La transformación de las relaciones entre Estados Unidos e India ha sido uno de los cambios más relevantes que se han producido en Asia en los últimos 25 años, al dejar ambos países atrás el alejamiento que mantuvieron durante la Guerra Fría. A partir en particular de la llegada al poder de Narendra Modi en 2014 la relación alcanzó un nivel sin precedente, impulsada en no escasa medida por la estrecha sintonía personal existente entre Modi y Trump. Al comenzar el segundo mandato de este último, Modi fue uno de los primeros líderes extranjeros en visitar la Casa Blanca, y nadie dudaba del interés norteamericano en seguir contando con India como uno de los más cercanos socios con los que contrarrestar la creciente influencia china en la región del Indo-Pacífico.
Sin embargo, en un giro que no termina de entenderse, el presidente de Estados Unidos decidió humillar a India como antes había hecho con los aliados europeos. Por una parte, recibió a solas en junio al jefe de las fuerzas armadas de Pakistán, semanas después del más grave choque en décadas entre Islamabad y Delhi. Por otro lado, el 27 de agosto impuso a las exportaciones indias unos aranceles del 50 por cien, las tarifas más elevadas impuestas por Trump, y que sólo ha recibido también Brasil (en el caso de Pakistán, han sido de un 19 por cien). Mientras describió a India como una economía “muerta” (no importa que registre una de las más altas cifras de crecimiento del planeta, y por encima de la norteamericana), justificó dichos aranceles por la compra de petróleo ruso (como si no lo hicieran también otros países, a los que no ha tratado de la misma forma).
Todo parece apuntar a razones de tipo personal. Pakistán atribuyó a la Casa Blanca el cese el fuego en su última confrontación con India, y propuso a Trump como candidato al premio Nobel para la paz. Ninguna de las dos cosas ha sido defendida por Modi. Pero con independencia de las causas últimas, son sus consecuencias las que hay que analizar.
Los efectos en India son tanto económicos como políticos. Con respecto a los primeros, la mayor preocupación, más que sobre el impacto inmediato sobre las exportaciones a Estados Unidos (relativamente modestas), se refiere a los planes de crecimiento a largo plazo. La necesaria expansión del sector industrial requiere no sólo acceso a los consumidores norteamericanos, sino conseguir que las grandes compañías multinacionales trasladen parte de sus inversiones desde China a India. Si los aranceles que afronta India son mayores que los de otros potenciales competidores de la República Popular a efectos de producción (como Vietnam por ejemplo), la posibilidad de consolidarse como alternativa a China se reduce drásticamente.
En el frente político se ha producido una fuerte reacción interna contra Trump, irónicamente en una de los pocas naciones del mundo donde era visto con simpatía. Por primera vez en dos décadas, las relaciones con Estados Unidos se han convertido en un tema central del debate político nacional, con la oposición y parte de los medios acusando a Modi de debilidad frente a las amenazas de la Casa Blanca. Aquellos que, en la comunidad diplomática y de defensa, siempre dudaron de las intenciones de Washington se ven por otra parte reivindicados, y hacen hincapié, unos, en la necesidad de reforzar la tradicional independencia estratégica del país, o bien —otros— en avanzar hacia un mayor acercamiento a Pekín y Moscú.
Sea cual sea la evolución de la política exterior india durante los próximos meses, lo único cierto es que, con su repentina hostilidad hacia Delhi, Trump ha cometido uno de los mayores errores de su presidencia. No lo suficiente para desmantelar del todo una relación que se ha había construido pacientemente desde la administración Clinton, pero la desconfianza que se ha ganado por parte india será difícil de deshacer. Modi ya no tendrá incentivos para sastisfacer las exigencias norteamericanas, proporcionando así una ventaja geopolítica —una más— a Pekín, sin que ello suponga, no obstante, el fin de las divergencias bilaterales con la República Popular.