La desaparición de Peng Shuai, la conocida tenista china, ha generado un revuelo internacional mucho mayor que el que anticipó el Partido Comunista Chino cuando eliminó su publicación del 2 noviembre en su cuenta de Weibo.
Weibo es la red social china equivalente a Twitter y que cuenta con unos 445 millones de usuarios. Peng publicó un largo mensaje en el que aseguraba que había sido forzada a tener un encuentro íntimo con Zhang Gaoli, un alto dirigente del partido comunista, un personaje que no solo ha dirigido como segundo a bordo un ministerio chino, sino que ha liderado el Politburó del PC chino. Desde entonces ha estado desaparecida de la vida social china.
Peng ha tenido una carrera prominente y su fama tras ganar Wimbledon en 2013 y Roland Garros en 2014. Desde entonces, la prensa deportiva siempre la ha tenido presente, aunque ya no está en el pico de la fama como en su mejor época. Sin embargo, ha sido una tenista respetada por su trayectoria, vista como una estrella en China y cuenta con amigos internacionales debido a sus competiciones.
En efecto, algunos de esos amigos salieron a las redes sociales a pedir explicaciones de la desaparición de Peng. Con el #WhereisPengShuai Twitter ha tenido una avalancha de comentarios y publicaciones y muchos medios han dado cobertura a la noticia de la desaparición de la atleta. El basquetbolista Enes Kanter, que se ha dedicado hacer campaña a favor de los derechos humanos en los últimos meses, escribió un artículo de opinión en el Wall Street Journal en el que pedía que las Olimpiadas fueran reconsideradas por el bien la tenista. Otros, como la joven tenista Naomi Osaka y muchos otros atletas, se sumaron a la pregunta: ¿Dónde está Peng Shuai?
Naciones Unidas preguntaba dónde está Peng Shuai por Twitter mientras que en Washington D.C., durante el fin de semana, tuvo lugar una concentración en apoyo a Peng, y hasta el Ministerio de Relaciones Exteriores británico urgía a China a mostrar evidencias del paradero de la tenista.
Fue tal la presión internacional que curiosamente el pasado fin de semana Peng aparecía en videos muy cortos subidos a Twitter, plataforma que no cuenta con autorización para operar en China pero que claramente fue subido allí para calmar la cantidad de preguntas de personalidades prominentes y autoridades internacionales que han venido reclamando conocer el paradero de la atleta.
Los videos, todos muy cortos, mostraban a la china en un torneo de tenis en la que participaba como invitada junto a otras autoridades, pero que en el fondo se veía muy poca gente presente en las gradas. O una cena con su entrenador y un grupo de amigos que claramente se hizo para difundir y en el que se mencionaba el día que se había grabado, para que no se pudiera especular que era un video previo al incidente.
También sostuvo una videollamada con el presidente del Comité Olímpico Internacional Thomas Bach a quien le dijo que se encontraba bien mientras pedía respeto por su privacidad. Curiosamente, privacidad que ella misma alteró con la publicación en la que confesaba un episodio oscuro de su propia vida. Bach publicaba un comunicado posterior a la videollamada en el que decía que fue positivo verla pero que seguía la duda que estuviera libre y pueda tomar decisiones propias libremente.
Al final, todo esto refleja que China, aunque se empeñe en seguir cerrada y mantener a sus ciudadanos absolutamente controlados, hasta por sus opiniones en redes sociales les hace pagar un precio por ello. Ni siquiera el ser una atleta de primera categoría, que ha dejado a China en lo alto, ha blindado a Peng de las duras practicas del PC chino.
Pero, además, el hecho de que Beijing ha sentido la presión internacional hasta el punto de que ha decidido sacar a la tenista a dos eventos públicos, publicar fotos y videos y le ha permitido hablar con el presidente del Comité Olímpico internacional, es una demostración de que por más que se empeñen en cerrarse y en reclamar el principio internacional de no intervención en sus asuntos internos, en un mundo cada vez más globalizado no se pueden aislar del todo.
Si China necesita al mundo para vender sus mercancías, para seguir creciendo económicamente, para liderar internacionalmente las organizaciones de poder e influencia internacional, también le toca asumir la cuota de responsabilidad que viene con ese liderazgo que tienen y que quieren seguir aumentando.
El caso de esta atleta es un gráfico ejemplo de la manera como opera el PC chino, pero también del mundo global, con sus ventajas y desventajas, el mundo de las redes sociales y el gran impacto que tienen en nuestra vida cotidiana. Y hasta el gobierno chino con sus sistemas de vigilancia social tan sofisticados tendrá que asumir parte del coste político y diplomático de esta nueva realidad.