Home Asia THE ASIAN DOOR: China en un mundo post-pandemia. Águeda Parra.

THE ASIAN DOOR: China en un mundo post-pandemia. Águeda Parra.

por: Agueda Parra Perez
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Desde que China saliera al rescate de varios países desarrollados tras la crisis financiera de 2008, el mundo globalizado ha sido testigo del ascenso de la diplomacia china en busca de un sitio entre la élite de las grandes potencias. Más tarde, en 2013, el despliegue de la nueva Ruta de la Seda le ha permitido al gigante asiático ampliar su huella de influencia entre Oriente y Occidente. No solamente se trata de la mayor iniciativa de desarrollo de infraestructuras mundial hasta el momento, con las que China aspira a crear nuevas conexiones de comercio, sino que supone el despliegue de un mayor soft power. Un poder de influencia que no se limita a la región asiática, sino que se extiende por Europa, África y América Latina.

Estos dos períodos en los que China ha desplegado una mayor dosis de influencia han promovido cambios significativos en el juego geopolítico de equilibrios de poder a nivel mundial. Por una parte, el apoyo económico que el gigante asiático ofreció a países como Grecia y Portugal, fuertemente castigados por la crisis financiera de 2008, marcó el fortalecimiento de los lazos bilaterales que ha llevado, en última instancia, a que estos dos países se adhirieran a la iniciativa china. El último de los países europeos en formar parte de la nueva Ruta de la Seda era Italia, miembro del G7 y país fundador de Europa. Por otra parte, el despliegue de determinadas infraestructuras, no siempre consideradas las más necesarias para el desarrollo de los países, ha provocado un lastre económico muy elevado y una importante dificultad para devolver los préstamos, generando lo que ha pasado a llamarse “trampas de deuda”.

En este nuevo período, en una etapa post-pandemia, donde la recesión económica es generalizada a nivel mundial, la diplomacia China vuelve a desplegarse por aquellos países con los que durante estos los últimos años ha intensificado sus lazos bilaterales. Al apoyo gubernamental ofrecido por China para enviar ayuda sanitaria para la contención del COVID-19 se ha sumado el de empresas privadas, como la enviada por Jack Ma, fundador y presidente ejecutivo del titan tecnológico chino Alibaba, haciendo gala de una gran dosis de filantropía empresarial al estilo de otros grandes magnates internacionales. Un paso más con el que la diplomacia china da muestras de haber hecho avances muy significativos para incorporarse a la élite de las grandes potencias donde la aportación altruista es reflejo de una nueva etapa en la que se pretende mostrar una mayor responsabilidad social.

A diferencia de otras pandemias, esta crisis sanitaria ha contado con una componente tecnológica muy importante. Disponer de un ecosistema digital evolucionado ha sido diferencial, y el uso que países como China, y otros países asiáticos, han hecho de la geolocalización para la contención del COVID-19 ha permitido dar una respuesta más rápida para evitar un mayor número de contagios. La incidencia de la crisis sanitaria a nivel mundial puede conllevar que muchos países se replanteen la implementación de modelos tecnológicos que, de no haber sido por la experiencia del COVID-19, quizá no se hubieran planteado en los mismos términos, y posiblemente no a corto-medio plazo. De modo que, la forma en la que China “exporte” su tecnología a otros países influirá en cómo estos traten determinadas cuestiones como la protección de la privacidad, tan relevante en Occidente.

De esta forma, la pandemia se ha presentado para China como una gran oportunidad para desplegar diplomacia, pero también para fortalecer su vinculación con una responsabilidad social y el impacto que ésta tiene en el desarrollo de la sociedad mundial.

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