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THE ASIAN DOOR: Biden y Xi, un alto en el camino. Águeda Parra

El encuentro entre Biden y Xi en una reunión paralela a la Cumbre de la APEC pone fin a la falta de comunicación a alto nivel que ha existido entre las dos grandes potencias mundiales desde hace justamente un año cuando coincidieron en la Cumbre del G20 en Bali. Las tensas relaciones que han protagonizado este tiempo se dan una oportunidad para recuperar la confianza en un encuentro en el que ambas partes han buscado conseguir réditos que puedan vender a su audiencia nacional. Es decir, se trata más de un alto en el camino en las relaciones bilaterales que de un encuentro decisivo.

El escenario de gestión de la tensión sigue siendo el esquema base sobre el que se están construyendo las relaciones bilaterales para la próxima década ya que existen cuestiones estratégicas sobre las que no se ha avanzado durante la reunión, como es el caso de Taiwán, el Mar del Sur de China y la política de semiconductores impulsada por Estados Unidos. Por tanto, otras cuestiones, quizás menos geopolíticas y más de promoción política, son las que han protagonizado un encuentro que finalmente se ha producido en el momento justo en el que ambas partes han considerado que les podría resultar beneficioso.

Ser “duro con China” se ha convertido en requisito presidencial para los candidatos a la Casa Blanca, en línea con el tono reflejado en una encuesta en la que el 50% de los estadounidenses considera a China como la mayor amenaza para los intereses vitales de su país, creciendo esta proporción hasta el 63% en el caso de los republicanos, mientras alcanza el 40% en el caso de los demócratas, según Pew Research Center.

A pesar de no tratarse de una cumbre bilateral, el encuentro ha reportado algunos réditos importantes para cada parte. La lucha contra el fentanilo, del que China es exportador de productos relacionados para la producción que realizan los cárteles mexicanos, es, sin duda, el gran logro para una administración necesitada de medidas que pongan freno al mayor desafío sanitario que está afrontando Estados Unidos, causante de un tercio de las muertes de los jóvenes entre 25 y 34 años.

La recuperación de la “comunicación directa, abierta y clara” con China es otro de los puntos en la agenda estadounidense sobre la que Biden ha conseguido avanzar. Como parte de este restablecimiento, la comunicación a nivel militar era una de las grandes prioridades, interrumpida desde que la presidenta del Congreso de los Estados Unidos Nancy Pelosi visitara Taiwán en agosto de 2022.

El presidente Xi Jinping, por su parte, lograba retirar de la lista negra del Departamento de Comercio a un organismo gubernamental, mientras la reunión con Biden pretendía además recuperar la confianza sobre la economía china entre los empresarios asistentes a la cena, a la vez que buscaba retrasar la imposición de nuevos controles a la exportación que dificulten la recuperación económica de China. Los acuerdos climáticos entre las dos potencias más contaminantes del mundo, y el interés compartido de abordar los riesgos que supone la utilización de la inteligencia artificial en las armas nucleares han sido, asimismo, parte de un encuentro carente de grandes acuerdos.

El intenso calendario electoral de 2024 comenzará con elecciones en Taiwán, a la vez que se inicia la carrera por la presidencia a la Casa Blanca. De ahí, que este alto en el camino en las relaciones entre Estados Unidos y China podría favorecer que se abriera una ventana de oportunidad para evitar un deterioro en las relaciones bilaterales que pudiera conducir a una crisis o conflicto por falta de comunicación.

No obstante, mientras ambas potencias mantienen su particular carrera por el tiempo en la búsqueda de una mayor autonomía estratégica, la referencia de Biden a Xi como “dictador” tras el encuentro podría reducir esa ventana de oportunidad que ha propiciado este alto en el camino. Una situación que la diplomacia del panda podría terminar por confirmar a pesar del anuncio del presidente Xi de que los pandas, el símbolo de amistad entre China con otros países, alargarían su estancia en California tras la finalización del período de préstamo que expira el próximo año.

THE ASIAN DOOR: Cambio de ciclo en la relación entre Estados Unidos y China. Águeda Parra

Una cuestión a destacar cuando se producen encuentros bilaterales entre grandes potencias es el momento específico en el que se enmarca dicha visita. En el caso de los encuentros entre Estados Unidos y China, la situación de rivalidad tecnológica y de despliegue de influencia global ya marca, en sí mismo, un punto de partida de mayor complejidad.

La visita de Antony Blinken a finales de junio, la primera de un secretario de Estado estadounidense después de seis años, y, la más reciente, de Janet Yellen, la secretaria del Tesoro de Estados Unidos en julio, se encuadran en una situación económica más propicia para Washington que para Pekín. La economía china no termina de repuntar al ritmo esperado mientras, por otra parte, la Reserva Federal de Estados Unidos ha decidido pausar una serie histórica de subidas de tipos de interés tras encaminar diez incrementos consecutivos desde marzo de 2022, un signo de que se recupera la actividad económica y se frena la inflación. De ahí, que la vitalidad económica de Estados Unidos sea una cuestión que también trasciende y se traslada al ambiente de las rondas de conversaciones mantenidas en ambas visitas.

No obstante, al margen de que las perspectivas económicas favorezcan a Washington, ambos encuentros están encaminados a establecer las bases de una relación que parece que se mantendrá en el tiempo bajo la perspectiva de gestión de la tensión. Teniendo en cuenta las ambiciones y hoja de ruta establecidas por ambas partes, la desescalada no parece que pueda considerarse como el escenario más factible hacia el que evolucione la relación bilateral. El proceso de decoupling está en marcha por ambas partes, aunque la agenda estratégica en ambos casos difiera sustancialmente, y se haya iniciado en momentos diferentes.

En este esquema de gestión de la tensión, las visitas de altos representantes están encaminadas, asimismo, a generar el acercamiento necesario para propiciar un futuro encuentro entre Biden y Xi. Las dos posibles fechas claves en el horizonte son la celebración de la cumbre del G20 en India en septiembre, y el encuentro del Foro de Cooperación Económica de Asia-Pacífico, conocido en inglés como APEC (Asia-Pacific Economic Cooperation) en San Francisco en noviembre. No obstante, mientras todavía queda lejos la posible cita entre los presidentes de las dos economías más grandes del mundo, la cuestión de China acapara el ciclo de las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2024 entre demócratas y republicanos, impactando, asimismo, en el ambiente que se genera en la relación bilateral.

Tras estos encuentros, la comunicación entre ambas partes parece haber recuperado cierta fluidez, aunque no se hayan alcanzado grandes avances sobre los temas tratados en cada visita, un punto de inflexión desde que comenzara a enfriarse en el mes de marzo. Una comunicación fluida que ambas partes ansían para que la frialdad de la relación no repercuta sobre el desarrollo de sus respectivas economías. En parte, porque ambas potencias necesitan que se mantengan estables los flujos de inversión y la estabilidad financiera.

De hecho, tras la decisión de Estados Unidos de elevar el techo de deuda, China destaca por ser uno de los pocos países menos afectados por la actual coyuntura internacional inflacionista y, que, por tanto, podría seguir elevando la compra de deuda estadounidense, de ahí la visita de Yellen. Pero, además de cooperar en la estabilidad financiera, la secretaria del Tesoro también aprovechó la visita para proponer que ambas partes debieran buscar consenso en otros temas importantes en la relación bilateral, como el cambio climático y los problemas de deuda de países más pequeños.

Mientras se terminan de definir posibles encuentros y puntos de cooperación bilateral, y se trabaja en la gestión de la tensión, ante una poco factible desescalada, cada parte analiza y evalúa hasta qué punto reacciona la otra parte ante determinadas decisiones, y qué impacto tienen ciertas medidas a nivel económico y geopolítico. Una estrategia no exenta de complejidad mientras crece la rivalidad tecnológica, y la geopolítica de la tecnología incorpora asegurar el acceso de las materias primas críticas como elemento clave en el tablero geopolítico mundial.