INTERREGNUM: Cumpleaños en Pekín. Fernando Delage

El 1 de octubre la República Popular China cumple 70 años. “China se ha puesto de pie”, dijo Mao asomado a la plaza de Tiananmen en 1949, después de quince años de guerra y de décadas de anarquía territorial. El paréntesis abierto por la caída de la última dinastía imperial en 1911 lo cerraron así un Partido comunista y un líder, Mao Tse-tung, que aseguraron la unificación nacional. Pero el imperativo de la reconstrucción interna y el contexto de la Guerra Fría se tradujeron en el aislamiento internacional del nuevo Estado. Incluso la relación de Mao con Stalin, en teoría su gran aliado, no pudo ser más gélida.

Las sucesivas campañas revolucionarias de Mao durante las décadas siguientes situaron al país ante el riesgo de una nueva fragmentación. Hubo que esperar a la muerte del Gran Timonel en 1976 para que otro líder, Deng Xiaoping, restaurara la estabilidad mediante una estrategia de desarrollo económico apoyada en la apertura al mundo exterior. Cuarenta años después, los resultados son bien conocidos: lejos de estar aislada, es la economía mundial la que ha pasado a depender en no pequeña medida de China. No es casual por tanto que, coincidiendo con el aniversario, Pekín hiciera público el viernes pasado un Libro Blanco titulado “China y el mundo en la nueva era”.

Mao no reconocería el contenido de este texto, elaborado por el Partido del que fue uno de los fundadores, como tampoco podría creerse el estatus global adquirido por la República Popular. La paradoja, con todo, es esa contradicción no resuelta entre el mundo abierto y basado en reglas liberales que ha permitido el crecimiento chino, y la rigidez política interna. Es la naturaleza del régimen lo que también explica no pocas de las dificultades que acompañan la celebración.

En su cumpleaños, la República Popular se encuentra cerca de superar los 74 años que duró la Unión Soviética, el más prolongado sistema autoritario hasta la fecha. El secretario general del Partido Comunista, Xi Jinping, en el poder desde finales de 2012, tiene sobrados motivos para presumir de sus éxitos. Sin embargo, tiene que gestionar una agenda cada vez más compleja, incluyendo asuntos no previstos como la guerra comercial y tecnológica con Estados Unidos o las revueltas en Hong Kong, y el impacto de estas últimas sobre la aún pendiente reunificación de Taiwán. Si otra larga lista de problemas—como las consecuencias del envejecimiento de la población, la sostenibilidad del crecimiento, el medio ambiente o la corrupción—puede haber llevado a una recentralización del poder como instrumento para su resolución, el personalismo del liderazgo de Xi, quien ha suprimido los mecanismos diseñados en su día por Deng para evitar la irrupción de un nuevo Mao, está creando otros nuevos.

Un Partido Comunista defensor de la globalización y de un libre mercado mundial, ha conducido a China a una prosperidad sin precedente que le ha permitido recuperar su posición histórica como principal potencia asiática. Sin que su legitimidad esté en discusión, las circunstancias vuelven a poner encima de la mesa la siempre aplazada reforma política. Los dirigentes chinos que sucedieron a Mao entendieron que las reformas económicas resultaban indispensables para la estabilidad social. Aunque hoy resulta inimaginable, ¿optarán por la modernización política antes de celebrar el centenario de la República en 2049? (Foto: Karen Horton)

THE ASIAN DOOR: La nueva Ruta de la Seda a través del Mecanismo 16+1. Águeda Parra

El hecho de que la nueva Ruta de la Seda tenga como punto final Europa, a través de la ruta terrestre por vía férrea y también desde la vía marítima, ha hecho intensificar la labor diplomática del gigante asiático en el viejo continente. Aunque de una forma integrada todos los países miembros de la Unión Europea (UE) están representados en las relaciones bilaterales con China a través de la Comisión Europea, la estrategia de “divide y vencerás” ha sido la opción elegida por el gigante asiático para tener una política exterior individualizada con los países de la Europa Central y Oriental, conocidos también por su acrónimo, PECO.

El Mecanismo 16+1 es la plataforma creada por China en 2012 para reunir a los países PECO, 11 países pertenecientes a la UE y 5 países de los Balcanes Occidentales, en un grupo de trabajo que fomente el incremento del comercio y las inversiones bilaterales, contando con la UE como observador. Las medidas de restricción aplicadas en la UE después de la crisis financiera de 2008 promovieron que estos países encontraran en la vía China una opción paralela de conseguir un mayor desarrollo económico a través de las inversiones y el comercio con el gigante asiático. De ahí que recientemente Grecia haya decidido unirse a la plataforma, pasando a denominarse con la adhesión del nuevo miembro Mecanismo 17+1. Con este movimiento, Grecia conseguirá gracias a su cercanía con el resto de países integrantes a la plataforma integrarse dentro de las políticas de comercio y de inversión que está promoviendo China en la región.

Previo a la incorporación de Grecia en la plataforma, para China el Mecanismo 16+1 suponía la herramienta perfecta para promover su iniciativa estrella, la nueva Ruta de la Seda. La inversión en infraestructuras de transporte está especialmente diseñada para impulsar la conexión entre estos países, de modo que favorezca una mayor capilaridad de los productos chinos cuando alcanzan Europa por la ruta terrestre. Con la adhesión de Grecia, China suma a su enfoque geoestratégico dentro del Mecanismo 16+1 la Ruta de la Seda Marítima. Se trata de conectar el puerto de El Pireo, proyecto insignia de las inversiones chinas en el Mediterráneo, con el corazón de Europa a través de las infraestructuras desplegadas a través de estos países. Junto con la componente comercial y de inversión, el incremento de la influencia geopolítica de China en Europa es otro de los factores de interés para el gigante asiático, consiguiendo que estos países no siempre estén alineados con las políticas dictadas desde Bruselas, principalmente en cuestiones relacionadas con la denuncia de la situación de los derechos humanos en China.

La evidente desigualdad de tamaño entre los países con respecto a China ha propiciado una relación más inclinada a favorecer los intereses del gigante asiático, generándose un volumen mayor de exportaciones de productos chinos hacia estos países que los flujos que se generan en sentido contrario. Aunque el comercio entre China-PECO fue mucho más intenso en los primeros años, relajándose en estos últimos años, entre 2012 y 2018 creció un 8,1%, desde los 56.100 millones de dólares que se registraban en 2012 a los 89.300 millones de dólares de 2018. Unas cifras que se alejan bastante del objetivo inicial que aspiraba a alcanzar un volumen de comercio de 100.000 millones de dólares. Esto supone que incluso en el caso de los países de los Balcanes Orientales, la UE sigue siendo el socio comercial principal, suponiendo más del 70% de todo el comercio, mientras que China se sitúa como segundo socio con algo más del 5%. Desde el punto de vista de las inversiones, las empresas chinas de forma conjunta han destinado más de 12.000 millones de dólares a fomentar el desarrollo de infraestructuras de transporte y proyectos de energía, principalmente.

Después de pasados siete años desde que se lanzara la iniciativa, la percepción de los países es que los resultados de esta colaboración con China no han resultado tan rentables como en un principio pensaban. Principalmente por la falta de alineación de los objetivos económicos a corto plazo planteados por la plataforma 16+1 con la visión estratégica a largo plazo con la que China ha diseñado su vinculación con estos países. Mientras China sigue apostando por impulsar sus objetivos vinculados con el desarrollo de la nueva Ruta de la Seda, las barreras comerciales y de inversión que restringen las operaciones en China ha hecho surgir el escepticismo entre los países de la plataforma.

La posición geopolítica y geoestratégica que le proporciona a China el grupo de los 16+1 requiere que el gigante asiático busque fórmulas innovadoras para seguir manteniendo activos los intereses de los integrantes de la plataforma. Principalmente porque no todos los países integrantes muestren el mismo nivel de simpatía hacia China. Según un estudio, los participantes más activos y con mayor liderazgo dentro del Mecanismo 16+1 son la República Checa, Hungría, Polonia y Serbia. Entre los socios más ambiciosos se encuentran Bulgaria, Letonia, República de Macedonia del Norte, Rumanía y Eslovenia. El tercer grupo está formado por los seguidores, formado por Croacia, Estonia, Lituania y Eslovaquia, mientras que los menos activos son Albania, Bosnia-Herzegovina y Montenegro. Puesto que las iniciativas chinas no aseguran automáticamente una actitud positiva entre los países, como tampoco sucede con los fondos y la inversión destinada por la UE a estas regiones, la situación plantea una revisión del enfoque tanto por parte de China como de Europa para conseguir que el Mecanismo consiga sus objetivos mientras se preservan las reglas y las leyes que garantizan una Europa unida. (Foto: Martino Monti)

Australia y Estados Unidos consolidan su alianza. Nieves C. Pérez Rodríguez

La visita del primer ministro australiano, Scott Morrison, a Washington ha sido una de las más ceremoniosas y cuidadas que ha organizado la Administración Trump, incluidos todos los honores protocolarios, la revista de tropas y la cena oficial que tuvo lugar en los jardines de la Casa Blanca, acompañada por músicos que llenaron múltiples lugares del famoso oasis y una iluminación especialmente diseñada para la ocasión que marcaba diferencia a otras galas de este tipo.

Esta es la segunda visita de Estado en la que Trump y la primera dama fueron los anfitriones. La anterior fue la visita del presidente francés Macron y su mujer. Y en esta ocasión se notó más opulencia que en la anterior. Además del ostentoso recibimiento en la capital del país, la visita incluyó un viaje a Ohio para visitar una cartonera sostenible de origen australiano que es la quinta más grande en los Estados Unidos y que acaba de hacer una inyección económica millonaria que se traduce en 5.000 nuevos empleos en ese Estado.

En los discursos de ambos líderes se remarcó la importancia que tiene generar empleos y cómo ellos contribuyen a que la economía se mantenga a flote. Así mismo fue visible ver las coincidencias en ambos líderes en una visión similar de mercado, donde se genera trabajo y se bajan impuestos para garantizar el bienestar del ciudadano.

Tanto Trump como Morrison son líderes un tanto controvertidos en sus formas, lo que les permite entenderse y estar cómodos el uno con el otro. Ambos, situados en ideologías conservadoras, aprovecharon el momento para elogiarse por su visión en políticas económicas.

Morrison asumió el cargo de Primer Ministro en 2018, aunque cuenta con experiencia política previa. Hijo de un policía que creció en las afueras de Sydney, es visto como un hombre de familia que entiende los valores tradicionales de los suburbios australianos.

La anterior visita de un primer ministro australiano a Washington fue en 2006, durante el mandato de George W. Bush, por lo que esta vez se aprovechó para afianzar alianzas y cercanías entre Washington y Sydney.

En esta ocasión los temas claves que se abordaron fueron asuntos de inteligencia, militares y asuntos económicos con especial énfasis en la región del Indo Pacífico.

Australia está invirtiendo más de 100 millones de dólares en un programa de la NASA que consiste en otro lanzamiento al espacio en el programa estadounidense a Marte. Australia quiere ampliar su sector espacial, triplicar su tamaño y, tal y como afirmó Morrison, generar 20.000 empleos adicionales para el 2030. La NASA y la Agencia australiana espacial trabajaran en conjunto para el desarrollo de estos programas de investigación y ejecución.

Cabe mencionar que la agencia espacial Australia fue fundada en julio del 2018, después de muchos años de intentos por los defensores de la industria en Australia y presión para que así fuera. Cuenta con un irrisorio presupuesto anual de 9.8 millones de dólares. Y este anuncio hecho en el marco de la visita de Morrison deja claro la prioridad que ocupa este sector en su gobierno y lo afín que están con los estadounidenses en esta materia, que es considerada crítica en la seguridad nacional y la hegemonía mundial.

El fin de semana lo cerró Trump en un evento cultural que tuvo lugar en Texas en el que participó junto con su homólogo indio Narendra Modi, y que contó con 50.000 participantes, lo que es un número extraordinariamente numeroso para una concentración de un líder extranjero en territorio estadounidense. El simple hecho de que Trump asistiera y compartiera escenario con Modi en un lugar mayoritariamente demócrata, es una muestra de la importancia que tienen el Indo Pacífico para su Administración.

Trump es un presidente atípico, tanto es así que después de tres años seguimos insistiendo en sus formas burdas y muy poco diplomáticas, en sus controvertidos comentarios e incluso en su poca información y cultura en temas claves para los Estados Unidos, pero, a pesar de todo esto, parece no estar tan equivocado en su guerra comercial con China como mecanismo de freno a tantas irregularidades. Así como tampoco parece equivocarse en consolidar la alianza Washington con Sydney que oportunamente puede jugar un rol en el Pacífico y en la necesidad de poner freno a Beijing en la región, y con consecuencias en el resto del mundo.

INTERREGNUM: Entre EE UU y China: dilemas europeos. Fernando Delage

Durante la era bipolar, Europa tuvo que acostumbrarse a vivir entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Aunque se trataba de una rivalidad ideológica y geopolítica que se extendía a todo el planeta, era el Viejo Continente—dividido durante algo más de cuatro décadas—, el que se encontraba en el centro de su competencia. En el siglo XXI, Europa no está dividida en dos bloques, pero tampoco se encuentra en el centro de las relaciones internacionales. Y es la relación entre Estados Unidos y China la que determinará en gran medida su posición en el mundo.

Esta reconfiguración de los equilibrios de poder crea en consecuencia nuevos dilemas a los europeos. ¿Puede la UE afrontar los desafíos a su seguridad—como los creados por una Rusia revisionista, por ejemplo—sin Estados Unidos? ¿Se ha llegado al fin de una era en las relaciones transatlánticas, o podrán éstas recuperarse tras la marcha de Trump de la Casa Blanca? ¿Coinciden la percepción e intereses europeos con respecto a China con los de Washington? Aunque parece haber más preguntas que respuestas, Europa tiene que articular una estrategia que le permita defender sus valores y prioridades en este contexto de transformación mundial.

El primer esfuerzo tiene que ser, por tanto, de análisis y reflexión sobre el impacto del ascenso de China sobre las relaciones entre Europa y Estados Unidos. El segundo consiste en proponer ideas si se concluye que China es una variable que obliga a reconstituir las relaciones transatlánticas, cuando el liderazgo tecnológico se ha convertido en el principal campo de batalla de la competencia global.

Ambos aspectos han dado estructura a la investigación realizada por uno de nuestros más brillantes diplomáticos, Fidel Sendagorta, durante su estancia en el Belfer Center de la Universidad de Harvard. En un exhaustivo trabajo (“The Triangle in the Long Game: Rethinking Relations Between China, Europe, and the United States in the New Era of Strategic Competition”, Harvard Kennedy School, 2019), Sendagorta examina con detenimiento los cambios producidos durante los últimos años en las relaciones bilaterales Estados Unidos-China y Unión Europea-China, pero presta especial atención a aquellos asuntos de impacto “triangular” que sitúan a los europeos ante una difícil encrucijada, entre los que destacan las inversiones chinas en sectores estratégicos, la telefonía 5G o la defensa de los valores democráticos ante las evidencias de una creciente interferencia china en partidos y organizaciones políticas, sistemas educativos y medios de comunicación occidentales.

Una de las principales aportaciones de este estudio es, con todo, la realización de propuestas concretas, que van más allá de los análisis habituales sobre estos temas. Sendagorta propone la creación de una Alianza en Ciberseguridad (abierta, además de los miembros de la OTAN y la UE, a aquellas otras democracias que quieran sumarse), y de un Fondo Digital que ofrezca a países de todos los continentes una alternativa a la Ruta de la Seda Digital impulsada por China. Otras dos líneas de acción planteadas, aunque según el autor de más difícil realización, son: la recuperación del TPP, y su fusión con un remodelado acuerdo transatlántico en comercio e inversiones; y la prevención de un más estrecho acercamiento entre China y Rusia. Un trabajo, por resumir, de referencia obligada para entender las claves del nuevo escenario internacional que afronta la Unión Europea.

El trabajo referido en el artículo se encuentra en este link:

https://www.belfercenter.org/sites/default/files/TriangleLongGame-FidelSendagorta.pdf

THE ASIAN DOOR: La odisea logística de los drones. Águeda Parra

El ritmo de crecimiento económico de China ha dado paso a un estilo de vida con nuevas necesidades. En este tiempo, la tecnología ha ido ocupando partes esenciales de la cadena de suministro hasta hacerse imprescindible. Tiene efecto directo en la mejora de la productividad y en la eficiencia en el servicio, abriendo las puertas a futuras innovaciones que aporten mayor valor añadido, en un ciclo sin fin. Esta revolución tecnológica es la que está llegando a la logística, más concretamente, al reparto de la última milla.

Las características del entorno propician que China esté abanderando el inicio de una nueva era en el desarrollo de los drones orientado a la distribución de mercancías. El entorno en China es especialmente favorable, ya que proporciona el mercado, las características geográficas y la regulación adecuadas para que grandes titanes tecnológicos como JD.com tengan ya disponibles unos 40 drones para realizar el envío de dispositivos electrónicos y comida, entre los usos principales.

La autoridad competente, la Administración de Aviación Civil China, ya autoriza el envío de paquetes utilizando drones en determinadas zonas rurales. La dispersión de población en ciertas regiones encarece excesivamente el transporte de mercancías en la última milla. De este modo, el uso de los drones está resultando ser la forma más óptima de reducir los tiempos de transporte, teniendo en cuenta la orografía de las regiones del interior, con el objetivo es realizar envíos en todo el territorio nacional en menos de 36 horas. Pero también influye a su vez en el abaratando en el coste del servicio. Según la experiencia de JD.com, realizar envíos a las zonas rurales es cinco veces más caro que en las ciudades, y podría llegar a reducirse aún más cuando los futuros desarrollos tecnológicos permitan mejorar las capacidades de la logística por drones hasta alcanzar envíos a gran escala.

Para ampliar el marco regulatorio, JD.com y SF Holding están trabajando con las autoridades para ampliar el ámbito de aplicación de los drones. El objetivo es crear todo un sistema formado desde aviones autónomos de alas fijas que despeguen desde pequeños aeropuertos, hasta pequeños aparatos que aterricen en los grandes cargueros de transporte de mercancías. Con esta revolución logística, el gobierno chino también se apunta una importante baza, la de conseguir reducir la desigualdad de riqueza existente entre las zonas costeras y las del interior gracias al desarrollo económico que genera el uso de drones en estas regiones.

China tiene una característica que la hace única para albergar el nacimiento de la gran odisea del transporte utilizando drones, y ésa es su mercado. Los 590 millones de población rural de China resulta ser una cuestión diferencial entre las oportunidades de negocio que plantea el gigante asiático y cualquier otro mercado de consumo. China es el mayor mercado de ventas online del mundo y, precisamente, es la dimensión del e-commerce la que está permitiendo a Alibaba, JD.com y Pinduoduo digitalizar el medio rural. Alibaba, a través de Cainao, su división logística, ya ha lanzado su primera experiencia de entregas de paquetes sobrevolando el mar. La gran odisea de drones de carga llegará cuando esté disponible el modelo que conjuntamente está desarrollando en colaboración con Beihang Unmanned Aircraft System, capaz de transportar hasta una tonelada de productos a una distancia de más 1.500 kilómetros. Estas nuevas capacidades en la logística de drones podrían permitir que Ele.com, la filial de distribución de comida de Alibaba, recortara distancias con Meituan, su gran competidor y líder indiscutible en este sector con una cuota de mercado del 63%.

La fiebre del uso de drones está comenzando a extenderse por China y empresas de distribución extranjeras como DHL también se han sumado a esta nueva carrera tecnológica por mejorar el reparto de la última milla. Restringido a las zonas urbanas, el acuerdo suscrito con la empresa china EHang le permite al gigante alemán de la logística ser la primera empresa extranjera del sector en operar con drones en China. La mejora incorporada por la capacidad de los drones que soportan ocho kilogramos de carga y alcanzan ocho kilómetros de distancia se traduce en una reducción del 80% del coste de transporte, con tiempos de entrega cinco veces mejores, pasando de 40 minutos a tan sólo ocho.

En el caso de JD.com, la empresa china cuenta ya con siete tipos de drones, unos más específicamente diseñados para envíos a largas distancias y otros para transportar paquetes más pesados en trayectos más cortos. Desde que comenzaran a operar en 2017, las frecuencias de entrega alcanzan cuatro envíos al día en algunas localidades. Aunque la distribución de paquetes es el uso más común utilizado en el empleo de drones, China ha encontrado además otras aplicaciones mucho más creativas, como la de crear animaciones al estilo de fuegos artificiales. No obstante, el uso de los drones en China se extiende a cualquier ámbito susceptible de ser utilizado como fumigación de cultivos, control de niveles de polución, inspección de zonas devastadas, y un largo etcétera. Un crecimiento que no parece tener límites, más cuando China ha incorporado la innovación en drones a su Ruta de la Seda Digital. Los servicios en pruebas lanzados por JD.com en Tanzania, Indonesia y Tailandia demuestran que la revolución de los drones Made in China no ha hecho nada más que empezar.

China se mueve en el mar de Omán

China está mediando entre Irán y Estados Unidos para rebajar la tensión en Oriente Medio y concretamente en el mar de donde la agresión iraní a campos petrolíferos saudíes ha elevado mucho la tensión internacional. A la vez, la potencia asiática en coherencia con sus muchas caras diplomáticas participará, junto a navíos de guerra rusos e iraníes, en una maniobra naval frente al despliegue de británicos, estadounidenses y aliados árabes en la zona, tras los ataques a petroleros occidentales.

China necesita el petróleo de la región y la máxima estabilidad y, a la vez, juega a la subida de tensión junto a Irán para intentar llevar a Trump a hacer concesiones para un nuevo acuerdo con Teherán. Como guinda de esa estrategia conjunta, esta misma semana el presidente iraní Hasán Rohaní presentará en Nueva York, ante la ONU, una propuesta de acuerdo y buscará entrevistarse con Donal Trump a lo que, de momento, se niegan en la Casa Blanca.

El pulso iraní sería menos sin Moscú y Pekín al lado. Putin quiere consolidar su creciente influencia en la región y China quiere estar presente en primera línea de cada conflicto en su ascenso a la liga de potencias mundiales.

El golpe chiita

El ataque a instalaciones petrolíferas en Arabia Saudí esta vez sí ha alarmado a Occidente que sigue conteniendo el aliento hasta hacer una evaluación real del impacto que va a tener sobre el precio del crudo y, consecuentemente, sobre la economía. Pero la alarma no ha llevado, al menos públicamente, a pensar en una estrategia clara sobre como abordar la escalada de tensión en Oriente Próximo más allá de as habituales baladronadas de Donald Trump.

No cabe ninguna duda de que Irán, directa o indirectamente, ha estado detrás de los ataques con drones. Hayan sido los huttíes de Yemen, donde hay expertos y unidades militares iraníes sobre el terreno que les asesoran y apoyan, o directamente las fuerzas de Teherán, el ataque tiene el carácter de una operación calculada contra el líder, espiritual y financiero del Islam sunni, en la confrontación entre ambas corrientes que se extiende desde las fronteras de Turquía hasta las de la India.

En ese escenario, el pulso que están echando los iraníes para consolidar su influencia en Irak y Siria y debilitar la de Arabia trasladando crisis económica y política a Occidente, es una apuesta estratégica que merece algo más que una condena y una amenaza de una operación militar de castigo. Irán está aumentando su protagonismo agresivo, tiene planes de dotarse de capacidad de ataque nuclear, es capaz de determinar la situación política en Líbano, Irak y Siria y se está convirtiendo cada vez más en el gran padrino del terrorismo palestino, en este caso al margen de que los grupos armados sean básica y religiosamente sunníes.

En esa guerra política y religiosa Yemen es una pieza estratégica clave porque desde su territorio se puede controlar, facilitar y estrangular la ruta marítima desde los campos petrolíferos orientales a Occidente. Por eso, Arabia Saudí, los Emiratos, Egipto y Marruecos han estado presentes militarmente sobre el terreno para frenar la insurrección de los huttíes chiitas aliados de Irán, bajo la atenta vigilancia y el apoyo tácito y explícito de Estados Unidos e Israel.

Pero hay más protagonistas, discretos pero muy activos. Por ejemplo, China. Pekín depende, al menos mientras desarrolle más fuentes de energía propias, del petróleo de Oriente Próximo y no quiere de ninguna manera que haya una guerra de alta tensión en la zona ni bloqueo de las rutas. Así, mientras se alinea automáticamente con Irán en los foros internacionales, está mediando entre Teherán y Whashington y presionando a Teherán para bajar la tensión. Y por supuesto Rusia, presente en todas las salsas y jugando, con la cortada de buenas intenciones a consolidar a su vez, en algunos casos de la mano de Irán, la creciente sombra de Putín.

Entrevista a Yao-Yuan Yeh ¿Corre Taiwán el mismo riego de Hong Kong? I Nieves C. Pérez Rodríguez

Taiwán juega un papel clave en el escenario asiático, a pesar de su diminuto tamaño. Taipéi es un actor que influye significativamente en la seguridad y la evolución de las alianzas en la región de Asia Pacífico. Estados Unidos ha entendido bien ese rol desde el principio, razón por la que Washington ha seguido apoyando el estatus especial de Taiwán. Pero dado que China se ha vuelto cada vez más poderosa, el riesgo para los actores más pequeños ha aumentado también considerablemente.

Para profundizar en este tópico 4sia.es tuvo la oportunidad de entrevistar a Yao-Yuan Yeh, experto en asuntos asiáticos con especial énfasis en su país de origen, Taiwán, y quién comenzó por explicarnos que la visión que tiene el Departamento de Estado de China es de un solo país, de una única entidad. Saben que Taiwán es parte de China, por lo que frente a cualquier contencioso que surja entre Taiwán y Beijing, Washington entiende que debe ser solucionado por ellos, sin su intervención.

Sin embargo, agregó que el Departamento de Estado entiende el estatus especial que tiene Taiwán, y en efecto es muy importante para ellos que se siga manteniendo el mismo. “Estados Unidos no quiere generar presión que propicie un cambio la postura china con respecto a Taiwán, porque acabará siendo un problema para la región”.

Insistió en que Washington “continuará con una fluida y fuerte cooperación con Taiwán sin llegar a establecer una base militar o sistema defensivo de misiles, para evitar provocaciones innecesarias”.

China lleva años tratando de aislar a Taiwán en la escena internacional usando presión diplomática o cantidades enormes de dinero. Ha sido el caso en una gran cantidad de países africanos y latinoamericanos. Por lo que le preguntamos al Profesor Yeh que si Taipei tiene alguna estrategia para recuperar su protagonismo internacional.

“El problema de negociar con China es que nunca se sabe cuáles son sus intenciones reales cuando están negociando. Un buen ejemplo es el puerto de Sri Lanka que prácticamente fue vendido a Beijín”. “En nuestro caso -agrega el Profesor Yeh- “nunca hemos tenido la intención de hacernos con territorio ajeno, respetamos la legislación internacional, nuestras relaciones bilaterales están basadas en normas y leyes internacionales, mientras que China siempre pondrá sus interesas por encima de las normas. Sus intereses económicos dirigen sus relaciones y el país con quien están haciendo negocio nunca conocerá las intenciones reales de Beijing. Mientras que  Taiwán entiende las relaciones a un largo plazo y buscamos hacer amigos, cuantos más amigos mejor, queremos pertenecer a organizaciones internacionales, convertirnos en un actor con presencia y voto”.

¿Cree usted que la confirmación del 19 de agosto de que el presidente Trump aprobaba la venta de Jets F-16V a Taiwán refleja un cambio de dirección en las relaciones bilaterales?

“Yo no creo que sea un cambio de dirección -afirma Yeh-; es una señal de nuestra relación de amistad de tantos años. Incluso durante la Administración Obama los lazos entre ambas naciones fueron muy cercanos”.

 

Según Yeh, Trump hace uso de una “diplomacia sexy” lo que significa que si alguien está en línea o consonancia con los intereses americanos Trump hará negocios con ellos.

“Taiwán necesita más armas, necesitamos dotarnos de más armamento para poder reducir el desequilibrio con China.  Washington quiere que Taiwán pueda ser capaz de defenderse solo, que tenga más capacidad militar y defensiva frente a una posible agresión china. Por lo tanto, estamos en línea con los intereses estadounidenses”.

Insiste: “Yo diría que esta venta se traduce en una continuada relación de amistad, y que estamos moviéndonos a un mejor lugar, sin ser un nivel diferente”.

China está constantemente desplegando presencia militar en el Océano Pacífico, “incluso fuera de su jurisdicción, lo que es una potencial amenaza para Taiwán, así como para otros países ¿Cómo está abordando Taiwán este desafío militar?

“Taiwán tiene una capacidad militar muy fuerte, aunque obviamente no podemos compararla con la estadounidense o la china. En el ranking mundial estamos en el puesto 20, por lo que tenemos un poder militar nada despreciable. A pesar de eso, nosotros confiamos en nuestros acuerdos de seguridad con los Estados Unidos y esperamos que Washington mantengan su actual postura con China”.

Asimismo, agrega, “los Estados Unidos están intentando propiciar la adquisición de múltiples equipos y armamento a Taiwán, para que sigamos dotándonos defensivamente y tengamos como protegernos”.

El presidente Trump ha mostrado un gran apoyo a Taiwán desde el principio. El incidente diplomático que ocurrió antes de su toma de poder, cuando habló por teléfono con la presidente de Taiwán -Tsai Ing-wen- es un buen ejemplo. El “Acta de Viajes de Taiwán” (Taiwán Travel Act, su nombre en inglés), es una ley que permite las visitas de altos funcionarios estadounidense a Taiwán y viceversa, es otra ilustración del apoyo de la Administración a Taipei, a pesar de las quejas de Beijing.

Parece ser que la Administración Trump entiende que fortaleciendo a los pequeños indirectamente debilita a Beijing, y en plena guerra comercia lo más sensato es tener una estrategia que se ocupe de las debilidades geopolíticas y diplomáticas mientras China tiene la cabeza en parar la caída de su economía…

The Butterfly effect: The Renminbi

The trade war between China and the United States continues. The Chinese company Huawei and its subsidiary Honor were banned by the American president Donald Trump, unable to sell their products or work with American companies, closing a market of about 300 million Americans. We have to remember that Huawei is one of the largest Chinese company with almost 200,000 employees worldwide, and has gained ten percentage points in market share worldwide in this decade, reaching almost 14% of the world share of smartphones.

Recently, Donald Trump has raised new tariffs on Chinese products worth $300 billion. Xi Jinping’s response has not been long in coming, and it has been devalue the Chinese currency, the Renminbi.

This trade war began early last year when the Trump administration announced sanctions against Chinese products worth $50 billion. It is no accident, that shortly thereafter the Chinese president answered devaluing his currency (The Renminbi) from 6.3 CNY to approximately 6.9 CNY; The same happened with the sanctions in May of this year and, now China, is protecting itself against the new sanctions of  $300 billion that was established on September 1st, devaluing its currency above 7CNY:

 

[Source: www.statista.es]

The tariffs established by Trump make US imports from China more expensive, on the American border, so the devaluation of the Renminbi makes these imports cheaper, offsetting the tariffs imposed by the White House. This measure has been considered, by Donald Trump, as unfair and has described the Chinese president, Xi Jinping, as a “currency handler.”

But these tariffs, to protect local industry or to reduce foreign competition, is not new. The United States has established tariffs on European Union products such as footwear, transport vehicles or meat products. Since 2000, China bans the European Union from exporting beef products due to Bovine Spongiform Encephalopathy disease that took place in Europe in the ’90s. China uses restrictive trade measures, such as export duties, in a broad range of raw materials; Since 2000, China has applied production limits or export quotas to regulate the supply of Rare Earths, minerals necessary to make satellites, computers, mobiles, batteries … and China supplies 90% of world demand. In 2015, China removed some elements from this quota system, but export duties remain in force despite the requirements of the World Trade Organization.

This mercantilism carried out by Trump is not something unusual or new in the world, and the answer of the Chinese president has been to devalue his currency at an exchange rate not seen in the last 10 years. The benefits of free trade are obvious,  just check the Economic Freedom Index of countries such as Switzerland, Australia or Canada with the more closed economies such as North Korea, Equatorial Guinea or Bolivia.

This volatility of the Renminbi makes investors seek refuge in other safer assets such as gold or the dollar, investors run away from volatile or unstable markets and this has been seen in the stock market crash after the announcement of the Chinese president: the US stock market fell, the S&P500 fell 2.8%,  Nasdaq 3.7% and the Dow Jones 3.1%, the Hong Kong stock exchange -Hang Seng- fell 1.91%,  Tencent shares fell about 2.45%,  HSBC bank lost 1.58% … in just one single day. After the announcement of the Chinese president, the equity markets lost, approximately, 12.4 billion dollars, which represents the twelfth largest stampede worldwide, in history, in the stock exchanges in a single day. The consequences have not only been in the United States and Asia, but have also been seen in Europe: the Spanish stock market, Ibex 35, lost 1.35%, London 2.47% and, the French CAC and the German DAX lost 2.19 % and 1.80% respectively.

But not only the stock exchanges have suffered, with the devaluation of the Chinese currency, their exports are cheaper, but their imports become more expensive, therefore, the imports of natural resources (denominated in dollars) from Latin America become more expensive, causing a decrease of the demand and changing prices, which forces these countries to devalue their currency to counteract the effects of the fall of the Renminbi and, thus, stimulate exports to the Asian country. This devaluation generates inflation and loss of purchasing power, and causes more problems to highly indebted countries in dollars, such as Argentina.

A trade war between the two largest countries in the world: the US and China, but with global consequences. As a Chinese proverb says, “The fluttering of the wings of a butterfly can be felt on the other side of the world”, but in this case “A small devaluation of the Renminbi can shake the world”.

¿Corre Taiwán el mismo riesgo de Hong Kong? II Entrevista a Yao-Yuan Yeh Nieves C. Pérez Rodríguez

En esta segunda parte de la entrevista que 4Asia le hizo a Yao-Yuan Yeh, quien se desempeña actualmente como profesor asistente de Estudios Internacionales y coordinador del Programa de Estudios sobre Taiwán y el este de Asia de la Universidad de Saint Thomas, profundizamos sobre el potencial peligro que corre Taiwán frente a China.

A finales de agosto, Trump autorizaba la venta de nuevos aviones de combate a Taiwán. En el marco de este anuncio, el portavoz de la Oficina Presidencial de Taiwán -Alex Huang- expresó que estos nuevos aviones de combate mejorarán en gran medida las capacidades de defensa aérea de Taiwán. Y que Taiwán continuará garantizando la paz y la estabilidad regionales y salvaguardar la libertad y la democracia de Taiwán de manera responsable.

¿Qué significa para Taiwán la adquisición de esos aviones  en este preciso momento?

“Si nos fijamos en la declaración de Xi Jinping sobre Taiwán y el pueblo taiwanés en el principio de 2019 decía nosotros (China) queremos integrar Taiwán, lo que representa un gran riesgo para la seguridad y sobrevivencia de Taiwán.

Pero China, dice, “se va a enfrentar en un corto plazo un gran dilema social; aunque hoy el pueblo chino está aparentemente satisfecho con el régimen porque ha aumentado su bienestar, su capacidad económica y, con ello, el acceso al mercado y al desarrollo, la economía china podría dejar de crecer, o colapsar, y en ese momento habría que ver cuál es la reacción social al régimen”.

“En el caso de que se diera un colapso económico, el riesgo para Taiwán se dispararía porque el Partido Comunista chino usaría a Taiwán y una posible guerra para desviar la atención del problema económico y hacer que la gente se centre en la guerra. Es decir, frente a un escenario de colapso económico chino la guerra se vuelve la mejor alternativa para mantener el control. Pero de momento tiene más sentido para Beijing mantener la situación tal y como se encuentra”.

China, señala “ha repetido durante años que ellos apoyan la paz, pero si son ellos los primeros en lanzar una bala esa teoría quedaría muy cuestionada”.

¿En qué situación se encuentra Taiwán para responder a una agresión China?

“Taiwán está muy bien preparado para contrarrestar una agresión, aunque mucha gente no lo crea. Nosotros teníamos servicio militar obligatorio hasta hace poco, lo que se traduce en que cada hombre con 19 años cumplidos recibió un entrenamiento de un año para poder ser reserva militar. Aunque el sistema cambió, y ahora no es obligatorio, hoy día podría haber entre unos 4 a 5 millones de hombres listos para poder enfrentarse a una agresión china.

Obviamente dependerá de la estrategia de guerra china, lo más probable sería que acabaran por invadir la isla de Taiwán. Y geopolíticamente hablando sólo hay 13 ubicaciones por las cuales los chinos podrían intentar una invasión porque son puertos que podrían recibir barcos. Y según los análisis que se han hecho, los chinos tendrían que sacrificar medio millón de taiwaneses para poder conquistar la isla. En cuyo caso la pregunta sería ¿está China dispuesta a sacrificar medio millón de taiwaneses para hacerse con el control de la isla?”.

Taiwán, añade, “está preparado para defenderse y parte de lo que nos ayuda es nuestra particular y única geografía”.

¿Cuáles son las capacidades militares de Taiwán y que tan fuerte es su sistema defensivo?

“Siendo honesto, nuestra capacidad militar comparada con la china no tiene nada que ver. Beijing gasta fortunas comparado con nuestro gasto de defensa anual. China tiene unos 2 millones de militares frente a 200 o 300 mil de militares taiwaneses.

Sin embargo, no estamos tan por detrás de China, porque nosotros nos centramos en tecnología. Nuestra tecnología está bastante cercana a la desarrollada por Beijing. Obviamente en cantidad China gana, pero en tecnología estamos bastante equiparados.

La gran diferencia es que China es una potencia nuclear y Taiwán no lo es. Taiwán intentó serlo en su momento, pero Washington no nos dejó continuar ese camino y desde ese entonces no lo hemos vuelto a considerar. Nosotros sabemos lo que representa Estados Unidos para nosotros, es nuestro mayor aliado, nuestra seguridad en la región, no queremos molestarlos”.

¿Cree usted que el pueblo taiwanés estaría dispuesto a protestar en las calles durante meses como lo han hecho los hongkoneses en el caso de una agresión china a su estatus?

“Básicamente nadie cree en un país y dos sistemas. Hong Kong es un simple ejemplo histórico fallido de ese sistema. China no puede en realidad permitir regiones autónomas independientes. El mejor ejemplo es la poca legitimidad que tiene Xi Jinping; no fue elegido democráticamente por el pueblo, su posición obedece a una élite política, por lo que el Partido Comunista chino no tiene un proceso legitimo real, Esa es la razón por la que usan todo tipo de sistema de vigilancia social, para garantizarse que la gente obedezca.

Esa es también la razón por la que los hongkoneses están en las calles protestando; no están dispuestos a perder su libertad. Y ese es el mismo caso de los taiwaneses. Si el gobierno de Taiwán llegara a firmar un acuerdo con Beijing, algo parecido a un país dos sistemas, le puedo asegurar que al menos medio millón de taiwaneses saldrían a las calles a protestar y negarse a aceptarlo”.

Las democracias del mundo necesitan de Taiwán, sostiene, “ y de extraordinarios ejemplos como ha dado Hong Kong, un pueblo que ha resistido 14 semanas de protestas duras y enfrentamientos con las fuerzas de seguridad controladas por Beijing. La supervivencia de la tan vulnerable libertad que la mayoría añoramos, pero que lamentablemente no todos gozamos, está en ese equilibrio entre soberanía y derecho a elegir en un marcho regulado por el respeto y las leyes. Los países democráticos deberían reconocer abiertamente a Taiwán y el enorme esfuerzo que implica su supervivencia”.