Isabel Gacho.- “El concepto de 5G es engañoso ¿Cuál es la diferencia entre 4G y 5G? La lógica dice que como 5 es mayor que 4 tiene que ser mejor. Y por eso están trabajando en el 6G. No me extrañaría nada que dentro de poco se dijeran que están trabajando en el 7G. Eso es una locura. Sin ni siquiera saber lo que es el 5G, sin ni siquiera haber pasado el teorema de Shannon–Hartley. No hay ninguna magia en el 5G”.
Quién habla es Qing Wei, un experto en transformación digital afincado en Pekín con más de 25 años de experiencia en el campo de la computación y las telecomunicaciones para empresas líderes del sector. Ha vivido en primera persona la revolución tecnológica China, y trabajó codo con codo con Jack Ma y Pony Ma en sus inicios. “Básicamente soy un tecnology guy trabajando en el campo de la tecnología, en telecomunicaciones”, resume con humildad. Desde 4Asia nos reunimos con él y nos ofreció un discurso que nos obliga a enfrentar el debate sobre los retos que pone en la mesa la tecnología desde arriba, para evitar el ruido. Un discurso que cuestiona nuestro propio conocimiento para analizar el mundo en el que vivimos.
“He empezado a pensar que los problemas actuales en materia de seguridad hay que analizarlos partiendo de la pregunta ¿Nuestra sociedad es la misma que antes o ha cambiado completamente?” comienza. “En ciencias de la computación siempre decimos: enmarca el contexto primero. Ningún argumento es un argumento a no ser que establezcas primero unos límites que lo definan. Es dentro de unos límites donde se puede llegar a conclusiones”. Partiendo de la premisa, continúa. “Y ahora el contexto ha cambiado. Debatimos sobre privacidad de datos, RGPD… pero yo lo enfrento desde otro punto de vista. Proteger la privacidad es una estrategia defensiva, pero si miramos a la sociedad que viene, una de un nivel superior de sofisticación, dependeremos de los datos y debemos hacer buen uso de ellos y entenderlos como bien común. El problema que subyace es el buen uso. ¿En manos de quién se encuentran las cantidades enormes de datos? De las grandes corporaciones. En el caso de China de los BAT, que ni siquiera los comparten con el gobierno. En nuestras sociedades tendemos a pensar que el gobierno lo sabe todo. Que tiene la respuesta para el futuro. Pero yo lo pongo en duda. Sobre todo, a la luz de la velocidad a la que se desarrolla la tecnología”.
“Efectivamente a los políticos les falta el punto de vista tecnológico. Y viceversa. De tal forma que los políticos o filósofos ven que algo va mal, pero no son capaces de presionar el botón adecuado. Por otro lado, desde el mundo de la tecnología se entiende que los políticos y los medios solo son capaces de ver síntomas (brecha digital, privacidad de datos…) pero no la causa. Yo creo que la causa es un cambio sustancial. Todo el contexto ha cambiado. Seguimos entendiendo el mundo a través del pensamiento ilustrado, y eso fue hace ya más de 2 siglos. La filosofía debe cambiar una vez que hayamos entendido mejor el mundo”.
Este desconocimiento, argumenta Qing Wei, es muy peligroso. “Cuando estudias de verdad la tecnología, ves que la estamos entendiendo como una religión. ¿De verdad sabemos qué está pasando? Creo que muchas veces obtenemos conceptos relativos a la tecnología a través de los medios de comunicación sin preguntarnos ‘¿Quién ha escrito esto?’. Normalmente no son científicos. De hecho, la mayoría de los medios ofrecen el miedo, pero no la solución. Y el miedo es algo muy poderoso. El mensaje que nos llega es ´vosotros sois los perdedores porque no sabéis qué está pasando, pero os digo que hay peligro ahí fuera´. En lugar de empoderar a la gente para que pueda manejar su miedo, la idea es ´sígueme, iremos al futuro´. Y creo que ese es el problema fundamental que tenemos ahora mismo”.
“En China, por ejemplo, la solución que ofrecen es ´escucha a Jack Ma´ o a cualquier otro ídolo. Para ilustrar como hemos llegado a este punto yo uso una metáfora: Hay un foso con un cocodrilo y la gente asume que solo hay una manera de escapar, nadar a través del foso para llegar al otro lado. Pero nadie sabe cómo hacerlo. Entonces, de repente, alguien salta y consigue cruzar. Mira atrás, saluda, y todo el mundo piensa ´ese es nuestro dios´. No tenía pensado ser un líder, no sabe cómo lo ha hecho, pero ahí está. Eso es lo que ha pasado con los líderes tecnológicos. Es verdad que tienen visión, pero no son visionarios, solo presionaron el botón adecuado sin saber que lo era. Entonces, ¿Cómo podemos, como sociedad, confiar en ellos cuando ni ellos mismos saben con exactitud qué botón pulsaron hace diez, cinco años?”.
¿Ha alguna solución? “Lo que necesitamos son líderes honestos que digan ´yo tampoco lo sé´. Pero ahora mismo nos encontramos en una situación como la de la fábula de los ciegos y el elefante. ¿Y qué podemos hacer? Aprender de la experiencia. En la industria tecnológica hay un dicho de Linus Tordvals muy famoso: “hablar es barato, enséñame el código”. Es cierto que la mayoría de la gente no puede leer código, y a lo mejor puede parecer exagerado, pero en esta época, en esta era, todos tenemos que entender cómo funcionan los ordenadores. Si no, siempre vamos a ser engañados”.