En la ruta del fideo. Nieves C. Pérez Rodríguez

Inspirada en intentar descubrir si fue Marco Polo el que llevo la pasta a Italia desde China, o si más bien fue al revés, y los fideos se originaron en otro punto a lo largo de la Ruta de la Seda y viajaron hasta ambos polos. Con estas incertidumbres, Jen Lin-Liu se embarcó en una aventura desde la capital china para intentar dar respuesta a esta interrogante y ponerle autor o, al menos, lugar de origen a ese alimento milenario que a tantas generaciones ha alimentado y que, de acuerdo a cada cultura, se consume en sopa, o en plato hondo cubierto por salsa de ostras y soya, o salsa de tomate.

Lin es una escritora estadounidense de origen chino que creció en una familia de clase media cuyos padres, ambos científicos, no dedican mucho tiempo a la cocina o al disfrute de platos complejamente elaborados, más bien lo opuesto. Describe en su libro “la ruta del fideo” (por su nombre en inglés: “on the noodle road”) que quizá esa falta de sabores de la niñez, o la diversidad cultural de California, rodeada de estadounidenses, con padres chinos y educada en la Universidad de Columbia, le generó un limbo identitario lo que la empujó a irse a China a intentar descubrir más sobre su verdadero origen.

Estando en China mientras escribía artículos sobre cultura, viajes y gastronomía para destacados medios occidentales como el New York Time, el Wall Street Journal, Savour, Newsweek, entre otros, asistió a una escuela de cocina y consiguió convertirse en chef. Y posteriormente abrió “The Black Sesame Kitchen” en Beijing, una escuela de artes culinarias que ha conseguido posicionarse como un gran centro de referencia en el área.

Lin comienza a escribir el libro durante su primer año de matrimonio, y expone abiertamente las dudas que le generan el compromiso que acaba de asumir junto con sus intensos deseos de seguir viajando, su pasión por la gastronomía y sobre todo su nuevo reto, descubrir el origen de los fideos, y para ello se embarca en un largo viaje de seis meses, que tiene como objetivo visitar  ciudades en los países que cubren la antigua ruta de la Seda desde China terminando en Italia. El método de transporte que escogió fue siempre el más largo y complicado, el que usaría un local, para que el trayecto fuera también parte de la autóctona experiencia.

Desde el Este hasta el Oeste, esta autora viajó por Asia central y encontró que los fideos son una parte muy importante en la cultura, muy presentes en China, Irán, Turquía y por supuesto en Italia. Sin embargo, afirma que según avanzaba hacia el Oeste, el arroz tomaba más protagonismo en la cocina. Aunque reconoce haber encontrado muestras de que los fideos tuvieron mucha importancia en la cultura persa de hace unos siglos atrás.

Los fideos o la pasta son elaborados a base de agua, harina, y en algunos casos huevos. Lo mismo que sucede con la lasaña, los tortelines, los raviolis o los dumplins. Los dumplins son la versión asiática de los raviolis, hechos de una masa muy fina, rellenos en su mayoría de algún tipo carne, aunque también los hay vegetarianos, y luego son cerrados en forma de empanadillas, se comen o bien hervidos, al vapor, o salteados.

Explica que hubo una migración de fideos y dumplins en la ruta de la seda. La historia de que Marco Polo llevó la pasta a Italia la da por incierta. Pero si cree que la facilidad de transportar tanto dumplins como fideos para los viajeros de otra época fue un mecanismo natural de exportación y supervivencia. A lo largo de su viaje descubre cómo en Asia central los tamaños de estos esenciales de la cocina están presentes en diferentes formas y dimensiones. Pero el elemento común en todos son los ingredientes y las proporciones de estos, que siempre son los mismos en todos los países, la misma cantidad de harina que de agua y por cada 100 gramos de harina 1 huevo. Así como los es el uso del rodillo pequeño para extender la masa, que es bastante más fino y corto que el que conocemos en España.

Según la autora se adentra en Asia Central descubre muchas diferencias culturales con China, incluso antes de salir de territorio chino,  en la región autónoma de Xinjiang, le sorprendió la gastronomía de los uigures, quienes también usan fideos, pero el cordero y las especies turcas son el centro de la misma. Destaca la importancia de las oportunidades que tuvo de entrar en las cocinas privadas de las familias, el haber podido cocinar con las mujeres, sobre todo en las culturas más cerradas y conservadores, en aquellas en las que las mujeres se quitaban el velo en la intimidad de la cocina y se abrían para compartir métodos milenarios, siendo precisamente eso lo que le permitió acceso a otro aspecto más íntimo y únicos de la gastronomía y de las diversas culturas.

Después de recorrer más de 11.000 km, Lin no consigue la respuesta a la incertidumbre que la motivó a hacer el viaje, pues no pudo determinar donde se creó el primer fideo, pero sus largas horas en las cocinas de tantas ciudades con mujeres tan diversas le permitieron probar muchos platillos fascinantes, ingredientes exóticos y aquietar muchas dudas personales sobre su propia relación con su marido, quien le acompañó en algunos tramos del viaje temiendo por su propia seguridad.