Home Asia INTERREGNUM: OCS vs. OTAN. Fernando Delage

INTERREGNUM: OCS vs. OTAN. Fernando Delage

por: 4ASIA
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Por tercer año consecutivo, la cumbre de la OTAN mencionó a China en su comunicado final. Pero esta vez, en el texto hecho público el 10 de julio, tras la reunión de 75 aniversario en Washington, no se limitó a llamar la atención sobre el desafío sistémico que representa el gigante asiático para la seguridad euroatlántica, sino que describió a la República Popular como el “facilitador decisivo” de la guerra de Ucrania a través de su apoyo a Rusia. La asociación estratégica entre Pekín y Moscú se había visto reafirmada de hecho sólo unos días antes, con ocasión de la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), celebrada en Astana el 3 y 4 de julio. Ambos encuentros revelan la consolidación de una dinámica de bloques, con dos grupos enfrentados geopolítica e ideológicamente sobre el futuro del orden global.

Al hacer hincapié en la relación entre Rusia y China, la OTAN lanza un mensaje sobre la percepción compartida por sus miembros sobre el escenario internacional y sobre su determinación de formular una estrategia dirigida a contrarrestar la coordinación entre las dos potencias revisionistas. En la cumbre del pasado año aún se mantenía la esperanza de que China pudiera “desempeñar un papel constructivo” para poner fin a la guerra de Ucrania, y que “condenara la agresión rusa”. En la de 2024 se ha considerado a Pekín como responsable de que el conflicto continúe, amenazando la paz del Viejo Continente.

Además de exigir a China que cese en su apoyo político y material a Moscú, así como en sus “tácticas coercitivas y sus esfuerzos para dividir a la Alianza”, los participantes en la cumbre expresaron su preocupación porque la guerra en Europa pueda amplificar el margen de maniobra de la República Popular en el Indo-Pacífico. La presencia en Washington de los líderes políticos de Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda ilustró que europeos y asiáticos ya no viven en esferas separadas. Hay una notable discusión de fondo, sin embargo, sobre el posible papel de la Alianza en la región, al que se oponen varios Estados miembros, con Francia a la cabeza.

Es un debate que parte de las muy insuficientes capacidades militares europeas, y de la conveniencia de un reparto geográfico de tareas entre los socios atlánticos. Tampoco quiere provocarse a China ni obstaculizar la cooperación con otros socios asiáticos, contrarios a una política de contención de la República Popular. En cualquier caso, el espacio objeto de atención es marítimo, ignorando los esfuerzos de China y Rusia por reconfigurar Eurasia, como se confirmó en la cumbre anual de la OCS.  En este último encuentro no sólo se formalizó la incorporación de un nuevo miembro, Bielorrusia, sino que se hizo patente la ambición de Moscú y de Pekín de convertir a la organización en un contrapeso cada vez mayor de Occidente; una ambición que apareció reflejada en los discursos de los presidentes ruso y chino, más que en los documentos de la reunión.

En su intervención, Putin manifestó su convicción de que “un mundo multipolar se ha convertido en una realidad”. La OCS y los BRICS, declaró, son los principales pilares de este nuevo orden mundial; son organizaciones que “impulsan el proceso de desarrollo global y el establecimiento de una genuina multipolaridad”. “Bajo las circunstancias de la nueva era, indicó Xi por su parte, nuestra organización [la OCS] es extremadamente popular y sus Estados miembros tienen amigos en todo el mundo”. Para Putin, el principal camino es “un nuevo sistema de garantías bilaterales y multilaterales de seguridad colectiva en Eurasia” que permita “eliminar gradualmente la presencia de potencias externas en la región”. Para Xi, los instrumentos preferentes son los económicos—comercio e infraestructuras—mediante la promoción de la Nueva Ruta de la Seda, pero persigue igualmente el objetivo de reducir el papel de Estados Unidos en la región y dividir a las democracias occidentales (como revela, por ejemplo, su acercamiento a Hungría).

Aunque es improbable que la OCS se convierta en un igual de la OTAN—por su estructura, por sus capacidades, y por la división entre sus miembros (el primer ministro indio, Narendra Modi, prefirió no asistir a la cumbre)—, sería un error minusvalorar la dinámica puesta en marcha por Putin y Xi. Mientras Estados Unidos y la OTAN discuten sobre el Indo-Pacífico, la influencia de China y de Rusia en la Eurasia continental continuará en ascenso.

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