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INTERREGNUM: Encuentros multilaterales. Fernando Delage

La última semana ha sido prolífica en cuanto a la celebración de encuentros interregionales. Con pocos días de diferencia, China ha mantenido una reunión con sus vecinos de la ASEAN y con el continente africano. Por su parte, cuando se cumplen 25 años de su nacimiento, el proceso Asia-Europa (ASEM) celebró su 13ª cumbre.

Aunque China y la ASEAN tuvieron en octubre su cumbre bilateral anual, el 22 de noviembre se encontraron de nuevo con motivo del 30 aniversario del establecimiento del diálogo formal entre ambas partes. El sureste asiático es uno de los principales espacios de competición entre Washington y Pekín, y China continúa dedicando notables esfuerzos al aumento de su influencia en la subregión. Para marcar un cambio de etapa en las relaciones bilaterales, el presidente chino anunció que se elevará el nivel de la asociación estratégica con la ASEAN, en reconocimiento de la importancia de la organización en la arquitectura asiática y global. Xi indicó, por otro lado, que China ofrecerá 150 millones adicionales de vacunas al grupo, donará 1.500 millones de dólares en ayuda al desarrollo los próximos tres años, e importará más de 150.000 millones de dólares en productos agrícolas en cinco años.

Apenas una semana después de su reunión virtual con el presidente de Estados Unidos, Xi no dejó de aprovechar la ocasión para denunciar los actos “contrarios a la paz, el desarrollo y la cooperación”, en una velada referencia al acuerdo firmado en septiembre por Estados Unidos, Reino Unido y Australia (AUKUS). El presidente chino declaró su intención de adherirse tan pronto como sea posible al protocolo del tratado del sureste asiático como zona libre de armamento nuclear.

Si bien Asia es la prioridad diplomática de China, su relación con África está adquiriendo una relevancia cada vez mayor. Hace poco más de 20 años que se puso en marcha el Foro de Cooperación China-Africa (FOCAC), cuyo octavo encuentro trienal  se ha celebrado el 29 y 30 de noviembre en Dakar. El crecimiento de los intercambios económicos desde entonces ha sido espectacular. El comercio entre ambos ha aumentado de 10.000 millones de dólares en el año 2000 a más de 200.000 millones de dólares en la actualidad (lo que supone algo más del 20 por cien del total del comercio exterior africano). La inversión directa anual china en África se incrementó, por otra parte, desde algo menos de 75 millones de dólares en 2003 (año a partir del cual hay datos disponibles), a 5.500 millones de dólares en 2018 (en 2019 cayeron a 2.700 millones de dólares, para aumentar de nuevo, pese a la pandemia, a 4.200 millones de dólares en 2020). El stock acumulado se ha multiplicado casi por 100 en este período: de 490 millones de dólares en 2003 a 43.400 millones de dólares en 2020 (46.100 millones en 2018), lo que hace de China el cuarto mayor inversor en África desde 2014.

Las proyecciones de crecimiento de esas inversiones permiten estimar que, en diez o quince años, será el primer inversor externo. A todo ello hay que añadir los préstamos concedidos por la República Popular a África: unos 153.000 millones de dólares en los últimos veinte años. Como indica el nuevo Libro Blanco sobre el continente, hecho público por Pekín en vísperas de la cumbre, China está comprometida a integrar estrechamente su propio desarrollo con el de África, reforzando su presencia en infraestructuras, tecnología, salud y educación. Ya hay en funcionamiento más de 100 parques industriales en los que las inversiones chinas—cada vez más diversificadas—contribuyen a la modernización industrial africana y a la creación de empleo.

La relación China-África es en consecuencia una variable a la que europeos y americanos deben prestar atención, aun cuando los primeros no pueden desatender de manera más inmediata el desafío asiático. Pero en contraste con el impulso de Pekín a sus redes multilaterales, la cumbre de ASEM, celebrada con Camboya como anfitrión el 25 y 26 de noviembre, ha pasado prácticamente inadvertida. Tras la adopción en septiembre de su estrategia hacia el Indo-Pacifico, y la próxima presentación de la iniciativa “Global Gateway”, que desarrolla y adapta la estrategia de interconectividad Asia-Europa de 2018 al contexto actual, podía esperarse un mayor interés. Después de todo, ASEM representa en torno al 50 por cien del PIB global y la mitad de la población del planeta, y es el único instrumento multilateral en el que Bruselas y los Estados miembros coinciden con sus interlocutores asiáticos. La amplitud de su representación puede ser quizá una de las razones de que se haya convertido en otro ejercicio burocrático, pero no deja de llamar la atención el contraste con la manera en que China saca partido a sus medios diplomáticos

FORO INTERNACIONAL “EL FUTURO DE LAS RELACIONES ASIA-EUROPA”. Isabel Gacho Carmona

Un mundo apolar en el que no sabemos dónde está nuestro eje gravitacional, un mundo donde imperan los conflictos híbridos y las zonas grises, un mundo complejo y desregulado donde cada vez es más difícil prever los acontecimientos. Así describía el panorama actual el pasado 20 de febrero la jefa de la Oficina de Política de Seguridad Nacional y Estrategia, Irene Blázquez, en la Conferencia Inaugural del Foro “El futuro de las relaciones Asia-Europa”. El evento, organizado por la Universidad Europea, trató temas como el futuro del proceso ASEM, las relaciones estratégicas en Asia-Pacífico o el futuro de las inversiones españolas en Asia.

La importancia de ASEM como foro internacional para la cooperación en diversas materias, y que cuenta actualmente con 53 miembros asociados: 51 países y la Comisión Europea y el Secretariado de la ASEAN, fue resaltada tanto por los Embajadores de Vietnam e Indonesia como por la subdirectora de Política Comercial de Ministerio de Industria.

En lo referente a las relaciones estratégicas entre ambos continentes, el foro estuvo marcado por el mantra del giro de China hacia un papel de rule maker e institution builder. Esta aspiración a ser potencia global, para Blázquez, se sustenta en tres patas: La proyección económica mediante la inversión en sectores estratégicos, la creación de infraestructuras y la deuda pública de países occidentales. Respecto a la estrategia global de la Unión Europea, pese a su “falta de músculo” y su “carácter intergubernamental”, para la experta en Seguridad, estamos ante una revitalización de la política exterior común, “la estrategia Mogherini o el hecho de que la PESC tiene actualmente 17 proyectos en marcha son prueba de ello”.

No todos los ponentes, sin embargo, compartían esta visión optimista. El profesor García Cantalapiedra, por ejemplo, argumentaba que la UE no tiene credibilidad estratégica. “Hablas de la PESC y te preguntan por la OTAN” “nos falta esa pata y hay que completarla” “hay que pasar de actor civil a actor estratégico”. Para Cantalapiedra, en lo referente a las relaciones UE-Asia, nuestro problema es que no estamos en ese escenario y, al no estar presentes, no tendremos un sitio en las mesas de negociación. “Reino Unido y Francia, por ejemplo, sí que tienen sus propias estrategias para Asia”. Dado el fin del orden multilateral liberal, el profesor propone que la UE y la ASEAN deberían estrechar su relación por razones estratégicas en un nuevo orden de bloques regionales.

La profesora García Abad, por su parte, habló del siglo XXI como el Siglo del Pacífico frente al siglo XX que hubiera sido el Siglo del Atlántico, de Asia como un escenario donde perviven algunas dinámicas de la postguerra fría (como Taiwán o la península coreana) o de el (pre)dominio (descendiente) de EEUU en la región. En este sentido, para García Abad la salida de EEUU del TTP fue un error incomprensible “salir de un tratado de estas características teniendo una competición con otra potencia es dejarle todo el espacio”.

Respecto al futuro de las inversiones españolas en Asia, se resaltó el cambio sustancial que supone que muchos países de la región hayan pasado de ser “meras fábricas” a mercados en sí mismos con el auge de las clases medias. Asia es un mercado muy competitivo, pero al ser tan grande ofrece muchas oportunidades: “aunque lleguemos tarde a la merienda, siguen quedando ganchitos y Coca-Cola para todos” apuntaba Miguel López, director de relaciones institucionales de GESTAMP. (Foto: Diah Nugraheni)