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THE ASIAN DOOR: Davos, China y plásticos, ¿roles convergentes? Águeda Parra

por: Agueda Parra Perez
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La reunión anual en Davos del Foro Económico Mundial (World Economic Forum, WEF) no ha resultado ser el mejor escenario para tomar acciones contundentes que frenen el cambio climático. A pesar de que el tema central de esta edición era “Stakeholders for a Cohesive and Sustainable World”, es decir, “Interesados en un mundo Cohesivo y Sostenible”, no parece que haya habido consenso en las medidas a adoptar entre los 3.000 participantes de más 130 países. Por ejemplo, aunque los científicos estiman que la aviación comercial produce cerca del 5% del calentamiento global, han sido más de 1.500 personas las que han asistido al evento en jet privado, dando una indicación de que el debate sobre el cambio climático es de largo recorrido.

En esta lucha contra reloj, China se está posicionando como uno de los países más activos en la lucha contra el cambio climático, con el objetivo de reducir los efectos medioambientales que la contaminación puede producir en el crecimiento de su economía y en la salud de su población. China reúne las dos caras de la moneda; es al mismo tiempo el país que realiza más emisiones de efecto invernadero, unos 10.330 millones de toneladas de CO2 en 2019, y es líder en producción de energías renovables.

La reciente situación de inestabilidad económica internacional, bajo un escenario de guerra comercial, ha propiciado que China haya hecho un mayor uso del carbón para mantener su economía, siendo el responsable de gran parte del crecimiento de las emisiones globales durante 2019. Sin embargo, aunque Estados Unidos y Europa están reflejando descensos respecto a los niveles alcanzados hace un año, Estados Unidos duplica la contaminación per cápita de China, alcanzando la primera economía mundial una tasa de 16,14 toneladas métricas per cápita frente a las 7,95 que registra el gigante asiático.

Al margen del uso del carbón, China está dando importantes avances en la prohibición del uso de plástico con medidas que han propiciado cambios en la multimillonaria industria de los residuos y el reciclaje. El gigante asiático ya no considera que ser el receptor de gran parte de la basura mundial sea un negocio rentable. La magnitud de las importaciones, que en 2015 alcanzaron 46 millones de toneladas, asociadas a unos no siempre eficientes controles sobre este sector, han propiciado problemas de contaminación medioambiental y de salud pública. La medida entró en efecto en enero de 2018, generando un cambio disruptivo a nivel global. Por una parte, se genera un efecto en cadena entre los países emisores, entre ellos Reino Unido. Entre 2012 y 2016, el gobierno británico envió al país asiático de media el 65% de los residuos de plásticos generados por el país. De hecho, China comenzó a ser el mayor importador de residuos en la década de 1980, promoviendo un modelo que ha llevado a que desde 2012 sea el receptor del 56% de los residuos plásticos exportados a nivel mundial. Por otra parte, se genera un efecto positivo, motivado por la necesidad de impulsar medidas a nivel nacional de reciclaje de residuos para seguir manteniendo en funcionamiento a las empresas del sector.

En esta línea, la estrategia para combatir los efectos del cambio climático en China no solamente se centran en frenar la importación de plástico, sino en generar nuevas políticas que conduzcan a reducir el uso de plástico diario que hace el país. De los 15 millones de toneladas que consume el país, unos 2,4 millones acaban en el mar. De ahí, que el siguiente paso en la estrategia haya sido reducir el uso de los plásticos de un solo uso. Se eliminará progresivamente de los supermercados y de los grandes almacenes de las grandes ciudades, una medida que también va a afectar al servicio de reparto de comida que en los países asiáticos normalmente se suele realizar en bolsas de plástico. Con esta medida, China se suma a la estrategia adoptada por otros países como Francia, Tailandia, Nueva Zelanda o Indonesia que están prohibiendo la utilización de plásticos de un solo uso. Con ello, el gigante asiático busca reducir la estimación de crecimiento en generación de basuras que se espera en la zona de Asia Oriental y Pacífico y que pasará de una media de 204 millones de toneladas en 2016, a 296 millones de toneladas en 2050.

Los objetivos son ambiciosos, el crecimiento económico lo requiere. La nueva medida prohibirá los plásticos de un solo uso a finales de 2020 y con ello se espear reducir su consumo en un 30% en 2025. Sin duda una medida que posiciona a China a la cabeza de los países que están tomando medidas tangibles en la lucha contra el cambio climático y que revertirá en la salud del planeta. Una prioridad que debería estar entre las principales políticas de los gobiernos de todo el mundo.

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