La visita de cuatro días de la vicepresidenta estadounidense a Asia ha dejado sentada una vez más la línea central de la política exterior de los Estados Unidos, su visión y prioridades, así como el fortalecimiento de la alianza con Japón, que es clave para cumplir el proyecto de seguridad de Washington, tal y como lo afirmó la misma Harris. Y con Corea del Norte para garantizar la paz en la península.
Como adelantó por la Casa Blanca, la gira tenía un triple propósito. Primero honrar la memoria y el legado de Abe y a su vez mandaba al pueblo japonés un fuerte mensaje del compromiso de Washington, aun cuando la organización del funeral de Estado estuvo envuelta de polémica y cierta oposición doméstica. En segundo lugar, reafirmar la presencia de Estados Unidos a sus aliados en un entorno de seguridad cada vez más complejo. Y el tercero, profundizar el compromiso de Washington con la región del Indo-Pacífico.
Un artículo del Washington Post de Cleve R. Woortson Jr. Y Michelle Ye Hee Lee hizo un curioso análisis sobre el rol de Harris en la visita para resaltar el rol de la mujer y cómo aprovechó la oportunidad en dos sociedades fuertemente contraladas por hombres para en dar un mensaje que invita al cambio con comentarios como “cuando las mujeres tienen éxito, toda la sociedad tiene éxito” o “la medida real del estado de una democracia se mide por la fuerza y la posición de las mujeres” o para “fortalecer la democracia debemos prestar atención a la equidad de género y trabajar duro para mejorar la condición de la mujer en todos los sentidos”.
La visita dejó imágenes de encuentros repletos de hombres y Harris como única líder, desde el funeral de Abe, en la que se reportaba que las filas de hombres en los lavabos eran inusualmente largas, mientras que en los de mujeres estaban vacíos debido al numeroso número de caballeros. Hasta comentarios como que ella portaba trajes casi idénticos a los de los hombres con los que se sentó a conversar.
Lo cierto es que muchos de esos hombres estaban encantados de tener la oportunidad de sentarse hablar con la segunda al mando en la Casa Blanca y aprovechar para transmitirle sus problemas de seguridad, sus dificultades en mantener los valores democráticos en la región e intentar conseguir más concesiones económicas, tal y como lo hicieron las empresas japonesas de la industria de semiconductores con las que negociaron sobre los chips y que pidieron que fuera reconsiderado el proyecto de ley en ciencia recién convertido en ley en Washington, para que no extiendan los beneficios de la ley hasta ellos.
La segunda parte fue en Corea del Sur, donde además de reunirse con el presidente Yoon Suk Yeol visitó la Zona de desmilitarización fronteriza que divide a las dos Coreas, Hanbando Bimujang Jidae, que se ha convertido en parte obligada e icónica de las visitas oficiales. Y la respuesta de Pyongyang a visitas oficiales también se ha convertido en una especie de práctica habitual en la que corresponden con alguna detonación que demuestre que no están tan complacidos con la llegada.
En su conocido esfuerzo por hacerse sentir, Pyongyang exhibió su arsenal con tres rondas de lanzamiento de misiles la semana de la visita, lo que es un exceso hasta para los norcoreanos pero que entra en la lógica de mantener el pulso con Washington.
Cuando aún Harris se encontraba en Japón, el ejército japonés detectó que Corea del Norte había disparado dos misiles balísticos de corto alcance el miércoles, y lo volvieron hacer antes de que saliera hacia Washington el domingo. Y nuevamente dos más fueron lanzados al mar a pocas horas de haberse marchado de Seúl.
En este sentido, Victor Cha, ex asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca y profesor de la Universidad de Georgetown, aseguró en una entrevista a principios de esta semana que Corea del Norte está lista para realizar su séptima prueba nuclear. En consecuencia, anticipa sanciones adicionales lideradas por EE.UU. y Japón, así como más movimientos de activos militares estadounidenses a la península de Corea después de la prueba.
Cha sostiene que el cambio reciente en la estrategia de Pyongyang, es decir repensar el “NFU o No First Use” de armas nucleares, posiblemente se deba a las lecciones aprendidas de la invasión rusa de Ucrania.
Se espera que la visita de Harris suavice las tensas relaciones entre Japón y Corea del Sur y que, además de generar un acercamiento entre ambas naciones, al final se consiga una cooperación trilateral entre Tokio, Seúl y Washington que es la vía que visualiza la Casa Blanca para mantener el estatus de Taiwán, la libertad de navegación de los mares y la seguridad en el Indo-pacífico.