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THE ASIAN DOOR: Tierras raras, la compleja ambición europea. Águeda Parra

Nivelar el tablero geopolítico parece estar orientado a incorporar las sanciones como nuevo elemento en el juego de poder. La redistribución de las cadenas de suministro que buscan las políticas industriales de Estados Unidos, y la ambición de China de seguir ascendiendo en las cadenas de valor globales, presentan un campo de juego en el que las sanciones a la exportación de tecnología estadounidense a China se ven compensadas con el dominio del gigante asiático de los minerales críticos necesarios para impulsar el desarrollo y la innovación digital y energética.

La dependencia de China en el suministro de minerales críticos centra las estrategias de derisking tanto de Estados Unidos como de Europa, no sólo por seguridad nacional, sino como vía para que las empresas occidentales mitiguen las posibles vulnerabilidades que puedan acarrear las tensiones geopolíticas. En el caso de Estados Unidos, China es el origen de 26 de los 50 minerales que se han clasificado como críticos, según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS en inglés). El caso de Europa no es menos halagüeño, ya que la Unión Europea depende al 100% de suministradores extranjeros en 14 de 27 materias primas críticas, mientras se eleva al 95% en el caso de otras tres materias primas críticas, según el Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW).

Después de las restricciones a la exportación impuestas por China al galio y al germanio desde el pasado 1 de agosto, el foco de la cadena de suministro está puesto en las tierras raras ante la posibilidad de que pudieran ser los siguientes en la lista de elementos geopolíticos utilizados para nivelar el campo de juego en la rivalidad tecnológica entre Estados Unidos y China. En el caso de Estados Unidos, China ha sido el origen del 78% de las importaciones de tierras raras entre 2017 y 2020, según USGS. La dependencia de la Unión Europea (UE) es igualmente significativa, siendo del 100% en tierras raras pesadas y del 85% en el caso de las tierras raras ligeras. Unas cifras que comprometen enormemente la cadena de suministro y la producción tecnológica ante vulnerabilidades geopolíticas.

Pero no siempre ha sido así, ya que entre 1960 y 1980 Estados Unidos se posicionaba como el mayor productor mundial de tierras raras. La famosa frase de Deng Xiaoping de “Oriente Medio tiene petróleo, China tiene tierras raras” enmarca el período de tiempo en el que el gigante asiático comenzó a posicionarse en un mercado del que actualmente domina el 85% del procesado y más del 63% de la producción mundial de las tierras raras, disponiendo además del 37% de las reservas mundiales.

En el caso de la Unión Europea, los objetivos para reducir la dependencia de China presentan el ambicioso reto de posicionarse en toda una cadena de suministro en la que China goza de una ventaja de entre 15 y 20 años de expertise, tecnología e innovación, según los expertos, un tiempo algo extenso ante una transición energética inminente. En concreto, la UE aspira a abastecer hasta el 10% de la demanda europea con materias primas provenientes del territorio comunitario, desarrollar una industria de reciclaje para abastecer el 15% del suministro, y realizar hasta el 40% del procesado en Europa para 2030.

Un escenario complejo ante la creciente demanda que se espera de los minerales tecnológicos críticos en las próximas dos décadas y que debería situar el nearshoring europeo de las tierras raras como una de las principales prioridades de Europa para poder mantener ventajas competitivas tecnológicas, además de ser una necesidad para mantener la seguridad europea y el desarrollo económico.

Si, además, la UE contempla no depender en más del 65% de un único país dentro de una década, la priorización de la diversificación del suministro plantea, posiblemente, uno de los mayores retos geopolíticos comunitarios, atendiendo, entre otras variables, a los tiempos necesarios para alcanzar una producción efectiva. Echando la vista atrás a los cambios geopolíticos que se han sucedido desde que empezara la guerra comercial entre Estados Unidos y China en 2018, los próximos 15 a 20 años necesarios para desarrollar la industria de materias primas críticas europea pueden estar asociados a múltiples cambios en el tablero geopolítico ante los que la Unión Europea debería ser menos vulnerable.

 

THE ASIAN DOOR: El desafío de nivelar el tablero geopolítico tecnológico. Águeda Parra

Tras un año en el que se han ido sucediendo las sanciones de exportación de tecnología estadounidense y las restricciones a la exportación de maquinaria para la fabricación de chips avanzados por parte de Japón y Países Bajos, la rivalidad tecnológica entre Estados Unidos y China pasa a una nueva fase en la que China debe afrontar la ambición de convertirse en una potencia tecnológica desarrollando toda una industria con recursos propios. La presentación al mercado del nuevo Huawei Mate 60 Pro que incorpora un chip de 7nm marca un hito importante en la carrera tecnológica, aunque los desafíos todavía son numerosos.

Mientras Taiwán, Corea del Sur, y Japón conjuntamente con Estados Unidos están en la carrera por desarrollar los chips más avanzados hasta el momento de 2nm, el reto para China se centra principalmente en superar primero unas sanciones tecnológicas que le permitan alcanzar la barrera tecnológica de los 7nm para después seguir progresando con la fabricación de chips más avanzados. Cuando hace un año se adelantaba que la empresa china de semiconductores SMIC podría haber conseguido desarrollar con medios propios chips de 7nm, la ansiada autosuficiencia tecnológica parecía más cercana. No obstante, el anuncio del nuevo modelo de Huawei deja abierta la cuestión de si ha sido un desarrollo de SMIC o del propio fabricante de teléfonos chino, aunque el primer objetivo parece haberse alcanzado aún con el retraso tecnológico que aportan las sanciones internacionales a las ambiciones de China.

El siguiente objetivo será alcanzar capacidad de producción de escala al tener China vetado el acceso a la maquinaria para la fabricación de chips avanzados. Para ello es necesario una importante dosis de inversión. Es precisamente aquí donde se encuadra el nuevo fondo anunciado por el gobierno chino que aportará unos 41.100 millones de dólares para financiar inversiones en investigación y en fabricación de equipamiento de chips propios. Es el fondo de mayor cuantía que lanza el gobierno chino, y se suma a los otros similares lanzados en 2014, cuando todavía la tecnología no protagonizaba las tensiones geopolíticas, y en 2019, apenas recién iniciada la guerra comercial entre Estados Unidos y China.

Los nuevos chips de 7nm de producción nacional, y con velocidad equiparable a la del iPhone según el test de velocidad realizado sobre el nuevo smartphone de Huawei, muestra los avances del gobierno chino en desarrollar un ecosistema de chips nacional. Pero será necesario mayor inversión, ya que la cadena de suministro de los chips es larga, muy especializada y mejora constantemente, por lo que no seguir invirtiendo supondría para China retrasarse aún más en los cinco años que ya le separan de sus competidores.

Por el momento, China se beneficiará de que ASML, el fabricante holandés de las máquinas litográficas más avanzadas del mundo, ha anunciado que seguirá cumpliendo con los contratos con las empresas chinas hasta finales de año a pesar de que las restricciones a la exportación entraron en vigor el pasado 1 de septiembre. De ahí, que no será hasta 2024 que comiencen a discontinuarse las ventas de las máquinas litográficas DUV, que permiten fabricar chips de hasta 7nm y cuya importación se ha incrementado un 64,8% en el primer semestre de 2023. Las máquinas EUV más avanzadas, con capacidad para producir por debajo de los 7nm, ya estaban restringidas a la exportación a China desde 2020.

Los avances alcanzados por China en este último año plantean, por tanto, un punto de reflexión para Washington sobre la necesidad de revisar las sanciones en curso, pudiéndose incorporar nuevas medidas más adelante. Bajo este nuevo escenario, China también podría responder incorporando las tierras raras a las restricciones ya impuestas sobre el galio y el germanio desde el pasado mes de agosto, minerales tecnológicos imprescindibles para la fabricación de dispositivos electrónicos y equipamiento militar.

Todos estos movimientos en el tablero de sanciones geopolíticas no reducirán, sin embargo, la capacidad de equipamiento militar que China desarrolla y que incorpora chips menos sofisticados, de 28 nm o superior. De ahí, que la sucesión de sanciones podría no reducir las ambiciones tecnológicas militares de China, mientras, por el contrario, el gigante asiático seguirá manteniendo una posición de dominio sobre las materias primas críticas que haría cada vez más complejo el proceso de derisking de China.

THE ASIAN DOOR: Materias primas e innovación en la estrategia de derisking chino. Águeda Parra

Mientras China lleva años impulsando la innovación y el desarrollo como palanca para promover un crecimiento económico con fuerte componente tecnológica, las sanciones tecnológicas de Estados Unidos suponen para el gigante asiático alcanzar el objetivo de convertirse en una economía avanzada poniendo mayor énfasis en sus propios recursos. La estrategia de posicionarse como actor clave en la cadena de suministro, y liderar determinados sectores vinculados al desarrollo de la sostenibilidad, como los coches eléctricos, las baterías eléctricas y las energías renovables, va a resultar decisivo para mantener una senda de crecimiento económico cercana a las estimaciones previstas para este año.

A esta compleja redefinición del modelo de crecimiento se suma además el objetivo del gobierno chino de que sean las empresas estatales las que impulsen la innovación, buscando a la vez definir una estrategia en la que no se vean desplazadas las aspiraciones de las empresas privadas de los próximos desafíos después de haber protagonizado la vitalidad innovadora de las últimas dos décadas. Con independencia de cómo termine configurándose la estructura empresarial, el punto en común está en la apuesta por la innovación y el desarrollo científico.

En este camino hacia la autosuficiencia, China comienza a dar pasos significativos adelantando por primera vez a Estados Unidos en la proporción de artículos publicados en las principales revistas de ciencias naturales en 2022, según el último informe de Nature Index. A pesar de que pasar de los avances científicos a las capacidades tecnológicas lleva tiempo, las empresas que cotizan en China están impulsando una vitalidad innovadora que ha alcanzado los 228.000 millones de dólares en programas de I+D durante 2022. Una cifra que representa un aumento de 2,6 veces en los últimos cinco años y que va acompañada de algo más de 3 millones de investigadores, de los cuales más de 69.000 corresponden al equipo de I+D de BYD, líder mundial en ventas de coches eléctricos e híbridos enchufables en 2022.

Mientras el gobierno chino promueve este relevo, siguen siendo las empresas privadas, esta vez las vinculadas con la economía sostenible, las que lideran la innovación tecnológica en su sector. Nombres destacados de esta nueva fase, y que además se posicionan como lideres mundiales, son las empresas chinas CATL y BYD, competidoras entre sí en la fabricación de baterías eléctricas, y ambas promotoras de situar los minerales tecnológicos como elemento clave en la cadena de suministro.

Una estrategia empresarial muy vinculada a la innovación y con la que CATL ha irrumpido en la prestigiosa clasificación Fortune Global 500 en la que están representadas las principales empresas del mundo por ingresos, pasando directamente a ocupar el puesto 292. Anuncios como el lanzamiento de un nuevo modelo de batería de fosfato de hierro y litio (FLP) con autonomía de 400 kilómetros y carga de 10 minutos marcan un nuevo hito para impulsar la sostenibilidad y refuerza su liderazgo en el sector.

En esta nueva edición de la lista destaca el potencial de la economía sostenible, protagonizando BYD, ya presente en la anterior edición, el mayor ascenso, pasando del final de la lista a ocupar el puesto 212, adelantando 224 posiciones.

Ambas dos empresas chinas se caracterizan por tener un importante dominio de la cadena de suministro, ampliando sus líneas de negocio para incorporar también la extracción de los minerales que son claves en la transición energética. Los últimos acuerdos de CATL para explorar las reservas de litio de Bolivia, y de BYD en Chile, reflejan una orientación empresarial en la que liderar la cadena de suministro es el epicentro de su estrategia empresarial. Se diferencian así de otros competidores, pero, en general, de todo un sector de la sostenibilidad donde la vitalidad innovadora surge a través de nuevas startups pero sin que los minerales tecnológicos clave alcancen todavía un nivel estratégico en el proceso productivo y en la estrategia empresarial.

Y es que, liderar el mercado en términos de capacidad de producción y cuota de mercado está cada vez más ligado a apostar por un buen posicionamiento en la cadena de suministro. Y en este punto, incorporar el factor geopolítico asociado a la toma de decisiones se está convirtiendo en un valor estratégico al alza en una década en la que las sanciones tecnológicas por parte de Estados Unidos y las restricciones de determinadas materias primas por parte de China buscan equilibrar un entorno competitivo cada vez más complejo.

THE ASIAN DOOR: No todo es infraestructuras en la Ruta de la Seda. Águeda Parra.

La nueva Ruta de la Seda marca un hito especial y muy simbólico tras diez años desde su lanzamiento. En esta década, la iniciativa china no ha dejado de evolucionar, propiciando la adhesión de hasta 147 países y manteniendo un fuerte ritmo de inversión, alcanzando los 67.800 millones de dólares en 2022, en línea con el gasto de 68.700 millones de dólares del año anterior. Una década que ha permitido a la iniciativa pasar por múltiples etapas, afrontando un nuevo ciclo de clara transformación de los ámbitos de interés de inversión.

Para la nueva etapa, las prioridades están dirigidas a potenciar la construcción de una Ruta de la Seda verde, incorporando estándares medioambientales internacionales. La apuesta por las renovables, principalmente en el desarrollo de tecnología verde solar y eólica, está marcando la transición en el modelo de inversión. A pesar de que el carbón sigue estando muy presente en la iniciativa, la proporción de inversión verde ha pasado de representar un 5,6% en 2013 a suponer un 26,1% en 2022.

No obstante, la mayor transformación en el esquema de inversión se está produciendo en evolucionar la iniciativa más allá del gasto de infraestructuras, cuyos beneficios han supuesto un importante impulso de diplomacia china en todas las regiones. Comienza una nueva fase, por tanto, en la que la inversión en tecnología comienza a generar momemtum. De hecho, aunque el protagonismo histórico de proyectos en energía y transporte desde que se lanzara la iniciativa en 2013 se ha mantenido también durante 2022, representando el 36% y 18%, respectivamente, un nuevo sector comienza a acaparar paulatinamente mayor interés, y no es otro que la tecnología. Con una inversión que ya alcanza el 16% del total, unos 10.700 millones de dólares, los proyectos de baterías para coches eléctricos lanzados por CATL en Hungría son apenas un ejemplo de esta transformación de los sectores de interés de la nueva Ruta de la Seda, entornos hacia donde China busca seguir expandiendo su liderazgo global.

La dimensión alcanzada por la Franja y la Ruta en estos diez años, englobando al 75% de los países del mundo, ha favorecido que el gasto en infraestructuras haya propiciado, asimismo, una intensificación del comercio bilateral, pasando China a convertirse en muchos casos en el principal socio comercial de varios países, favoreciendo, por ende, los lazos bilaterales. Nuevos socios comerciales que han sido una nutrida base para que el gigante asiático haya expandido los estándares tecnológicos chinos en proyectos de transición energética y digital.

Frente al episodio de creciente preocupación de que el escenario de trampa de deuda de Sri Lanka pudiera extenderse a otros países, esta etapa también está asociada a afrontar grandes proyectos de infraestructuras de forma sostenible con la capacidad económica del país, como en el caso de Bangladesh. Centrando los proyectos en ámbitos de desarrollo muy específicos, Bangladesh ha conseguido impulsar de forma importante su economía, destacando la construcción del puente Padma Bridge, un proyecto que en sí mismo está asociado al aumento del 1% del PIB del país, además de contribuir a la reducción de la pobreza a nivel nacional en un 0,84%, según Centre for Policy Dialogue (CPD).

Por otra parte, la cooperación en el ámbito de seguridad con las islas Salomón han proporcionado, asimismo, un amplio despliegue de diplomacia china en el Pacífico, extendiendo la influencia de la nueva Ruta de la Seda más allá del desarrollo en infraestructuras. Un año después de firmar el acuerdo en seguridad, ambas partes han suscrito una asociación estratégica integral con el objetivo de impulsar las relaciones bilaterales. Un éxito de la diplomacia china en una región que vuelve a retomar el interés de Estados Unidos tras más de una década de ausencia en la agenda estratégica.

Se consolida así una década de la iniciativa del billón de dólares que ha generado para China una expansión sin precedentes en el ámbito regional, zona de referencia del gigante asiático, como también a nivel global. Tras diez años, el impulso de la transición energética y digital está promoviendo el despliegue de estándares chinos y el ascenso del gigante asiático en la cadena de valor, mientras el acelerado proceso de derisking que afrontan las grandes potencias innovadoras podría acelerar un desacoplamiento que propiciara bloques de influencia con el que China equilibrara el juego de poder geopolítico.

THE ASIAN DOOR: Cambio de ciclo en la relación entre Estados Unidos y China. Águeda Parra

Una cuestión a destacar cuando se producen encuentros bilaterales entre grandes potencias es el momento específico en el que se enmarca dicha visita. En el caso de los encuentros entre Estados Unidos y China, la situación de rivalidad tecnológica y de despliegue de influencia global ya marca, en sí mismo, un punto de partida de mayor complejidad.

La visita de Antony Blinken a finales de junio, la primera de un secretario de Estado estadounidense después de seis años, y, la más reciente, de Janet Yellen, la secretaria del Tesoro de Estados Unidos en julio, se encuadran en una situación económica más propicia para Washington que para Pekín. La economía china no termina de repuntar al ritmo esperado mientras, por otra parte, la Reserva Federal de Estados Unidos ha decidido pausar una serie histórica de subidas de tipos de interés tras encaminar diez incrementos consecutivos desde marzo de 2022, un signo de que se recupera la actividad económica y se frena la inflación. De ahí, que la vitalidad económica de Estados Unidos sea una cuestión que también trasciende y se traslada al ambiente de las rondas de conversaciones mantenidas en ambas visitas.

No obstante, al margen de que las perspectivas económicas favorezcan a Washington, ambos encuentros están encaminados a establecer las bases de una relación que parece que se mantendrá en el tiempo bajo la perspectiva de gestión de la tensión. Teniendo en cuenta las ambiciones y hoja de ruta establecidas por ambas partes, la desescalada no parece que pueda considerarse como el escenario más factible hacia el que evolucione la relación bilateral. El proceso de decoupling está en marcha por ambas partes, aunque la agenda estratégica en ambos casos difiera sustancialmente, y se haya iniciado en momentos diferentes.

En este esquema de gestión de la tensión, las visitas de altos representantes están encaminadas, asimismo, a generar el acercamiento necesario para propiciar un futuro encuentro entre Biden y Xi. Las dos posibles fechas claves en el horizonte son la celebración de la cumbre del G20 en India en septiembre, y el encuentro del Foro de Cooperación Económica de Asia-Pacífico, conocido en inglés como APEC (Asia-Pacific Economic Cooperation) en San Francisco en noviembre. No obstante, mientras todavía queda lejos la posible cita entre los presidentes de las dos economías más grandes del mundo, la cuestión de China acapara el ciclo de las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2024 entre demócratas y republicanos, impactando, asimismo, en el ambiente que se genera en la relación bilateral.

Tras estos encuentros, la comunicación entre ambas partes parece haber recuperado cierta fluidez, aunque no se hayan alcanzado grandes avances sobre los temas tratados en cada visita, un punto de inflexión desde que comenzara a enfriarse en el mes de marzo. Una comunicación fluida que ambas partes ansían para que la frialdad de la relación no repercuta sobre el desarrollo de sus respectivas economías. En parte, porque ambas potencias necesitan que se mantengan estables los flujos de inversión y la estabilidad financiera.

De hecho, tras la decisión de Estados Unidos de elevar el techo de deuda, China destaca por ser uno de los pocos países menos afectados por la actual coyuntura internacional inflacionista y, que, por tanto, podría seguir elevando la compra de deuda estadounidense, de ahí la visita de Yellen. Pero, además de cooperar en la estabilidad financiera, la secretaria del Tesoro también aprovechó la visita para proponer que ambas partes debieran buscar consenso en otros temas importantes en la relación bilateral, como el cambio climático y los problemas de deuda de países más pequeños.

Mientras se terminan de definir posibles encuentros y puntos de cooperación bilateral, y se trabaja en la gestión de la tensión, ante una poco factible desescalada, cada parte analiza y evalúa hasta qué punto reacciona la otra parte ante determinadas decisiones, y qué impacto tienen ciertas medidas a nivel económico y geopolítico. Una estrategia no exenta de complejidad mientras crece la rivalidad tecnológica, y la geopolítica de la tecnología incorpora asegurar el acceso de las materias primas críticas como elemento clave en el tablero geopolítico mundial.

 

THE ASIAN DOOR: El yuan y las alianzas energéticas en el nuevo equilibrio de poder. Águeda Parra

El derisking energético de Europa ha propiciado un giro geopolítico de Rusia hacia Oriente, confluyendo en el Indo-Pacífico, como estrategia para diversificar el destino de sus exportaciones de gas y petróleo, redirigiendo así el excedente que ya ha dejado de suministrar a Europa. China y, principalmente, India, se sitúan en esta nueva configuración entre los nuevos socios energéticos de Rusia, propiciándose tras la invasión de Ucrania una redefinición de la geometría de las alianzas geopolíticas globales.

El nuevo equilibrio de poder emergente que está dirigiendo a Rusia hacia Oriente está promoviendo, asimismo, que evolucione la relación de Rusia con los países del Indo-Pacífico. Si, en el caso de India, Rusia ha pasado de ser su principal suministrador de armas a ser además uno de los principales destinos de sus exportaciones energéticas, en el caso de China el fortalecimiento de los vínculos va más allá de la seguridad energética. En esta geopolítica en transición bajo una coyuntura internacional compleja, China ha afianzado sus relaciones económicas y geopolíticas, atrayendo a Rusia hacia su esfera de influencia utilizando uno de los elementos que está emergiendo como clave en la redefinición de las alianzas geopolíticas de China con otros países, es decir, la utilización del yuan en las transacciones bilaterales.

Esta vinculación financiera a través del yuan le permite a Rusia evitar posibles sanciones internacionales, a la vez que reduce su dependencia del dólar, promoviendo un inesperado impulso en la internacionalización del renminbi. De esta forma, el yuan ha pasado de tener una escasa representación del 1% en los volúmenes de negociación del mercado ruso, a situarse en el 40-45%. Una tendencia que también se observa en el sentido inverso, ya que la acelerada reducción de la dependencia del dólar está promoviendo que pase de representar el 80% de los volúmenes de negocio a caer al 40%, según fuentes oficiales de la Bolsa de Moscú.

Además de la redefinición de las alianzas energéticas globales, la invasión de Ucrania ha acelerado, asimismo, el ritmo de inversión en transición energética a escala mundial, no solamente en Europa. La vulnerabilidad a la que se ha visto sometida la seguridad energética europea tras el inicio de la guerra ha puesto de manifiesto la necesidad de apostar por la autosuficiencia energética, propiciando un aumento en la inversión en renovables a pesar de la compleja situación económica y geopolítica global.

El auge que están experimentando las renovables ha sido sustancial, pasando la inversión en tecnologías verdes de los 755.000 millones de dólares alcanzados en 2021, a superar el billón de dólares en 2022, principalmente por el impulso de China, cuya inversión supuso más de la mitad de la inversión global con 546.000 millones de dólares. En el caso de Estados Unidos, que figura en segundo lugar, los 141.000 millones de dólares de inversión récord en transición energética, principalmente destinada a los coches eléctricos, corresponden en parte al impulso dado por la Ley de Reducción de la Inflación (Inflaction Reduction Act, IRA), según se conoce en inglés, aprobada por la administración Biden y con la que Washington está impulsando su estrategia de asegurar la autosuficiencia energética.

En cuanto a la Unión Europea, el efecto Ucrania no sólo ha promovido la diversificación energética, sino que ha acelerado además los procesos de concesión de autorizaciones para proyectos de energías renovables. En este sentido, la propuesta presentada a finales del año pasado pretende impulsar los proyectos en renovables como de interés público superior. Un nuevo entorno con mecanismos renovados para poder afrontar en mejores condiciones el nuevo objetivo planteado por la Unión Europea de duplicar la producción de energías renovables para finales de esta década, situándose el consumo energético verde en el 42,5% en 2030, respecto del 21,8% que representaba en 2021 en la UE, según Eurostat.

Mientras la redefinición de alianzas energéticas termina de consolidarse, el auge en las renovables puede considerarse como el efecto más positivo de una geopolítica en transición que está redefiniendo los equilibrios de poder tanto en la dimensión digital, energética, comercial como de defensa.

 

 

THE ASIAN DOOR: En el derisking energético, el Indo-Pacífico acoge a Rusia. Águeda Parra

Las complejas sanciones que la Unión Europea ha venido imponiendo sucesivamente contra Rusia desde el inicio del conflicto han estado orientadas a debilitar su economía y capacidad bélica. Los esfuerzos también se han redoblado para reducir la vinculación energética construida durante décadas con el país que hasta ese momento era el mayor proveedor de combustibles fósiles de la UE. La necesidad de diversificar el suministro, por una parte, y la urgencia por desplegar las renovables a un mayor ritmo de lo esperado, por otra, han permitido a los países europeos con mayores dependencias con Rusia romper esa estrecha vinculación de recursos y abordar una nueva etapa de seguridad energética.

A la misma velocidad a que la UE ha reducido el suministro que fluía por el extenso entramado de gaseoductos diseminados por gran parte del territorio europeo, y que había creado una amplia capilaridad del gas ruso hacia Occidente, el Kremlin ha encontrado nuevos destinos para sus exportaciones energéticas en Asia. India y China, principalmente, pero también Turquía. De esta forma, se han consolidado como los nuevos destinos prioritarios de las exportaciones de crudo y gas ruso, distribuidos a través de buques gaseros y petroleros, produciéndose un importante giro de Occidente hacia Oriente en las exportaciones de crudo y gas de Rusia. De hecho, entre los tres países agrupan hasta el 70% de los nuevos flujos de crudo ruso transportado por mar, según el equipo Reality Check de la BBC.

La alta dependencia de la UE del suministro energético procedente de Rusia que, hasta antes de la invasión de Ucrania, se situaba en el 25% del petróleo y más del 40% del gas, según Eurostat, no ha permitido una desconexión inmediata, ni una ruptura rápida de los lazos económicos. Menor problema ha tenido Rusia, que ha dado viabilidad al excedente generado aplicando una significativa rebaja de precios a las exportaciones energéticas que ya no suministra a Europa, haciendo su suministro mucho más atractivo que el de sus competidores más directos, Estados Unidos y Arabia Saudita, primer y segundo productor de petróleo del mundo, respectivamente.

En este giro de alianzas energéticas, India se ha consolidado como el principal socio de Rusia, pasando de recibir apenas el 2% de las exportaciones de crudo ruso a convertirse en el principal destino de sus reservas durante 2022, multiplicándose por catorce desde el inicio del conflicto. En esta transición de relaciones energéticas, Rusia ha pasado a proporcionar casi la mitad del petróleo que abastece a la economía india, reduciéndose la vinculación con sus socios energéticos históricos, Iraq y Arabia Saudita, que han pasado a representar apenas la mitad de los flujos de crudo que llegan al país desde que comenzara la invasión de Ucrania.

Tras más de año desde que comenzara la guerra, Rusia no sólo ha conseguido mantener sus flujos de exportación de petróleo, sino incrementarlos, gracias a una estrategia de diversificación de los destinos que le ha resultado muy propicia. De hecho, la producción de petróleo de Rusia ha registrado un incremento del 2%, con unas ganancias asociadas que han crecido un 20%, hasta los 218.000 millones de dólares, según datos de la Agencia Internacional de Energía (IEA) y el gobierno ruso.

En este nuevo esquema de relaciones energéticas que redefine el equilibrio de poder geopolítico, India se sitúa más cerca de la esfera de Rusia ya que los nuevos vínculos energéticos y económicos se suman a los ya existentes en el ámbito del suministro armamentístico, donde India es el principal destino de las exportaciones de armamento ruso, hasta el 28% entre 2017 y 2021, según el instituto internacional SIPRI.

Parece evidente que la geopolítica se encuentra en transición. Y es que el nuevo panorama energético mundial que comienza a trazarse tras la invasión de Ucrania no responde a las dinámicas competitivas del mercado, sino a un cambio mucho más profundo en el esquema geopolítico global, donde el giro energético sitúa a Rusia más cerca del eje del Indo-Pacífico, hacia donde parecen confluir todas las fuerzas de poder global y, por tanto, más cerca de la esfera de China.