La semana pasada el secretario de Estado -Mike Pompeo- hizo público el último informe sobre los derechos humanos (2019), tal como se ha venido haciendo desde 1977, y, según el propio Pompeo, “Washington, con este informe, envía un mensaje a aquellos quienes violan los derechos fundamentales y les recuerdan que pagarán el precio de sus abusos, que serán meticulosamente documentados y publicados”. En esta larga lista, China ocupa un puesto especial, por la cantidad de violaciones de derechos humanos que tienen lugar en el gigante asiático. Solo en el 2018, dice el informe, China intensificó su campaña de detención de grupos minoritarios musulmanes en niveles récord.
Hoy, más de un millón de uigures, kazajos étnicos y otros musulmanes están internados en campos de reeducación diseñados para borrar sus identidades religiosas y étnicas. Aunque también hay que decir que Beijing está incrementando su persecución contra los cristianos, los tibetanos y cualquier persona que defienda puntos de vista diferentes a los del gobierno chino, señala el informe presentado por Pompeo.
Sin embargo, los números que manejan las organizaciones pro-uigures como UHRP (por sus siglas en ingles Uyghur Human Rights Project) son mucho mayores, pues estiman que podrían ser hasta tres millones los uigures detenidos en los centros de reeducación o campos de concentración -que es como los denominan estos grupos-, en los que afirman que ocurren torturas, violaciones, políticas de asimilación cultural o imposición de los valores del Partido Comunista y limpieza étnica.
Se estima que hay unos 10 millones de uigures en territorio chino, específicamente en la región autónoma de Xinjiang, que es un territorio muy extenso de 1.6 millones de km2, y que cuenta con enormes riquezas naturales, entre ellos gas y petróleo. Además, esta región es paso de la famosa Ruta de la Seda que ha vigorosamente reactivado Xi Jinping.
Desde el gobierno estadounidense, el Senado ha mostrado especial preocupación por lo que está ocurriendo con esta etnia. Han venido haciendo durante un largo tiempo un trabajo minucioso de investigación para comprender en qué consisten las prácticas del Estado chino, y así intentar neutralizarlas.
Un buen ejemplo es que después del informe de “Human Rights Watch” de finales del 2017, en el que se identificó a Thermo Fisher, como la proveedora de ADN a la policía en la Región de Xinjiang, el Senado abrió una investigación que culminó en la decisión para dicha empresa estadounidense de dejar de vender sus servicios en Xinjiang. En la investigación se determinó que estaban recogiendo muestras sin permiso de los ciudadanos para poder tener data de sus orígenes, determinar quién era cada individuo con precisión y así seguir aumentando las bases de datos de ciudadanos que tanto ha beneficiado al Estado chino para vigilar y controlar a la población.
Paradójicamente, China confía en empresas estadounidenses como Thermo Fisher, empresa de biotecnología que estudia ADN, células, anticuerpos, etc. O las empresas que fabrican microchips y otros componentes, creados también por estadounidenses, que son necesarios en la construcción de los equipos de inteligencia artificial usados por Beijing para vigilancia de Estado. Y la razón es el nivel de precisión en los resultados y sus equipos.
La Administración Trump cuenta con varias figuras claves que son abiertamente críticas con China y que han dedicado una gran cantidad de tiempo a estudiar cómo neutralizar sus injustas prácticas económicas. Pero también hay que resaltar que, desde el Senado y en comisiones bipartidistas, hay una gran preocupación con la violación de derechos humanos en China de mano del gobierno. De hecho, el día internacional de la mujer, el Senador Bob Menéndez -demócrata- en el pronunciamiento oficial remarcó a las mujeres que son prisioneras políticas, como miles de mujeres uigures que se encuentran en los campos de detención y que son forzadas a renunciar a su religión musulmana y su lengua y memorizar propaganda comunista china. Y como, por extensión, miles de niños son separados de sus padres y enviados a orfanatos.
Los uigures son una etnia en peligro porque para el Estado chino son la representación de valores y creencias diferentes. Por la tanto, acabar con ellos es la forma más eficiente -en su comprensión política ideológica. Y en el fondo no deja de ser un buen ejemplo de cómo el partido comunista chino visualiza su perpetuación en el poder. (Foto: Andres Musta)