El encuentro en persona de Biden y Xi finalmente tuvo lugar en el marco de la cumbre del G20 en Bali, Indonesia. Viejos conocidos que la política ha unido en varias ocasiones desde hace unos diez años. Los primeros encuentros fueron cuando ambos se desempañaban como vicepresidentes de sus respectivos países y este lunes ambos líderes se daban la mano como presidentes de ambas naciones que acaban de ser fortificados en sus posiciones.
Las relaciones entre ambos siempre han sido cordiales, la veteranía se nota y los intereses han sido el timón de esa cortesía. Quienes han tenido ocasión de compartir con Xi en el plano más personal lo describen como un líder encantador. En el caso de Biden es aún más evidente su cercanía y calidez. Con ver imágenes del encuentro vemos un Biden extraordinariamente sonriente que se acerca a Xi con seguridad, pero a su vez expresando complacencia.
Biden recibió las relaciones más deterioradas en la historia de los últimos 30 años entre Beijing y Washington y ha expresado desde que tomó posesión que China es la prioridad número uno de la agenda exterior estadounidense. La estrategia de Seguridad Nacional del 2022 de la Administración Biden tenía contemplaba como prioridad central a China, aunque la guerra de Ucrania produjo una alteración de las prioridades y se direccionaran masivamente recursos hacia Kiev para contener las ambiciones rusas y con ello enviar a Moscú un mensaje directo de no tolerancia a la violación de la soberanía de un Estado independiente. Mientras, China mantuvo un comportamiento de complacencia con Moscú y de no interferencia pública para prevenir un efecto boomerang, es decir que luego vengan a ellos terceros a darles lecciones.
Muchos analistas valoran como positivo el encuentro debido a que podría producir cambios positivos o al menos algún tipo de acercamiento. Sin embargo, si se analizan los puntos tratados en las tres horas de reunión no hubo ningún avance significativo en ninguno de ellos.
Se abordó la necesidad de contención de Corea del Norte, ya que el único que puede conseguir algo de moderación en la postura de Kim Jon-un es China, que es su vecino y principal proveedor y aliado. Y que desde que se ha dedicado a hacer pruebas misilísticas ha incrementado la inestabilidad de la región y con ello del resto del mundo.
La guerra de Ucrania fue otro punto neurálgico y, aunque se sabe que la economía china por primera vez en 20 años va a sufrir un crecimiento de casi la mitad de lo que estimaban, verán más de los efectos de esa guerra afectando negocios, intercambios y la estabilidad y la economía internacional.
Se trató de los derechos humanos en China, algo de lo que se ha hablado tanto en Washington, y que cada principio de año sale recitado en el informe del Departamento de Estado sobre Derechos Humanos, que además, en el caso de las minorías musulmanas chinas en Xinjiang, se ha reportado con datos fiables y fotografías satelitales que existen violaciones consistentes y permanentes, así como centros de detención por los que se sabe que han pasado cientos de miles de uigures.
Y por supuesto, Taiwán, la joya del pacífico. Valga resaltar que el propio presidente Biden en cuatro ocasiones distintas ha afirmado literalmente: “Nosotros tenemos un compromiso con Taiwán” e incluso cuando ha sido cuestionado directamente sobre si defendería militarmente la isla ha dicho sí, sin titubeo alguno.
Xi, por su parte, dijo que la línea roja en Taiwán no debe ser traspasada. Haciendo una clara declaración de autodeterminación y llamando a la detención a cualquier aspiración contraria a su posición.
Por su parte, el equipo de la Casa Blanca salió del encuentro con la convicción de que Beijing no tiene planes apremiantes de invadir Taiwán, a pesar de que el mismo Xi no fuera tan explícito ni directo acerca del tema.
Las palabras de Biden de “yo creo absolutamente que no hay necesidad de una guerra fría” podrían interpretarse como blandas, porque aun cuando es cierto que la tensión de guerra fría no beneficia a ninguna de las partes, hay razones de peso para que las relaciones entre ambos se encuentren en el punto en el que están.
Tal y como afirmaba Katie Rogers y Chris Buckley en una columna del New York Times, “en lugar de que el encuentro fuera una especie de momento de confrontación entre democracia y autocracia, cada uno pareció estar más de acuerdo con en que sus intereses nacionales se habían vuelto vulnerables por la pandemia, el cambio climático, la guerra de Ucrania y la crisis económica”
Biden, en su discurso posterior al encuentro, fue diplomático y no mencionó puntos clave como el futuro de Taiwán, la rivalidad militar y tecnológica entre los dos países más poderosos del planeta o los mismos centros masivos de detenciones en Xinjiang. Por el contrario, como resultado del encuentro se acordó que el Secretario de Estado Anthony Blinken visitará China en el futuro…