En la guerra, casi siempre discreta pero a veces sangrienta y con peligro de extenderse, entre las grandes economías mundiales por la posesión de las llamadas tierras raras y sus elementos para la fabricación de las nuevas tecnologías, está emergiendo Birmania como una pieza fundamental en la pugna entre China y Estados Unidos.
Como revelan las cifras, China concentra gran parte de la producción y procesamiento de estos minerales estratégicos. Según el Servicio Geológico de Estados Unidos, el país asiático posee 44 millones de toneladas de reservas, casi la mitad del total mundial. En 2024, su producción alcanzó 270.000 toneladas, equivalente al 69,2% de la extracción global, mientras que Estados Unidos produjo apenas 45.000 toneladas, según datos del South China Morning Post.
Pero, aunque China domina el procesamiento, depende en gran medida de Birmania, donde la minería, especialmente en el estado de Kachin, se ha convertido en un punto geopolítico muy importante porqueallí opera una milicia armada que está en guerra con la dictadura birmana.
China es uno de los pocos países que mantiene relaciones con el gobierno militar birmano, de modo que se ha asegurado gran parte de estas exportaciones. Sin embargo, desde octubre de 2024, la guerrilla Kachin (KIA) ha tomado el control de minas estratégicas de elementos como el disprosio y el terbio, esenciales para la industria china, lo que ha obligado a Pekín a intervenir directamente para proteger su suministro.
Para salvaguardar sus intereses, China ha asumido un papel de mediador en el conflicto birmano, instando a la KIA y al Ejército a acordar un alto el fuego.