Washington.- “El papel de China en la región latinoamericana recibió un impulso cuando Donald Trump retiró a los Estados Unidos del Tratado del Libre Comercio (TPP por sus siglas en inglés). Las dudas creadas por Trump sobre la permanencia en el TPP han creado una oportunidad para otros países, como China, en México”. Sin embargo, la mayoría de los países de las Américas preferirían establecer relaciones comerciales con los Estados Unidos, dados los lazos históricos, culturales, y los altos estándares que las compañías estadounidenses mantienen en los países en los que se asientan. Esta es la opinión de Mark Feierstein, con el 4Asia tuvo ocasión de conversar esta semana a propósito del incremento de la presencia china en América Latina. Feierstein estuvo en el Consejo de Seguridad del presidente Obama y ejerció en la Casa Blanca como el asesor de más alto nivel sobre América Latina. Trabajó en la iniciativa del proceso de paz en Colombia y en la apertura hacia Cuba junto con muchos otros programas de asistencia en Centroamérica.
En su opinión, en la retirada de los Estados Unidos del sistema de comercio internacional no se trata tanto de lo que significa para China y su expansión como actor económico, sino de lo que implica para ese mismo sistema la renuncia a las condiciones de unas reglas de equilibrio que imponen las empresas estadounidenses para exportar y depender de las cadenas de suministro mundiales, más eficientes.
Respecto a esta región, los intereses chinos son esencialmente económicos y no necesariamente implica buscar influencia política. “Los valores democráticos en los que están comprometidos las sociedades latinoamericanas son anatema para China”.
Según con nuestro entrevistado, China continuará buscando oportunidades comerciales donde quiera que estén disponibles, especialmente a medida que su economía continúe expandiéndose y se convierta en la primera economía del mundo. Las iniciativas de «one belt, one road» para conseguir miles de millones de dólares de inversión en infraestructuras pueden centrarse en los países a lo largo de la antigua Ruta de la Seda que lo vinculan con Europa, pero sus inversiones en otras partes del mundo siguen un patrón similar.
Feierstein sostiene que la posición de Estados Unidos en el mundo se ha desplomado bajo el mandato de Trump. Washington es percibido como un socio diplomático poco fiable, un asociado económico hostil y un actor que ya no defiende la democracia ni los derechos humanos. Con la retirada económica de Estados Unidos, con sus luchas comerciales y la salida de acuerdos comerciales, países como China seguirán su expansión aún más y conseguirán mayor influencia global. Suponiendo que Trump, impopular y poco ético, no sea reelegido o no termine su mandato, un sucesor de la Administración demócrata tendrá que hacer un gran esfuerzo para restablecer el liderazgo y la posición de Estados Unidos en el mundo, afirma nuestro experto.
Mientras, Washington, centrado en librar sus batallas domésticas y proteger sus industrias, pone en marcha políticas de máxima presión económica internacional, con gravámenes que paradójicamente terminan teniendo un impacto en la economía estadounidense de rebote, o simplemente se ausenta de acuerdos comerciales, va dejando espacios abiertos que oportunamente Beijing va tomando.
Tal y como afirma Feierstein, China no lo hace con la aspiración política de ostentar poder o mayor liderazgo, sino con la intención meramente económica de crecer y expandir sus negocios. Sin embargo, ese liderazgo llega por añadidura; el mayor socio comercial va ganando poder para cambiar las reglas del juego e imponer las suyas propias. Y las reglas a las que juegan los chinos no son las que benefician al país receptor, ni las que protegen a su industria doméstica, ni mucho menos a la fuerza laboral o el ambiente.