Washington.- Las fuertes protestas en Chile han tenido eco en la escena internacional. Santiago de Chile estaba preparándose para ser el anfitrión de la APEC a mediado de noviembre y el gobierno de Piñera se ha visto presionado a suspenderlo antes la ola de violencia y destrucción. La principal consecuencia ha sido la suspensión del encuentro entre Donald Trump y Xi Jinping en el que se tenían las esperanzas puestas para formalmente poner en acción algún tipo de acuerdo comercial entre Estados Unidos y China.
En medio del desconcierto de cuál será el próximo paso, el ministro de Comercio chino afirmaba el pasado jueves que “el alivio arancelario sería una parte del primer acuerdo de tarifas”. A lo que Trump contestó un día más tarde que no se había acordado la reversión de tarifas aún. También Peter Navarro -el asesor de intercambios comerciales de la Casa Blanca- aseguraba que “No hay acuerdo en este momento para eliminar las tarifas existentes como una condición para alcanzar un acuerdo”.
Entre comentarios de ambos lados del Pacífico transcurrió la semana. Y la cerró Lou Jiwei, ex ministro de Finanzas chino, quién afirmaba en el foro industrial el sábado en Beijing que “Estados Unidos ha sido secuestrado por el nacionalismo y el populismo y está recurriendo a la intimidación”. Mientras, afirmaba que los esfuerzos de Washington por contener a China no funcionarán, porque Beijing opera en una economía de mercado que está integrada con las cadenas de valor mundial que no dependen de Estados Unidos.
Lou pronostica que una rivalidad tan fuerte entre ambas naciones puede acabar en una guerra financiera entre China y Estados Unidos, refiriéndose al intento de bloqueo de ZTE y Huawei.
Las declaraciones de Luo marcan un cambio de postura de China, puesto que hasta ahora había intentado manejar la situación con diplomacia y guantes de seda. Pero las declaraciones del final de la semana pasada son una muestra de que Beijing se siente acorralada y que está cambiando la estrategia a una de mayor presión. Además de que están sintiendo los efectos de las tarifas impuestas por Washington.
Christopher Balding -economista, profesor de la Universidad de Pekin e investigador de la ESADE- publicaba un artículo en Bloomberg en el aseguraba que el comercio total de Estados Unidos no está disminuyendo. Por el contrario, está creciendo a un ritmo similar a una década atrás. Una disminución en los envíos hacia y desde China se ha compensado con el aumento del comercio con socios como Vietnam y México. Afirma que el mercado global es muy grande y los bienes pueden sustituirse fácilmente, los fabricantes absorberán los aumentos de precios y los trasladarán a diferentes productores.
Pero el problema al que se enfrenta Trump ahora es de otra índole, es doméstico. El “impeachment” o juicio político es una especie de nube negra que ha llegado a Washington y que tiene distorsionado el ambiente. Mientras Trump intenta desesperadamente usar sus tweets para desviar la atención, en el congreso y los medios de comunicación estadounidenses no se habla más que de eso.
Como si fuera poco, el país está en cuenta regresiva para las elecciones presidenciales del 2020, la evaluación de su gestión no es positiva porque no se ven resultados tangibles, en efecto, lo más probable es que Trump pierda apoyo en los Estados claves, que lo llevaron a la presidencia, como Iowa, Wisconsin y Michigan, así como Minnesota- que, en las elecciones pasadas, aunque lo ganó el partido demócrata cuenta con un fuerte electorado republicano-. En estos estados agrícolas los productores se han visto perjudicados por la guerra comercial y las tarifas. Por lo que Trump podría hacer llegar a un acuerdo con Beijing al último minuto sólo para garantizarse el voto en esos estados claves.
Si eso sucede, todo el tiempo que se ha invertido en “la llamada guerra arancelaria” no habría servido de nada. Y el acorralamiento de Washington a Beijing, que ha tenido efectos en la economía china, como su desaceleración, será recordado como un intento fallido de hacer que China juegue bajo las reglas del comercio internacional.
Y tal y como ha sido repetido por varios funcionarios estadounidenses, el mismo Robert Lighthizer -el representante comercial de la Casa Blanca-, “la razón de los aranceles por 250 mil millones de dólares son una forma de asegurarse que China cumpla con sus compromisos y los mantenga por un largo plazo”.