El presidente Donald Trump ha insistido en las últimas horas en la necesidad de un acuerdo nuclear a tres (con Rusia y China) que, en su opinión, daría estabilidad y sentaría las bases para un reordenamiento de los grandes conflictos actuales.
Rusia hace tiempo que acepta sentarse a hablar de esta posibilidad, aunque ha puesto condiciones relacionadas con Ucrania y Oriente Medio y China ha admitido que este asunto fue abordado en los últimos encuentros para buscar un acuerdo comercial con Estados Unidos. Un acuerdo como este significaría la consagración de China como potencia y socio mundial de las dos grandes potencias nucleares, aunque a falta de esa consagración, el gobierno de Pekín hace tiempo que viene ejerciendo como tal.
Sin embargo, Washington y Moscú tienen que despejar antes una incógnita al respecto de los viejos acuerdos para la contención nuclear. El Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START III), que Moscú y Washington suscribieron en 2010 y que vence el 5 de febrero de 2021, es el único tratado de limitación de las armas estratégicas ofensivas que queda vigente entre Rusia y Estados Unidos y, aunque Rusia ha mostrado su disposición a renovarlo, la Administración estadounidense todavía no ha anunciado si planea prorrogarlo. El pasado 31 de julio, el entonces asesor de Seguridad Nacional del presidente de EEUU, John Bolton, declaró que es poco probable que el START III se prorrogue porque tiene “defectos”.
En cualquier caso, un acuerdo así necesitaría acuerdos sobre esferas de influencias (de ahí que Moscú ponga Ucrania sobre la mesa) y ahí entraran, además, el Báltico, el Mar Negro, y Oriente Próximo, pero también Corea y Asia Pacífico.