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China desafía a occidente: guerra de sanciones. Nieves C. Pérez Rodríguez

por: Nieves Pérez Rodriguez
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La Unión Europea anunciaba sanciones el lunes pasado a 4 funcionarios chinos encargados de las operaciones de los “centros de reeducación” en Xinjiang. Estas sanciones vienen a complementar las impuestas por Washington en julio de 2020 a otros 4 funcionarios chinos claves, como el jefe regional del PC Chen Quanguo, quien es visto como el artífice de las políticas de Beijing contra las minorías musulmanas y que anteriormente estuvo a cargo de las acciones impuestas en el Tibet; el director de la oficina de seguridad de Xinjiang, un ex funcionario de seguridad, y una destacada figura del partido en Xinjiang. Estratégicamente los europeos sancionaban otras personalidades y no las que ya habían sido sancionadas por los Estados Unidos con la intención de neutralizar más piezas claves del PC chino.

Reino Unido se sumaba a las sanciones de la UE, y Beijing respondía con sanciones a sanciones a 7 parlamentarios y 2 académicos. “Es nuestro deber denunciar el abuso de los derechos humanos por parte del gobierno chino en Hong Kong y el genocidio de los uigures”, dijo Ducan Smith, académico y sancionado, quien afirmaba que “aquellos de nosotros que vivimos días libres bajo el imperio de la ley debemos hablar por aquellos que no tiene voz”.

Canadá también se sumaba a la acción coordinada de sancionar miembros del PC chino. Por lo que la respuesta de Beijing no se hizo esperar sancionando a 2 miembros de la comisión internacional de libertad religiosa (USCIRF) estadounidenses y a 9 parlamentarios canadienses. A lo que el primer ministro canadiense, Justin Trudeau aprovechó la oportunidad para manifestar: “Las sanciones chinas son un ataque a la transparencia y a la libertad de expresión y valores en el corazón de nuestra democracia. Apoyamos a los parlamentarios y nos manifestamos en contra de estas acciones inaceptables y continuaremos defendiendo los derechos humanos en todo el mundo con nuestros socios internacionales”.

China y Canadá llevan un par de años de fuerte tensiones desde que la policía canadiense prohibieran a la ejecutiva de Huawai, Meng Wanzhou, salir del país por solicitud de la Administración Trump, basándose en una orden de un tribunal de New York que emitió una mandato de arresto para Meng para que fuera juzgada en los Estados Unidos por violación a sanciones estadounidense en contra de irán y conspiración para robar secretos comerciales”.

Australia y Nueva Zelandia no han impuesto sanciones, pero sí han manifestado su apoya a las que otros países han puesto. Aunque Australia ha expuesto abiertamente que consideran que China debe responsabilizarse por el daño causado por la pandemia, lo que ha generado fricciones importantes entre ambos. En efecto, el Ministro de Comercio australiano amenazaba con llevar a China ante la OMC a finales de la semana por su decisión injustificable de aumentar los aranceles en las importaciones de vino australiana entre el 116.2% al 218.4% por cinco años, como otro de sus mecanismos de retaliación.

El secretario de Estado de EEUU publicaba una declaración el sábado por la noche sobre la respuesta de China: “Los intentos de Beijing de silenciar a quienes se pronuncian por los derechos humanos y las libertades fundamentales solo contribuyen al creciente escrutinio internacional del genocidio y los crímenes de lesa humanidad en curso en Xijiang. Nos solidarizamos con Canadá, el Reino Unido, La UE y otros socios y aliados del mundo para pedir a la República Popular China que ponga fin a las violaciones de derechos humanos y los abusos en contra de los uigures, así como hacia otras minorías étnicas y religiosas de Xinjiang y la liberación de los detenidos arbitrariamente…” 

La Administración Biden, con poco más de dos meses en el poder, no ha perdido tiempo en restablecer relaciones con los aliados tradicionales y consolidar acercamientos que en los últimos años habían sufrido un enfriamiento considerable. El tono de la Casa Blanca es mucho más reconciliador hacia sus aliados y las acciones del Departamento de Estado de Blinken parecen estar articulando un sólido frente internacional que, en primer lugar, alerte sobre el peligro de China y segundo lugar, parecen intentar poner fin a las prácticas e irregularidades chinas en el mundo.

Beijing por su parte se ha dedicado a responder como otra potencia fuerte que no está dispuesta a dejarse amedrentar,  por lo que se acerca a Rusia e Irán para levantar su propio frente de oposición mientras ha pasado la semana respondiendo con sanciones y tarifas para castigar a quienes los juzgan por lo que están haciéndole a los Uigures, que cada día el mundo ve más claro que es la erradicación de esa etnia a través de la eliminación de sus costumbres, religión, idioma, cultura y hasta nacimientos.

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