INTERREGNUM: Purgas en el Comité Central. Fernando Delage

Del 20 al 23 de octubre se celebró en Pekín la cuarta sesión plenaria del Comité Central elegido en el XX Congreso del Partido Comunista Chino en 2022. El encuentro, que tenía como principal objetivo definir las grandes líneas de la agenda económica para los próximos cinco años, sirvió asimismo para confirmar la expulsión del Partido y de las fuerzas armadas de nueve generales.

El Pleno dio el visto bueno, en efecto, al borrador del XV Plan Quinquenal (2026-2030), cuya aprobación final será competencia, en marzo, de la Asamblea Popular Nacional. El Plan anterior, aprobado en circunstancias marcadas por la guerra comercial de la primera administración Trump y por la pandemia del Covid 19, desveló una estrategia dirigida a acelerar el poderío tecno-industrial chino. La evolución del contexto internacional explica igualmente que el nuevo Plan, sin romper la continuidad con su antecesor, subraye aún en mayor medida el imperativo de la autonomía tecnológica.

La estrategia económica del presidente Xi Jinping no es tanto, en consecuencia, un programa de crecimiento como un proyecto de seguridad nacional. La creciente incertidumbre económica global, las presiones a favor de la desglobalización, y la amenaza de nuevas sanciones por parte de Estados Unidos condicionan el margen de actuación chino. Como respuesta, la República Popular movilizará sus recursos para seguir reduciendo la dependencia de tecnología extranjera, incrementar la productividad, y maximizar los instrumentos con que cuenta para prevenir los riesgos externos. Con tal fin, China planea duplicar las inversiones en inteligencia artificial, semiconductores, infraestructuras digitales e industrias avanzadas. El anuncio, el 8 de octubre, del establecimiento de unos controles sin precedente a la exportación de tierras raras fue otra indicación de esas prioridades.

El próximo Plan, discutido por el Comité Central sólo unos días antes de que Xi se vea con el presidente Trump en Corea del Sur con ocasión de la cumbre anual de APEC, viene a representar por tanto el fin de una era en las relaciones entre ambos países. Con el convencimiento de que nunca se volverá a la estabilidad de décadas anteriores, las autoridades chinas han apostado con determinación por mitigar la vulnerabilidad estructural de su economía y erosionar la capacidad norteamericana para obstaculizar su ascenso global.

El Pleno ratificó, por otra parte, la destitución de once miembros del Comité Central, incluyendo a nueve generales, acusados de corrupción y de pérdida de disciplina. Entre ellos destaca la figura del general He Weidong, miembro del Politburó y hasta la fecha segundo vicepresidente de la Comisión Central Militar. Ningún general en activo en la Comisión había sido expulsado desde la Revolución Cultural (1966-1976). Le sustituye en el puesto otro veterano general, Zhang Shengmin, que no formará parte, sin embargo, del Politburó, por lo que este órgano central del Partido Comunista se queda con 23 miembros.

Los analistas no interpretan la purga como un simple movimiento contra la corrupción, sino como un reflejo de la obsesión del Partido, es decir, de Xi, por el control más absoluto del Ejército de Liberación Popular. Todos los cargos expulsados fueron nombrados por el actual presidente, como ocurrió igualmente con el ministro de Asuntos Exteriores, Qin Gang, desaparecido de la escena pública en 2023, los dos consecutivos ministros de Defensa arrestados en 2024 o, más recientemente, el ministro de Agricultura.

Ni el nuevo Plan Quinquenal ni los ceses en el Comité Central pueden desvincularse del comienzo de las preparaciones del XXI Congreso del Partido, en el que, en otoño de 2027, Xi espera asegurarse un cuarto mandato como secretario general. Ambos son indicación, al mismo tiempo, de una China que, en un contexto de crecientes tensiones con Estados Unidos, se prepara para un eventual escenario de confrontación.

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