Los primeros días de Biden. Nieves C. Pérez Rodríguez

Recién se instalaba el presidente Biden en la Casa Blanca la semana pasada y Beijing aprovechaba la ocasión para enviar un mensaje a la nueva Administración durante el fin de semana. De acuerdo con el ministro de Defensa de Taiwán “trece aviones chinos traspasaban la zona de identificación de defensa el sábado y otros quince lo hacían el domingo pasado”. A lo que el Departamento de Estado rápidamente respondió con una fuerte declaración en la que decían:

“Observamos con preocupación el comportamiento de China de intimidar a sus vecinos como Taiwán. Instamos a Beijing a que se cese su presión militar, diplomática y económica contra Taiwán y que por el contrario entable un diálogo significativo con los representantes elegidos democráticamente en la Isla”. Asimismo el comunicado afirmaba que “el compromiso de Estados Unidos con Taiwán es tan sólido como una roca y contribuye al mantenimiento de la paz y la estabilidad en todo el estrecho taiwanés y en la región”.

Posteriormente, el martes de esta semana un avión de guerra chino y otro estadounidense volaron con una cercanía muy próxima sobre el mar del sur de China dejando por sentado que el pulso que hubo entre el presidente Trump y China va a continuar con el nuevo inquilino de la Casa Blanca. Al mismo tiempo, las autoridades marítimas chinas anunciaban ejercicios militares en las aguas de la península de Leizhou desde el miércoles hasta el sábado sin dar más detalles de qué tipo de ejercicios se estarán llevando a cabo.

China sostiene que el mar del sur de china es suyo casi en su totalidad, basándose en unos mapas chinos de 1953 en donde aparecen las líneas de los nueve guiones en donde se auto conceden dichas aguas a las que Vietnam, Brunéi, Taiwán y Malasia también aspiran y argumentan que esas aguas son de su propiedad y lo han sido históricamente. La disputa se ha intensificado en los últimos años en la medida en que China ha ido tomando mayor fuerza regional y más protagonismo internacional. A ello Estados Unidos ha venido respondiendo con él envío de barcos de patrullaje con el propósito de garantizar la libre circulación marítima de los mares.

Y, en efecto, el sábado pasado también entraba a esas aguas el portaaviones Theodore Roosevelt por el canal Bashi entre Filipinas y Taiwán como parte la campaña estadounidense de promoción de libertad de los mares. Lo que una vez más es otra prueba de que habrá continuidad en la política exterior estadounidense a pesar del cambio de la Administración.

“No hay duda de que China plantea el desafío más importante para Estados Unidos” fueron las palabras del ya confirmado nuevo secretario de Estado de la Administración Biden, Antony Blinken, mientras se mostraba confiado en que había una sólida base para construir una política bipartidista para enfrentar a Beijing, durante su audiencia de interpelación en el Congreso.

La nueva Administración invitó a la encargada especial de Taiwán en los Estados Unidos Hsiao Bi-khim, o, en otras palabras, la embajadora de facto de Taiwán, a la toma de posesión de Biden como invitada especial en una ceremonia que contó con un número pequeño de invitados debido a la pandemia. Otro guiño que expresa el apoyo hacia Taiwán.

Tal y como pronosticamos en esta columna hace unas semanas, la nueva Administración hará un acercamiento con sus aliados tradicionales. Aprovechando la celebración del día nacional de Australia, el Departamento de Estado felicitaba a la nación y recordaba en el comunicado que se están preparando para conmemorar el 70 aniversario de la firma del tratado de seguridad de Australia, Nueva Zelandia y los Estados Unidos -ANZUS, por sus siglas en inglés- a finales de este año. Y aprovechaban la ocasión para decir que observaban con orgullo cómo esta alianza entre democracias afines ha ayudado a garantizar la paz y la prosperidad y estabilidad en toda la región. Mientras, ratificaban su compromiso con los valores compartidos lo que sienta las bases para la continuación de la construcción de una región del Indo Pacífico más abierta, segura y próspera.

Entre las primeras llamadas que ha recibido Biden justamente se encuentran el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, y el británico Boris Johnson. Por su parte, el asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, sostuvo una llamada con su homólogo de surcoreano Suh Hoon, en la que se discutió el compromiso y la importancia que tiene para la nueva Administración estrechar la alianza con Seúl en diversos temas como los desafíos regionales y mundiales. También conversó con su homólogo israelí, Ben Shabbat, en el que expresó el compromiso inquebrantable del presidente Biden con la seguridad de Israel mientras le extendía una invitación para iniciar un diálogo estratégico para continuar discusiones sobre la región.

La nueva portavoz de la Casa Blanca afirmaba a principios de esta semana que, en la relación con China, la Administración Biden adoptará un enfoque multilateral para interactuar con Beijing, y eso incluye hacer una evaluación de los aranceles actualmente vigentes. “Para ello vamos a coordinar con nuestros aliados y socios comerciales y también haremos un trabajo de coordinación en el congreso con ambos partidos”.

El nuevo presidente de los Estados Unidos ha comenzado su legislatura con muchas órdenes ejecutivas para intentar paliar los efectos de la pandemia a nivel doméstico; sin embargo, de cara al exterior, en los poquitísimos días que lleva en la silla presidencial, no ha dado sino señales de fuerza retomando espacios internacionales como la OMS o volviendo al acuerdo de Paris sobre cambio climático, mientras ha mandado un mensaje a los aliados de apoyo y a China de que tenga cautela, que no porque haya cambiado el partido de gobierno ha cambiado la línea dura hacía las irregularidades y malas prácticas chinas.

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