Washington.- Las relaciones comerciales y diplomáticas entre Beijing y Washington han estado en una cuerda tensa durante meses, gracias a la determinación del presidente Trump de equilibrar el déficit comercial que el año pasado se cerró en 377 mil millones -a favor de China- y de proteger la economía estadounidense.
La posible guerra comercial parecía enfriarse, o al menos daba la sensación de que se concedía una tregua a raíz del encuentro del G20 en el que Xi Jinping y Trump acordaron un plazo de 90 días para imponer el aumento de tarifas a productos chinos que deberían haber entrado en vigor a principios del año nuevo. Sin embargo, la Administración Trump no baja la guardia y, por el contrario, solicita a Canadá la extradición de Meng Wanzhou, la directora financiera de tecnología de la multinacional china Huawei, especializada en móviles y alta tecnología, lo que cambia el escenario completamente y pone en jaque las relaciones diplomáticas entre ambas naciones.
Huawei es la compañía de telecomunicaciones más grande del mundo y la segunda que más móviles inteligentes vende, según Forbes. Fundada en 1987 por Ren Zhengfei, ex militar chino y padre de la actual directora financiera, quién se encontraba en Vancouver y fue detenida por las autoridades canadienses a petición de Estados Unidos, y quien tendrá que comparecer en un tribunal en New York.
La línea entre las grandes multinacionales chinas y el Estado chino siempre se cruzan. En el gigante asiático todo pasa por el Estado y el Partido Comunista chino. En varias ocasiones se han visto funcionarios chinos expresando su deseo de exportar tecnología 5G, por citar un ejemplo, que es una de las grandes áreas comerciales de Huawei. El estado chino ha financiado compañías como ésta para impulsar su crecimiento internacional, porque son fuentes de riqueza, de penetración e influencia global.
La multinacional, a principios de año, anunció que tiene firmado acuerdos con 45 operadoras mundiales. Pero también podría ser una especie de máquina de espionaje industrial y estatal, en el que Beijing consigue información privilegiada gracias a la penetración de estos sistemas.
A mediados de año, hubo un antecedente con ZTE, otra compañía de telecomunicación china a la que la Administración Trump casi envía a la quiebra por haber violado las sanciones contra Irán, en la que el mismo Xi Jinping se vió obligado a mediar para salvarla. Lo que prueba que las autoridades estadounidenses llevan meses investigando estas multinacionales, sus negocios, relaciones comerciales y sus labores de espionaje.
En julio, Gran Bretaña publicó un informe oficial que explicaba los brechas y problemas técnicos de Huawei, en el que se afirmaba que habían abierto las redes de telecomunicación del país a nuevos riesgos. En agosto, Australia y Nueva Zelanda vetaron a ésta misma multinacional para ser proveedores de la red 5G. Y la razón del veto fue el peligro que representa para el Estado. Paralelamente, tanto Corea del Sur como Japón están también evaluando las operaciones de dicha empresa en sus territorios, y el Estado nipón ya decidió sacar tanto a ZTE como a Huawei de sus licitaciones públicas.
La solicitud de la extradición de Meng Wanzhou, es en sí misma un giro diplomático importantísimo que no tiene precedentes al que China podría responder con una acción semejante, pues esta ejecutiva china forma parte de una de las familias más influyentes y poderosas en China, que seguramente cuenta con acceso directo a Xi Jinping.
También llama la atención la discreción con la que se manejó el hecho durante los primeros días, ninguno de los Estados se manifestó inmediatamente o tan siquiera fue filtrado a la prensa hasta pasados varios días de haber sido capturada por Canadá.
La violación de unas sanciones de Irán que supuestamente Huawei no respetó, y razón de la detención de la directora de esta multinacional son sin duda la primera razón, y en este sentido la agencia Reuters informó que las transacciones fueron hechas a través del banco británico HSBC. Pero en el fondo la amenaza de “poner en riesgo la Seguridad Nacional” es una razón perfectamente defendible y altamente justificable para bloquear las operaciones de cualquier multinacional.
Las implicaciones de que los países más poderosos, y potencialmente los clientes más atractivos, estén bloqueando multinacionales chinas abre un nuevo escenario que obligará a Beijing a jugar bajo la normativa de respeto de la normativa internacional y la privacidad, si quieren seguir expandiendo sus negocios. Para formar parte del club de los grandes no sólo hay que tener dinero, sino que hay que jugar bajo las reglas del club.