Taiwán progresa en democracia y Beijing avanza en autocracia. Nieves C. Pérez Rodríguez

Taiwán comenzaba 2020 reeligiendo a su presidenta Tsai Ing-wen con más de 8.1 millones de votos, lo que representan el 57% del electorado, contra 38,6% de su oponente. La dirigente ha consolidado los valores identitarios de los ciudadanos como “taiwaneses, ha enfatizado el carácter y los valores democráticos de Taiwán y ha despertado un sentir en los jóvenes, quienes no están dispuestos a sacrificar su modo de vida y su libertad por las pretensiones del Partido Comunista Chino.

A mediados de la semana pasada, Tsai tomaba posesión por segunda vez de la oficina presidencial de Taiwán en un ceremonial acto que contó con pocos asistentes debido a la pandemia, pero en cuya sustitución fueron enviados cartas oficiales, mensajes digitales y  videos publicados en las redes sociales. Un total de 47 dignatarios entre los cuales resaltan los aliados de la isla (Alemania, Italia, Francia, República Checa, Filipinas, Reino Unido, Corea del Sur, Singapur, Estados Unidos, entre otros).

En un discurso lleno de optimismo y en el que Tsai reconoció el avance conseguido, “en los últimos 70 años Taiwán se ha vuelto más resistente y unificado debido al gran número de desafíos que hemos afrontado. Hemos resistido la presión de la agresión y la anexión. Hemos pasado del autoritarismo a la democracia. Aunque alguna vez estuvimos aislados en el mundo, siempre hemos estado al lado de los valores de democracia y libertad, a pesar de las dificultades…”, mientras enfatizaba en la necesidad de poseer una capacidad asimétrica defensiva, “una fuerza de reserva y un sistema de movilización más fuerte, así como un sistema militar más avanzado y apropiado para la isla…” -estos últimos aspectos remarcados como claves por Washington en numerosas ocasiones-.

Tsai se define a sí misma como la defensora de los valores liberales de Taiwán. Y lo cierto es que no lo ha tenido fácil, pues China los ha ido cercando por todos los costados, sobre todo el diplomático, terreno en el que Beijing aprovecha de sus favores económicos a otras naciones para pedir el desconocimiento de Taipéi como ente internacional. Así como en el geopolítico con violaciones de su espacio marítimo o aéreo. 

En medio de la pandemia, Beijing no ha parado sus planes de controlar el Pacífico. Por el contrario, han continuado conduciendo ejercicios militares cerca de Taiwán. De acuerdo con Bonnie Glaser y Matthew Funaiole en un artículo publicado el 15 de mayo en  Foreing Policy, en lo que va de año, afirman, las Fuerzas Armadas y Navales del Ejército Popular de Liberación -chino- han ejecutado al menos diez ejercicios incluido incursiones en el espacio aéreo taiwanés.

Aunque estas provocaciones no son nuevas, pues desde finales del 2016 se tienen informes de buques chinos navegando alrededor de la isla, o en marzo del 2019 atravesaron deliberadamente el espacio aéreo con aviones de combate J-11, por primera vez en veinte años. Y en marzo pasado volvieron a observarse unos raros ejercicios nocturnos conducidos por aviones sobre aguas del suroeste de Taiwán.  

Todas estas acciones son congruentes con las líneas políticas de Xi Jinping. Quien desde que tomó posesión en 2012 ha insistido abiertamente en la reunificación de Taiwán con China continental. En efecto, en el primer discurso que dio a principios de enero, insistió en “nuestro país será reunificado. Ese es un paso crítico para la nueva era China”. Alineado íntegramente con la línea de Mao Zedong.

Mientras el mundo sigue consumido en intentar contener la pandemia a puertas adentro, haciendo un esfuerzo simultaneo por prevenir el mayor colapso económico de la historia, China aprovecha las circunstancias para hacerse un actor más dinámico. Con una agresiva diplomacia, como la de la ruta sanitaria de la seda, o una defensiva actitud de sus diplomáticos, o con amenazas a los países que les culpen del COVID-19. En esa misma tónica, en el informe anual publicado el viernes pasado por el primer ministro chino Li Keqiang, se endurecía la retórica hacia la isla, y se eliminaba el término reunificación pacífica, lo que ha despertado preocupación en los analistas, quienes aseguran que muestra un cambio de postura mucho más fuerte hacia la reunificación de Taiwán, tópico considerado de alta prioridad en la política doméstica en Beijing. 

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