La gran pregunta que mantiene a los analistas internacionales en vilo y a los gobiernos en ambos lados del Atlántico alerta es lo que llevó a Alfredo Toro Hardy a escribir su último libro, publicado por World Scientific en agosto de este año. Con el título: China versus USA. ¿Quién prevalecerá?, la obra escrita en inglés aporta datos y elementos claves que, a lo largo de la historia de ambas naciones, definen su liderazgo y su posición en el mundo.
El autor comienza explicando los elementos individuales que hacen la rivalidad entre ambos actores tan compleja. Parte de una explicación histórica basada en el origen de cada imperio. En cuanto a China, explica, posee una historia milenaria que se sustentado sobre los mismos principios a lo largo de cada una de sus etapas. Cada dinastía se consideró el centro del universo, pero su universo era realmente Asia, porque era lo que ellos conocían y todo aquel que no era chino, era considerado como “bárbaro”.
China dominó el comercio en la región, se reconocían asimismo como superiores y, por lo tanto, merecedores de controlar Asia. Pasó de tener el mayor PIB en el mundo durante el siglo XVIII al más pequeño durante la I Guerra Mundial. La caída de China tuvo lugar justo en el momento en el que despegaba Estados Unidos, en un extraordinario crecimiento que lo convirtió en la gran potencia del siglo XX.
Toro Hardy hace un recorrido por las relaciones bilaterales de ambos países. Todo comenzó, explica, con el presidente Nixon quien en 1969 defendió públicamente abrir relaciones con China. Así como también lo hacía Mao Zedong en Asia. En el proceso, Henry Kissinger visitó Beijing un par de veces en 1971 para abonar el camino a lo que serían las relaciones que estaban a punto de comenzar.
Finalmente, Nixon visita Beijing y con ello Estados Unidos reconocía al PC chino como legítimo gobierno de China; y China, por su parte, aceptaba el liderazgo estadounidense en la región asiática. Tal y como dice el autor: “Solamente Nixon con una trayectoria anticomunista pudo haber hecho esta maniobra y no salir perjudicado”.
Fue Estados Unidos quien insertó a China en el mundo globalizado, quien le dio acceso a fondos del Banco Mundial y el Fondo Monetario internacional, así como otras organizaciones internacionales. Y muy importante, acceso a “mercados no comunistas”. Pero, afirma el autor, fue China quien aprovechó todas esas plataformas para dejar atrás el siglo de humillación, en el que tuvo lugar las guerras del Opio y la pérdida de territorios.
En diciembre de 1978 con el slogan de “Apertura y Reforma” el comité del PC chino inauguraba una nueva etapa, tanto doméstica como internacional. Y fue también en la era de Deng Xiaoping que se acuñó la frase de “socialismo con características chinas”, que el autor describe como pragmatismo chino acertadamente.
El autor, un diplomático de carrera venezolano, cuenta además con una larga trayectoria académica, desmenuza los elementos que han hecho que China se haya convertido en un único modelo de desarrollo en tan sólo unas pocas décadas. Explica que China ha estudiado el modelo de desarrollo estadounidense y lo ha copiado. Entendieron rápidamente que la ciencia y la tecnología son la clave para competir por el liderazgo internacional. Así como la educación debía convertirse en el centro para sacar de la pobreza al pueblo y reposicionar al país. “El gobierno chino invierte 20% de su presupuesto en educación, y a eso se le tiene que sumar, además, el gasto que hacen muchísimas familias en pagar por educación privada para sus hijos, tanto dentro como fuera de China. Este presupuesto llega a ser el 50% del presupuesto del Estado. China es el país número uno en enviar jóvenes a estudiar en el exterior, y muchos de ellos tienen como destino los Estados Unidos.
China ha hecho una fusión de lo que ha aprendido de sus errores mientras mantiene sus valores históricos. Un ejemplo de ello es el “Tin Xia” que consiste en un sistema en el que generan dependencia de sus vecinos hacia ellos, como el mejor sistema de dominación pacífica. Elemento que parece haber tomado mucha importancia durante la pandemia, y no sólo de sus vecinos, sino del resto del planeta, con la carencia que hubo de insumos médicos y farmacológicos.
Aunque el Toro Hardy deja claro que el liderazgo de Estados Unidos no es discutible de momento, pues Silicon Valley sigue siendo el centro tecnológico número uno del mundo, o que Estados Unidos posee 11 de las 20 mejores universidades del planeta, y en cuanto al poderío militar, posee el más robusto sin duda. No obstante, el abandono de los foros internacionales, como el TPP en Asia, ha sido un gran desliz, pero el peor error de Washington, afirma, ha sido desperdiciar a sus aliados. Además de la su situación doméstica, la polarización en la visión de la sociedad en manos de los políticos vaticina un futuro complejo para esta nación.
El autor resume que: “de Mao a Xi, China fue del hermetismo a convertirse en el promotor de liderazgo asiático del siglo XXI”. Mientras que Estados Unidos ha pasado de exportar sus valores democráticos alrededor del mundo a su política de “American First”.
Al final, son dos modelos distintos, el modelo chino dirigido y financiado por el Estado, siendo eso lo que lo llevó a producir el milagro chino. Y el modelo de libre mercado de los Estados Unidos con un sector privado muy potente, que ha servido de puente para mantener esa supremacía internacional. Aparentemente dos modelos irreconciliables, s, pero que irremediablemente les tocará coexistir.