El 8 de mayo, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, reunió en Hawái a sus homólogos de Japón, Australia y Filipinas. Tras el encuentro, que sucedió al que mantuvieron por primera vez el año pasado con ocasión del foro de Shangri-La en Singapur, Austin anunció el lanzamiento del “Squad”, un nuevo grupo regional que también nace en respuesta a las ambiciones y movimientos chinos en la región del Indo-Pacífico. El “Squad”, como es denominado informalmente por el Pentágono, se suma así a una arquitectura de seguridad ya poblada por el Diálogo Cuadrilateral de Seguridad (Quad, integrado por Estados Unidos, Japón, India y Australia) y por una serie de fórmulas trilaterales entre las que hay que incluir al AUKUS (Australia, Reino Unido y Estados Unidos), y a los acuerdos Estados Unidos-Japón-Australia, Estados Unidos-Japón-Corea del Sur y Estados Unidos-Japón-Filipinas. Cuál es el valor añadido de otra plataforma cuadrilateral y si amenaza a la subsistencia del Quad es la inevitable pregunta que se plantea.
La ausencia de India es una de las razones que explica por qué el Squad no sustituye al Quad. Pero hay otro motivo más relevante. Aun siendo innegable que el Quad es el resultado de la percepción compartida de sus miembros sobre el desafío que representan las mayores capacidades chinas, el grupo tuvo que minimizar su identidad geopolítica por la incomodidad que representa para el gobierno indio, opuesto a toda declaración explícita de hostilidad hacia China. El Quad tuvo que reconvertirse para subrayar como objetivos principales la colaboración con respecto a las cuestiones económicas, el fortalecimiento de las cadenas de valor o, incluso, las vacunas durante la pandemia. Pese a llevar la palabra “seguridad” en su nombre, su misión central consiste en contribuir a la prosperidad y la estabilidad regional mediante un orden basado en reglas. Un elemento adicional que limita al Quad (al menos este año), es que los procesos electorales en India y Estados Unidos han hecho inviable la celebración de una cumbre a nivel de jefes de Estado y de gobierno.
Es de este modo como cobra sentido el Squad. En primer lugar, no oculta sus prioridades en el terreno de la seguridad (de ahí la “S” del acrónimo), además de describir sin matices a China como potencia agresora en los mares de China Meridional y de China Oriental. El nuevo grupo viene por otra parte a consolidar un esfuerzo de cooperación en materia de defensa mantenido entre los cuatro actores durante los últimos años, incluyendo la realización de patrullas navales conjuntas (la última de las cuales se desarrolló en abril, en la Zona Económica Exclusiva de Filipinas, mientras se agravaban las tensiones entre Manila y Pekín). La inclusión de Filipinas en vez de India, y el hecho de que son los ministros de Defensa los participantes, son otros dos factores que distinguen al nuevo grupo del Quad (que se reúne a dos distintos niveles: jefes de gobierno y ministros de Asuntos Exteriores).
Al tener ya Estados Unidos un tratado de defensa bilateral con los otros tres miembros, la colaboración cuadrilateral contribuirá a reforzar la interoperabilidad entre sus fuerzas armadas, permitirá obtener una mayor eficacia al complementar sus respectivas capacidades, y maximizará las posibilidades de disuasión frente al desafío que representa China. Al mismo tiempo, se da un nuevo salto adelante en la construcción de una estructura de seguridad que extiende el alcance de las alianzas de Washington mediante plataformas flexibles y adaptadas a un entorno en transformación, que pone también en valor los movimientos desarrollados por sus aliados y socios de manera independiente.
