Kamala Harris en Asia. Nieves C. Pérez Rodríguez

A finales de la semana pasada, la Casa Blanca anunciaba la asistencia de la vicepresidenta Harris al funeral del primer ministro Abe. En el marco de la visita se va a aprovechar para cubrir temas críticos para las alianzas estadounidenses. Tal y como hemos venido afirmando, la región del Indo Pacífico es la columna vertebral en materia de política exterior y China la mayor preocupación de Washington.

Este es el segundo viaje de Harris a Asia. El primero fue el verano pasado cuando hizo una gira por dos países del sureste asiático, con la intención de generar un acercamiento después de que los primeros meses de la Administración Biden fueron distantes, a pesar de que Washington ha sostenido consistentemente su compromiso de larga data tanto con Vietnam y con Singapur.

ublicó en su momento la oficina de la vicepresidenta “estamos de regreso en una región de importancia crítica en el mundo”. Ese ha sido el mensaje a través de todos los encuentros, visitas e incluso afirmaciones tanto del secretario de Estado como del de Defensa o el mismo Biden.

Este viaje debe servir para robustecer el fuerte compromiso tanto económico como de seguridad que Estados Unidos tiene con el otro lado del Pacifico. En este sentido, el portavoz de la Casa Blanca señaló que esta gira tiene un triple propósito, primero honrar la memoria y el legado de Abe. En segundo lugar, reafirmar el compromiso de Estados Unidos con los aliados en un entorno de seguridad cada vez más complejo. Y el tercero, profundizar el compromiso de Washington con la región del Indo-Pacífico.

La Casa Blanca adelantaba que se aprovecharía para llevar a cabo reuniones estratégicas para discutir temas como la fortaleza de la alianza bilateral con Japón. Una cooperación entre ambos que incluye materia espacial, temas regionales y globales, incluida la estabilidad del Estrecho de Taiwán, la importancia de promover un Indo-Pacifico libre y abierto y la preservación de la paz.

Entre los puntos más destacados de la agenda está la reunión con el primer ministro australiano, Anthony Albanese, que es clave para la discusión del estatus de la región y las actividades del Quad, o alianza cuadrilateral en materia de seguridad entre India, Australia, Japón y EE. UU.

Así mismo, Harry tiene previsto reunirse con el primer ministro surcoreano Han, quien también se encuentra en Tokio, para discutir el eje de seguridad y prosperidad en el Indo-Pacífico.  En la visión de la Administración Biden Corea del Sur es prioritario para atender los desafíos globales empezando por los de la propia península de Corea.

En la visión de la Administración Biden, Corea del Sur es prioritario para atender los desafíos globales empezando por los de la propia península de Corea.

También se prevé encuentros con ejecutivos de empresas japonesas de la industria de semiconductores para debatir sobre los chips y el proyecto de ley en ciencia recién convertido en ley en Washington e intentar persuadir de que tener un marco legal como ese brinda muchos beneficios no solo a los Estados Unidos sino también a sus aliados y socios.

En este sentido, las inversiones en manufacturas en territorio estadounidense ocupan una prioridad muy alta, junto con la elasticidad y diversificación de la cadena de suministros, en pro de prevenir cualquier disrupción sobre todo después de los grandes problemas vistos durante la pandemia. Washington ve en Tokio un aliado estratégico no solo en cuanto a la seguridad y defensa de la región sino también como socio vital en todos los frentes en los que China representa un problema.

En efecto, después de la primera reunión entre Harris y el primer ministro japonés Kishida, la vicepresidenta tuiteó que la alianza entre ambas naciones es más fuerte que nunca. Y ratificó el compromiso de seguir fortaleciendo la alianza, ya que es fundamental para la prosperidad y la seguridad del pueblo estadounidense.

Con la compleja situación internacional, la caída de la economía como consecuencia de la pandemia en todos los países, los altos precios del petróleo, la inseguridad alimentaria producto de la invasión rusa a Ucrania y lo escasa o ninguna transparencia china en el origen de la pandemia y las extremas medidas de contención del virus, ha habido una especie de despertar en muchas naciones. Países que eran aliados como Japón y Estados Unidos, tienen interés en mostrar más sus vínculos, o como la UE y Washington, que han cerrado fila en contra del agresor, sin medias tintas.

Y países que han venido siendo presionados por Beijing para aceptar sus condiciones, empiezan a ver las consecuencias de los estrangulamientos de los créditos chinos, como ha sucedido en Zambia o Sri Lanka, por nombrar casos emblemáticos.

Sobre todo, los países cuyas fronteras están cerca de las chinas o comparten mares con Beijing temen perder la libertad de los mismos, la capacidad soberana de tomar decisiones porque el gigante asiático se imponga por la ley del más fuerte.

Son esos temores los que están acercando viejas alianzas, fortaleciendo acuerdos y recordarles a los mismos estadounidenses que la presencia es insustituible y necesaria. Esperemos pues que la vicepresidenta desenvuelva un buen papel, contenga sus comentarios defensivos frente a la prensa, y el centro de atención lo ocupe los temas en materia de seguridad de la región y desarrollo de alianzas económicas.

 

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