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THE ASIAN DOOR: América Latina frente al decoupling ¿realidad o reto? Águeda Parra

por: Agueda Parra Perez
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Después de varios meses de pandemia, una de las consecuencias más evidentes que ha generado la crisis sanitaria del COVID-19 ha sido impulsar un proceso de aceleración mundial en varios entornos. Entre ellos, la reordenación de las cadenas de suministros globales pasa a ocupar un lugar destacado.

En un mismo período de tiempo, ha coincidido un escenario de decoupling de China, promovido por la administración Trump, y una crisis sanitaria, suscitando una posible reordenación de las cadenas de suministro globales para reducir riesgos operativos ante una situación como la que ha planteado una pandemia mundial. La vista está puesta ahora en potenciar la aportación de valor de otras regiones de Asia, por su cercanía a China, o jugar la baza de América Latina, por su proximidad al importante mercado de consumo de Estados Unidos.

La integración de China en la región asiática ha favorecido que, a medida que el gigante asiático asciende hacia la parte alta de la cadena de valor en la manufactura y producción en varias industrias, hayan sido los países vecinos los que han capturado el espacio dejado por China. Asimismo, en este escenario, el proceso de decoupling y la aceleración generada por la crisis sanitaria ha motivado que varias tecnológicas estadounidenses, como Google, Microsoft y Apple, estén moviendo parte de su producción fuera de China, quedando Vietnam y Tailandia entre los países más beneficiados. Pero ¿en qué medida podría América Latina beneficiarse de esta reordenación de las cadenas de suministro globales que está promoviendo Estados Unidos?

La gran ventaja de la proximidad de los países latinoamericanos con el gran mercado de consumo estadounidense no se ha visto traducida en un mejor posicionamiento de América Latina como sustituto natural de Asia en este proceso de decoupling al que aspira Estados Unidos. La región en su conjunto no ha desarrollado las infraestructuras y capacidades logísticas que demanda la operativa de las cadenas de suministro globales, sin embargo, determinados países podrían verse beneficiados, según un estudio de The Economist Intelligence Unit.

En ese movimiento de las cadenas de suministro globales que está promoviendo Estados Unidos del este al oeste, México es el país mejor posicionado, aunque determinados factores hacen poco factible que este proceso llegue a consolidarse, según este estudio. El hecho de que dos tercios de las importaciones de bienes y servicios de México estén relacionados con el comercio de exportación, y que el envío de contenedores tarde apenas una semana en pasar la frontera frente a las cinco semanas que tardaría en llegar desde China, además de tener un coste menor, son puntos que benefician la posición de México. Sin embargo, la lenta recuperación de la pandemia no favorece un reposicionamiento del país en las cadenas de suministro globales, a lo que habría que añadir la falta de políticas que promuevan este tipo de movimiento, así como la carencia de mecanismos que incentiven la atracción activa de la inversión.

De entre los países de América Latina, Chile, Costa Rica, México, Colombia y Brasil figuran entre los mejor posicionados para incorporarse a las cadenas de suministro globales. Sin embargo, la falta de inversión en infraestructura de la que adolece la región, que destina menos del 3% del PIB en su conjunto, no favorece esta transición. Contrasta con el 8% del PIB que dedican los países de Asia Oriental, y se estima que sería necesario incrementar entre un 4%-8% del PIB el gasto en infraestructuras para poder asemejarse a otros países industrializados como Corea del Sur, según algunos estudios.

Existen, asimismo, otras cuestiones a tener en cuenta para generar esta transición desde la región asiática a la latinoamericana. Destaca la falta de preparación y adopción de las nuevas tecnologías en un modelo de cuarta revolución industrial (4IR), así como la cuestión de los costes laborales y la disponibilidad de talento especializado. No obstante, aunque la situación no sea la más favorable, toda crisis es una oportunidad, y América Latina debe encontrar los mecanismos para reivindicarse como actor mundial en la configuración de las futuras cadenas de suministro globales.

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