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Biden, el clima y la energía solar

por: Nieves Pérez Rodriguez
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En la agenda demócrata se ha venido contemplando el medio ambiente con carácter prioritario en los últimos años, basándose en los estudios que aseguran que el calentamiento global es una realidad que está destruyendo el planeta y que es imperativo tomar acciones al respecto. La Administración Clinton intentó, en su momento, sumarse al acuerdo de Kioto en 1997 pero no contó con el apoyo del Senado.

El presidente Obama hizo alarde durante sus dos legislaturas de la importancia de estos acuerdos y en efecto firmó la histórica entrada de Estados Unidos al acuerdo de París. Por su parte, el presidente Trump anunció la retirada del acuerdo en junio del 2017, aunque no se materializó hasta noviembre del 2020, debido a las mismas reglas que contempla el acuerdo de París, pues los negociadores de dicho acuerdo incluyeron una cláusula que dificulta y alarga la salida de algún miembro, previendo precisamente que una futura Administración republicana quisiera zafarse rápidamente.

Durante su campaña, Biden mantuvo que regresaría y en efecto, así sucedió. Con una orden ejecutiva Washington retornaba al acuerdo de París. Mucho más sencilla la vuelta, puesto que el mismo acuerdo contempla un reingreso expedito, y en tan sólo un mes ya se puede estar de regreso sin mayores trabas.

Estados Unidos es el segundo país más contaminante del planeta, contribuyendo al 15% de la contaminación mundial. De esa cuota contaminante, el 29% de los gases de efecto invernadero los produce el sector de transporte, el principal emisor, y por lo que la actual Administración está comprometiéndose a dar un giro importante e invertir en los vehículos verdes o recargables. Y el segundo sector es el eléctrico que emite el 25% de los gases.

En ambos sectores el uso de combustibles derivados de fósiles es muy alto. Por lo que Biden presentó un ambicioso plan para reducir las emisiones de esos gases entre un 50 y un 52% para el 2030 en la cumbre de líderes sobre el clima, organizada por la Casa Blanca la pasada semana.

La Administración trató de vender la idea de que tomar medidas para mantener el medio ambiente limpio tiene sentido financiero para las potencias globales, para motivar a otras naciones a sumarse o simplemente seguir con la implementación de políticas ecológicas.

En cuanto a las energías alternativas, el uso de la energía solar es sin duda una de las más competitivas y limpias para el planeta. Y curiosamente China, el país más contaminante, que emite el 30% de la contaminación mundial controla el sector de esa energía casi en su totalidad. De las 10 compañías solares del mundo, 8 son chinas y 1 es estadounidense, mientras que Europa que ha promocionado esa alternativa no posee de ninguna, de acuerdo con Heather Cox Richarson periodista de la BBC.

China no solo es el primer contaminante del planeta, sino que tiene enormes problemas domésticos debido a las tremendas cantidades de carbón que usa en su industria lo que a su vez genera una contaminación en el aire descomunal. Paradójicamente, China precisamente ha venido invirtiendo durante años mucho en investigación y desarrollo de la energía solar y, en efecto, han subsidiado fuertemente el uso de paneles solares en el exterior.

Sagazmente, China ha ido desarrollando y posee el dominio casi total de la producción de esta industria. Según un artículo de Forbes de Kenneth Rapoza, “China se concibe así mismo como la nueva OPEP verde o ecológica”, pues han ido desarrollando una industria solar en la que quieren dominar el mercado mundial, sostiene.

Rapoza afirma que Beijing reconoce la importancia estratégica de la industria de renovables por lo que la energía solar es clave. De posicionarse allí, conseguirían tener el dominio y control de esa dependencia y la fidelidad de los usuarios alrededor del mundo, puesto que son ellos quienes fabrican todo, desde los componentes hasta los paneles solares que son el producto final.

China controla el 64% de la producción de polisilicio mundial, mientras que Estados Unidos solo controla el 10% de ese mercado. El polisilicio es un material que consiste en pequeños cristales de silicio, que son la materia prima para la elaboración de los lingotes y las células solares encargadas de absorber la energía solar. Y China por sí sola controla el 100% de la producción de lingotes que se distribuyen en el mundo.

Muchos países occidentales han promocionado el uso de la energía solar como una alternativa limpia y Estados Unidos ha sido uno de ellos. En efecto, hay Estados que ayudan con subvenciones para que los ciudadanos emigren de la energía tradicional a la solar. Sin embargo, la industria solar estadounidense depende de China para el suministro de los paneles solares y los componentes.

En el juego geopolítico mundial el que controla la cadena de suministro tiene el poder, tal y como lo vimos al principio de la pandemia con la escasez de los suministros médicos, producidos en su mayoría en China.

Washington no sólo debe liderar las cumbres climáticas para disminuir los gases de efecto invernadero sino también promocionar energías ecológicas. Y la energía solar es sin duda una de las más verdes y fáciles de obtener de contarse con el equipo adecuado.

Pero Washington también debe debería revisar la cadena de suministro de esas industrias, porque si Beijing sigue creciendo en esa industria su producción aumentará y seguirán a la cabeza. Y si una parte importante de los Estados Unidos o incluso otros países del mundo migran hacia ahí, por ejemplo, las viviendas unifamiliares de determinados comunidades y barrios de un país, eventualmente esas comunidades, países o Estados estarían en manos de Beijing para la obtención de sus componentes y suministros. Lo que predispone a ser mucho más vulnerable a esas regiones, por lo tanto, se estaría comprometiendo la seguridad nacional.

Biden debe tomar el protagonismo internacional pero más allá de foros y discursos. Estados Unidos debería continuar siendo el pionero tecnológico en el desarrollo de energías alternativas con absoluta seguridad y garantía la producción y obtención de esas tecnologías cuando sean necesarias.

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