Entradas

THE ASIAN DOOR: Materias primas e innovación en la estrategia de derisking chino. Águeda Parra

Mientras China lleva años impulsando la innovación y el desarrollo como palanca para promover un crecimiento económico con fuerte componente tecnológica, las sanciones tecnológicas de Estados Unidos suponen para el gigante asiático alcanzar el objetivo de convertirse en una economía avanzada poniendo mayor énfasis en sus propios recursos. La estrategia de posicionarse como actor clave en la cadena de suministro, y liderar determinados sectores vinculados al desarrollo de la sostenibilidad, como los coches eléctricos, las baterías eléctricas y las energías renovables, va a resultar decisivo para mantener una senda de crecimiento económico cercana a las estimaciones previstas para este año.

A esta compleja redefinición del modelo de crecimiento se suma además el objetivo del gobierno chino de que sean las empresas estatales las que impulsen la innovación, buscando a la vez definir una estrategia en la que no se vean desplazadas las aspiraciones de las empresas privadas de los próximos desafíos después de haber protagonizado la vitalidad innovadora de las últimas dos décadas. Con independencia de cómo termine configurándose la estructura empresarial, el punto en común está en la apuesta por la innovación y el desarrollo científico.

En este camino hacia la autosuficiencia, China comienza a dar pasos significativos adelantando por primera vez a Estados Unidos en la proporción de artículos publicados en las principales revistas de ciencias naturales en 2022, según el último informe de Nature Index. A pesar de que pasar de los avances científicos a las capacidades tecnológicas lleva tiempo, las empresas que cotizan en China están impulsando una vitalidad innovadora que ha alcanzado los 228.000 millones de dólares en programas de I+D durante 2022. Una cifra que representa un aumento de 2,6 veces en los últimos cinco años y que va acompañada de algo más de 3 millones de investigadores, de los cuales más de 69.000 corresponden al equipo de I+D de BYD, líder mundial en ventas de coches eléctricos e híbridos enchufables en 2022.

Mientras el gobierno chino promueve este relevo, siguen siendo las empresas privadas, esta vez las vinculadas con la economía sostenible, las que lideran la innovación tecnológica en su sector. Nombres destacados de esta nueva fase, y que además se posicionan como lideres mundiales, son las empresas chinas CATL y BYD, competidoras entre sí en la fabricación de baterías eléctricas, y ambas promotoras de situar los minerales tecnológicos como elemento clave en la cadena de suministro.

Una estrategia empresarial muy vinculada a la innovación y con la que CATL ha irrumpido en la prestigiosa clasificación Fortune Global 500 en la que están representadas las principales empresas del mundo por ingresos, pasando directamente a ocupar el puesto 292. Anuncios como el lanzamiento de un nuevo modelo de batería de fosfato de hierro y litio (FLP) con autonomía de 400 kilómetros y carga de 10 minutos marcan un nuevo hito para impulsar la sostenibilidad y refuerza su liderazgo en el sector.

En esta nueva edición de la lista destaca el potencial de la economía sostenible, protagonizando BYD, ya presente en la anterior edición, el mayor ascenso, pasando del final de la lista a ocupar el puesto 212, adelantando 224 posiciones.

Ambas dos empresas chinas se caracterizan por tener un importante dominio de la cadena de suministro, ampliando sus líneas de negocio para incorporar también la extracción de los minerales que son claves en la transición energética. Los últimos acuerdos de CATL para explorar las reservas de litio de Bolivia, y de BYD en Chile, reflejan una orientación empresarial en la que liderar la cadena de suministro es el epicentro de su estrategia empresarial. Se diferencian así de otros competidores, pero, en general, de todo un sector de la sostenibilidad donde la vitalidad innovadora surge a través de nuevas startups pero sin que los minerales tecnológicos clave alcancen todavía un nivel estratégico en el proceso productivo y en la estrategia empresarial.

Y es que, liderar el mercado en términos de capacidad de producción y cuota de mercado está cada vez más ligado a apostar por un buen posicionamiento en la cadena de suministro. Y en este punto, incorporar el factor geopolítico asociado a la toma de decisiones se está convirtiendo en un valor estratégico al alza en una década en la que las sanciones tecnológicas por parte de Estados Unidos y las restricciones de determinadas materias primas por parte de China buscan equilibrar un entorno competitivo cada vez más complejo.

THE ASIAN DOOR: El factor China en la cadena de suministro de las baterías eléctricas. Águeda Parra

Poniendo en perspectiva la rivalidad tecnológica entre China y el resto de grandes potencias en lo que a transición digital y energética se refiere, los avances alcanzados por el gigante asiático en materia de tecnología de energías limpias, tanto en renovables como baterías eléctricas, sitúan a China en una posición de dominio, teniendo el resto de países una clara dependencia del gigante asiático. Por el contrario, la transición digital muestra el escenario inverso, situando a China en la carrera por la autosuficiencia tecnológica en la fabricación de chips avanzados. Mientras los chips que se necesitan en la fabricación de coches eléctricos no son excesivamente sofisticados, las baterías eléctricas sí son un elemento clave donde el factor China ejerce especial presión sobre todas las etapas en la cadena de suministro.

Cuando a nivel global las grandes economías buscan aumentar su autonomía estratégica y fortalecer su autosuficiencia tecnológica, el dominio de China del 50% del suministro global de baterías, muy por delante de la cuota de mercado que tienen sus rivales de Corea del Sur y Japón, es un factor muy a tener en cuenta en el actual escenario de creciente tensión geopolítica. Los grandes protagonistas son el fabricante chino de baterías CATL, con un 37,1% de cuota de mercado, y suministrador para fabricantes de automóviles como Tesla y Volkswagen, y el también fabricante de coches eléctricos BYD, cuyo crecimiento le ha situado con una cuota del 13,6%, desplazando en este ascenso a la surcoreana LG Energy Solution y situándose como el segundo mayor productor del mundo.

La competitividad de los fabricantes de coches eléctricos estadounidenses y europeos está, por tanto, vinculada actualmente, y en gran medida, a la dependencia de las baterías chinas. Tanto la fortaleza en el desarrollo tecnológico como el control de la cadena de suministro son elementos clave para entender el dominio de los fabricantes chinos. Todo ello les ha permitido tener mejores economías de escala que sus rivales, y competir con mejores precios ante la creciente subida que han experimentado el níquel y el litio en los últimos años, metales esenciales en esta industria.

Mientras la industria de la automoción está abordando un cambio de paradigma que está impulsando que sean las empresas chinas las que inicien un proceso de internacionalización para competir con sus rivales europeos en su propio territorio, la tendencia en la industria de las baterías está adoptando la misma estrategia, aunque en este caso, no se trata tanto de competir con otros rivales sino de beneficiarse del auge en la fabricación de coches eléctricos en otros hubs productivos. El fabricante CATL comenzó su expansión en Europa con una fábrica en Alemania, la primera fuera de China, a la que le seguirá una nueva planta en Hungría. Y no será el único.

No obstante, el atractivo del mercado chino de coches eléctricos está propiciando que otros importantes protagonistas de la industria sigan apostando por construir fábricas de baterías en territorio chino. A pesar de la creciente tensión geopolítica entre Estados Unidos y China, Tesla seguirá apostando por incrementar su protagonismo en uno de los hubs de automoción más importantes del mundo, aprovechando el mejor posicionamiento de China en la cadena de suministro de baterías, para seguir aumentando su inversión en el país con la construcción de una fábrica de baterías en Shanghai, con inicio de producción en el segundo trimestre de 2024.

Evitar presiones sobre la cadena de suministro se ha convertido en una de las principales preocupaciones en la industria, buscando reducir la influencia que las tensiones geopolíticas puedan tener en posibles disrupciones en la producción de baterías y, por tanto, en la fabricación de los coches eléctricos. Conseguir asegurar la disponibilidad del elemento clave en la movilidad sostenible pasa, por tanto, por fortalecer las capacidades de los fabricantes incorporando en su línea de producción la fabricación de baterías, una estrategia recientemente adoptada también por la empresa china Xpeng, uno de los tres ensambladores de coches eléctricos más importantes de China.

El factor China en la fabricación de baterías es susceptible que se reduzca a medida que vayan surgiendo nuevos players en otros países, aunque su protagonismo en plena transición energética seguirá muy presente. El dominio de China del 75% de la capacidad de refinería del cobalto y del 59% de la capacidad de procesado del litio, según la consultora Benchmark Mineral Intelligence, añade mayor complejidad a la reducción de la dependencia de China en todas las fases claves en la cadena de suministro de la movilidad sostenible. Un dominio que, más allá de la fabricación de coches eléctricos, pone de manifiesto los retos que deben afrontar las grandes potencias para reducir esta dependencia en aras de impulsar la seguridad energética, la seguridad económica y la seguridad nacional.