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El petróleo de Arabia y Rusia. Ángel Enriquez de Salamanca Ortiz

por: 4Asia
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Durante los últimos meses, el precio del petróleo se ha desplomado, llegando a caer, desde principios de año, más de un 50%. El impacto del COVID-19 en la economía y la sociedad actual se nota en el mundo entero: aislamiento social y cuarentena, paralización del transporte aéreo, la menor demanda de viajes, tanto aéreo, terrestre como marítimo, el cierre de restaurantes y bares, e incluso caídas en las bolsas de todo el mundo y, caídas en los precios del petróleo provocados por la menor demanda a escala mundial.

Ante esta caída en los precios del petróleo a principios de año, provocada por la paralización de la economía mundial, a menos de 25$ por barril en pocos meses, los países miembros de la OPEP (Organización de los Países Exportadores de Petróleo) y otros exportadores de crudo, como Rusia, se reunieron a principios del mes de marzo, en la sede de la OPEP en Viena, para frenar este descenso en los precios mediante la reducción de la producción mundial y poder así compensar la oferta con la demanda del momento.

Arabia Saudí produce casi un tercio del petróleo de la OPEP y es el líder “oficial” de la organización y, su petrolera Aramco, la mayor empresa del mundo, tiene una capacidad instalada para producir más de 12 millones de barriles diarios (mbd) y, antes de la reunión en Viena, su producción no llegaba a los 10 millones de barriles diarios. Riad, aún tenía margen para aumentar su producción de crudo en algo más de 2 mbd.

El conflicto entre ambos países surgió cuando Rusia rechazó la propuesta de Arabia Saudí de reducir la producción de petróleo en 1,5 mbd durante todo el año 2020 para estabilizar la caída de precios por el brote del Covid-19. Después de esta reunión y, tras no llegar a un acuerdo, Riad elevo la producción de petróleo un 25%, hundiendo el mercado y haciendo que el precio del crudo se desplomara a poco más de $34 por barril. Una caída de más de un 30%. Además de este aumento en la producción, Arabia Saudí atacó a Rusia ofreciendo descuentos en sus barriles a Europa, Oriente Medio o Estados Unidos.

Esta guerra de precios entre Arabia Saudí y Rusia, sumado a la menor demanda mundial de petróleo, por el Coronavirus, han desplomado los precios del crudo en lo que llevamos de 2020, pero esta caída de precios también afecta a otros países dependientes de las exportaciones del oro negro; países como Irán o Venezuela, economías ya de por sí muy debilitadas por las sanciones de EE.UU, o países africanos como Sudan del Sur, Nigeria o Angola son totalmente dependientes de estas exportaciones y, si esta situación se alarga en el tiempo, podría tener consecuencias negativas sobre sus frágiles economías. Incluso empresas como la petrolera Pemex, de Méjico, con pérdidas en 2019 de más de 18.000 millones de dólares, podrían arrastrar al abismo la economía del país.

Pero, ¿por qué Rusia se ha negado a un pacto en la producción de petróleo para la estabilización de los precios?

Rusia es el segundo productor mundial de petróleo, seguido por Arabia Saudí, una reducción de su producción podría suponer el riesgo de ceder cuota de mercado a Estados Unidos, que es el primer productor mundial y abastece los mercados con petróleo de esquisto. Si Rusia reduce su producción de petróleo podría perder esa cuota de mercado que tiene, y sobre todo perder clientes del este de Europa como Bielorrusia o Polonia y también perderlos en Asia, como es China, Japón o Corea del Sur.

Además, un petróleo más barato dificultaría las inversiones en energías limpias y la llegada del coche eléctrico, un hecho que no busca ningún país de la OPEP, ni Rusia, y sobre todo, un petróleo tan barato pondría las cosas muy difíciles a aquellos países donde es más caro producir por el uso de técnicas como el fracking, por ejemplo Estados Unidos cuyo petróleo tiene un coste de extracción de aproximadamente $40, mientras que Arabia Saudí y Rusia lo producen, aproximadamente, a menos de $9 y 20$ respectivamente, por lo que podría ser una estrategia para ganar terreno al petróleo de esquisto de la Casa Blanca. Ante esta situación, no es de extrañar, que Donald Trump, comprara 77 millones de barriles para la Reserva Estratégica de Petróleo, una reserva para casos de emergencia que ya contaba con más de 635 mdb.

Quizás esta estrategia sea un contraataque del Kremlin para hacer frente a las sanciones impuestas por la Casa Blanca tras la anexión de Crimea en el año 2014 o por las ayudas ofrecidas a Bashar Al-Asad en Siria.

A pesar de que un petróleo barato podría afectar negativamente a Rusia, las pérdidas producidas por esta caída serían mucho mayores en Riad, donde una caída hasta los $20 supondría pérdidas de $148 mil millones, mientras que en el lado soviético serian de $108:


[Fuente: https://www.rystadenergy.com/ ]

Un escenario poco halagüeño para estas dos potencias.

A finales de marzo el precio del petróleo cayó hasta casi los $20 por la crisis del Coronavirus y por la guerra de precios entre Arabia Saudí y Rusia, lo que llevó al presidente americano, Donald Trump, a proponer a escala global un esfuerzo y reducir la producción para recuperar los precios, pero el Ministro de Energía ruso, Alexander Novak, explicó en un comunicado que los países están exentos de compromisos a partir del 1 de abril, fecha en la que los países productores tiene la oportunidad de determinar de forma independiente su producción de crudo, tras no llegarse a un acuerdo en la reunión en Viena.

A mediados del mes de abril, la OPEP+, decidió reducir su producción más de un 20% con la condición de la participación de México, que en un principio se negó a reducir su producción para intentar estabilizar los precios del petróleo, pero que finalmente también aceptó el acuerdo.  Durante este mes, debido al exceso de producción y a la nula demanda por el confinamiento, se temió que las reservas de EE.UU alcanzaran su máximo y que hubiera dificultades para el almacenamiento, lo que llevó al hundiendo el precio del petróleo WTI  llevándolo a precios negativos.

Una partida de ajedrez entre Rusia, Arabia Saudí y Estados Unidos de fondo, entre la OPEP y la OPEP+, una situación no deseada para el cartel, reducir la producción, pero muy beneficiosa para los importadores de petróleo y para China, que es el segundo  mayor consumidor de petróleo del mundo. Esta partida de ajedrez y los recortes en la producción afectarán negativamente a ambos países, el príncipe Mohamed bin Salmán, verá como su majestuoso plan “Visión 2030” de modernizar el país tendrá que ser retrasado o sufrirá recortes. Rusia dejará de ingresar más de 100.000 millones de dólares por el petróleo, y ha visto la devaluación de su moneda, el Rublo, caer hasta los 80 rublos por dólar y, por si fuera poco, debido a esto su PIB este año se contraerá más de un 5%. En cuanto a China, es un posible ganador de esta guerra, en el 2019 demandó más de 13 millones de barriles por día, el impacto del Covid-19 ha reducido esta demanda hasta los 10,27 mbd, provocado por la menor demanda de gasolina para transporte terrestre y aéreo por la menor venta de vehículos y menor número de viajes. China no volverá a alcanzar la demanda del 2019 hasta el cuarto trimestre del 2020, cuando se espera que alcance los más de 13.30 millones de barriles por día. Este menor precio del crudo podría seguir cayendo mientras dure el confinamiento, pero facilitará la reactivación de la economía china tras la crisis humanitaria provocada por el Covid-19.

Ángel Enriquez de Salamanca Ortiz es Doctor en Economía por la Universidad Complutense de Madridd y Máster en Relaciones Internacionales en la Universidad San Pablo CEU de Madrid

www.linkedin.com/in/angelenriquezdesalamancaortiz

@angelenriquezs

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