La Asamblea Nacional Popular China ha finalizado su reunión anual con un mensaje de optimismo, nacionalismo, arrogancia y, en teoría, autoestima. A los gestos internos ha acompañado Pekín con mensajes de protagonismo mundial externos, contradictorios, que tratan de mostrar a la potencia asiática como impulsora de procesos de resolución de conflictos y de distensión.
En este sentido debe interpretarse el padrinazgo de un acercamiento entre enemigos irreconciliables, en el plano político y religioso, como Irán y Arabia Saudí que ha acordado reabris relaciones diplomáticas entre ellos tras unos añps de alta tensión y mientas siguen enfrentándose sobre el terreno en Yemen donde cada país apoya a un bando distinto en la guerra civil que dura ya varios años.
Pero hay otros gestos más equívocos y que alertan a los servicios de inteligencia occidentales como el acercamiento de China a Bielorrusia, un estrecho aliado de Putin y que puede ser la vía de suministro indirecto de armas y municiones china a Rusia para paliar sus gastos, su ineficiencia y sus desastres sobre el terreno en Ucrania.
A la vez, China está multiplicando su propaganda, sus sofismas mentirosos o manipuladores a la par que el presidente Xi blinda su equipo de poder, asume más autoridad que la que tuvo el presidente Mao, y multiplica su gasto y sus gestos hacia sus fuerzas armadas.
Todo junto puede significar que las dificultades económicas son mayores que las admite China y el PC nec4esita un discurso duro, propagandista, nacionalista y soberbio que mantenga a la usanza del comunismo clásico, una unidad oficial basada en el terror y en las aenazas exteriores hacia s dictadura. Pero no hay aque olvidar las enormes capacidades chinas, su ola de influencia, las debilidades occidentales y la complicidad con Pekín de algunos elementos en las sociedades democráticas y esas bazas, hasta ahora China las juega sin pudor.