Home Asia Transición Imperial en Tokio, fin de la era Heisei. Nieves C. Pérez Rodríguez

Transición Imperial en Tokio, fin de la era Heisei. Nieves C. Pérez Rodríguez

por: Nieves Pérez Rodriguez
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Tokio.- La monarquía hereditaria más antigua del planeta es la japonesa. Los emperadores han sido parte fundamental del Estado y del mantenimiento de las tradiciones. Y hasta la modernización del Estado japonés a mediados del siglo XX, se le consideraba como una especie de sumo sacerdote, por ser mediador entre los hombres y la divinidad. Cuenta la leyenda que el carácter divino tiene su origen en el primer emperador, que era hijo de un dios.

En la constitución de 1947 se refunda el Imperio japonés, después de la derrota que sufrió en la Segunda Guerra Mundial, y se estableció que el ocupante del trono del Crisantemo tiene una figura más simbólica y tradicional, que mantiene y ratifica la esencia de la sociedad nipona, sin otorgar poderes o responsabilidades políticas.

El artículo 1 reza literalmente: “El emperador es el símbolo del Estado y de la unidad del pueblo, derivando su posición de la voluntad del pueblo en quien reside el poder soberano”.

El poder político reposa en la “Dieta nacional” o parlamento que es elegido por el pueblo y que a su vez elige el gabinete de gobierno, compuesto por el Primer ministro y los ministros que son ratificados simbólicamente por el Emperador.

El 30 de abril oficialmente tendrá lugar la toma de posesión del nuevo emperador, el actual príncipe Naruhito, hijo del emperador Akihito. Una sucesión de poder inusual, pues según la tradición japonesa los emperadores dejan de serlo al momento de su fallecimiento, cuando se nombre el nuevo en suceder el trono, junto con el nombre de la nueva era que comienza en la nación nipona.

La abdicación del emperador Akihito -emperador número 125 de Japón- se hizo pública en el 2016, cuando él mismo manifestó su deseo de retirarse debido a su delicado estado de salud y avanzada edad. El último emperador japonés en abdicar fue el Emperador Kokaku en 1817, hace un poco más de doscientos años.

Dado la peculiaridad de la transición se elaboró una ley minuciosamente estudiada que determinó cómo se haría, y se acordó que al emperador Akihito y su mujer la emperatriz Michiko se les concediera el título de Emperadores Eméritos mientras vivan. De esta manera La Era Heisei o lo que es lo mismo “la era de la creación de la paz” llega a su fin, después de 31 años.

 Del nuevo emperador, de 59 años, casado con una común -tal y como lo hizo su padre- se espera que mantenga la continuidad y la estabilidad que brindó su padre después de los estragos de la Segunda Guerra Mundial, por lo que la era que comienza con Naruhito es la Reiwa que significa “hermosa armonía”, lo que denota el profundo deseo japonés de mantenerse alejado de actos bélicos -tal y como lo contempla su Constitución-y seguir el camino próspero y altamente civilizado que les ha permitido llegar a ser una potencia económica.

Los cambios de era en Japón son parte de su historia. De hecho, ha habido más eras que emperadores, y eso se debe a que han cambiado eras después de tragedias naturales o sucesos traumáticos. Para la cultura es una manera de resetear su actitud social y emprender un nuevo camino renovado. Por esa razón, la decisión del nombre de la nueva sucede en estricta confidencialidad. No depende de la Casa Imperial, sino del gobierno. Se siguen tradiciones para poder tomar la decisión, se sabe que las discusiones toman meses y que se consultan expertos en literatura japonesa y china, y que el nuevo nombre busca reflejar los ideales de la sociedad nipona del momento. Además, debe ser una palabra corta que pueda ser utilizada en la papelería oficial, transacciones comerciales, en la moneda, y en los calendarios que comenzarán en este caso, el 1 de mayo en que oficialmente comienza la Era Reiwa.

Japón es una nación de profundas tradiciones y arraigos. El emperador representa una de esas tradiciones y, por lo tanto, es importante para sus ciudadanos, aunque sea básicamente un símbolo. La sociedad japonesa es increíblemente avanzada, hasta el punto de que es capaz de cambiar para avanzar. Sucedió después de la Segunda Guerra Mundial, a pesar de haber librado múltiples batallas, muchas de ellas ganadas, entendieron que era necesario renunciar a ello y persistir en la paz. La toma de posesión del nuevo emperador y su Era Reiwa dejan por sentado a priori que ese es el camino que desean seguir, el mantenimiento de la armonía y el bienestar de la sociedad, siempre de la mano de la mesura exquisita, que tan bien representa a los japoneses.

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