La OTAN, en su última cumbre y con el protagonismo recobrando de EEUU que incluyó la presencia del presidente Joe Biden, ha analizado las amenazas actuales y los escenarios de la evolución de estos riesgos a corto, medio y largo plazo. Y uno de los asuntos que ha suscitado más polémica y análisis detallado ha sido el factor militar de las amenazas y cuánto riesgo en ese terreno suponen cada una de las dos grandes potencias enfrentadas a Europa y Estados Unidos: Rusia y China.
Y en ese punto ha surgido una discusión interesante. Para la Administración Biden, la amenaza militar a tener cuenta proviene de Rusía mientras que China representa un riesgo menor y a medio plazo, y esta opinión es compartida por algunos países europeos como Alemania.
La presencia de unidades militares de élite en la frontera con Ucrania, la anexión de Crimea y la presión sobre las repúblicas bálticas por parte de Rusia (unido al apoyo incluso militar) al tambaleante régimen despótico de Bielorrusia, marca sin duda las prioridades de una alianza que nació como escudo frente al peligro soviético.
Pero otros analistas a ambos lados del Atlántico señalan que detrás de esa opinión hay una visión reduccionista y anticuada sobre las amenazas militares. Señalan que es indudable la amenaza rusa por su historia, su tradición y sus capacidades. Pero añaden que esos factores están matizados por una economía con dificultades, la existencia de unidades y tecnología del ejército ruso con falta de mantenimiento.
Y subrayan que e concepto moderno de guerra, incluyendo la desestabilización del adversario con elementos cibernéticos y de desinformación, la existencia de países con gran debilidad institucional en la periferia o entre los aliados de occidente y el desarrollo ruso y chino en el concepto de guerra híbrida cambia el escenario-
Así, la disposición de holgura presupuestaria de China, su paciente y segura penetración de influencia en Asia Pacifico y Oriente Próximo y sus grandes inversiones en tecnología militar merecerían más atención.
Es cierto que es más posible, aunque remoto de momento, de un choque directo de EEUU y la UE con Rusia, no hay que dejar de tomar medidas para proteger a Taiwán, donde China acabará interviniendo a medio plazo, o la contribución indirecta de China al refuerzo de la capacidad agresiva de Irán.