mujeres antes de la guerra civil, desde donde defendió el derecho de la educación femenina, pero pegada siempre una línea conservadora, muy distante de la feminista. Hale se convirtió en un referente para la clase media del momento, sobre todo para las mujeres.

Hale dedicó muchos de sus editoriales a pedir la institucionalización de la celebración de Acción de Gracias. En sus artículos explicaba que ya se celebraba en algunos lugares de manera informal y sin tener un día determinado. Además, propuso el protocolo que debía seguirse en vestir la mesa y el menú de la celebración del gran día, que incluía un pavo relleno, una tradición de su lugar de origen -New England- junto con pastel de calabaza que tan bien representa el otoño de la costa este de los Estados Unidos.

Sarah Jopeha Hale en una carta le pidió al presidente Abraham Lincoln la declaración de un día de acción de gracias, misiva que Lincoln respondió con la institucionalización del día nacional en 1863: “invito a mis conciudadanos en todas partes de los Estados Unidos, y aquellos que están en el mar o viajando a tierras extranjeras a conmemorar el día de Acción de Gracias”.

Algunos historiadores sostienen que la razón que llevó a Lincoln a incorporar está fiesta en el calendario de la nación en ese año, en medio de la guerra civil estadounidense, fue enviar un mensaje pacificador y de unión a los ciudadanos.

El mensaje central de esta tradición es “el agradecimiento”. Estar agradecido por la vida, la familia, el trabajo, la salud; en general, las cosas del día a día. En una sociedad como la estadounidense, donde el gran grueso de la población es inmigrante, o al menos pertenecen a algún otro grupo o región del mundo, Acción de Gracias es un día que neutraliza cualquiera de esas diferencias en una identidad única. Una curiosa tradición que tiene un efecto contagioso entre los visitantes y los recién llegados al país, sin importar el tiempo que lleve alguien en Estados Unidos, se incorporan a esta celebración como parte de su nueva vida.

Como ocurre casi siempre, cada grupo acaba haciendo su propia versión de los manjares que se sirven. Por ejemplo, los centroamericanos sustituyen el pavo por un pollo grande relleno, además de incorporar algunos de los panecillos característicos de su región. Los asiáticos incorporan algún platillo con arroz y sabores más del Pacífico. Pero incluso dentro de los mismos estadounidense pueden encontrarse variantes en los alimentos y cómo se preparan.

Un buen ejemplo es que los Estados del sur, en vez de asar el pavo lo fríen en los jardines traseros de las casas en unas cazuelas gigantes cuya capacidad permiten la inmersión de semejante ave cuyo peso promedio oscila 14 kilos.

La comida puede variar ligeramente, pero lo realmente interesante es que una nación entera, con más de 300 millones de habitantes, se paraliza y toma el tiempo de juntarse para celebrar las cosas positivas de la vida. Y, a pesar de que el país se encuentra en un momento de particular división política, Acción de Gracias consigue neutralizar esas diferencias con el propósito de festejar el agradecimiento en compañía. Algo que puede resultar curioso y hasta difícil de comprender en otras cultura.

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