Entradas

INTERREGNUM: Divergencias europeas. Fernando Delage

El 25 y 26 de octubre se celebró en Bruselas el primer foro del “Global Gateway”, la iniciativa para el desarrollo de infraestructuras globales a través de la cual la Unión Europea intenta ofrecer una alternativa a la Nueva Ruta de la Seda china (cuya tercera cumbre albergó Pekín la semana anterior). Lanzada en 2021, la iniciativa parte del reconocimiento de que el discurso normativo y democrático de la UE no es suficiente para que el mundo emergente vea en el Viejo Continente un socio útil para sus necesidades e intereses frente a los incentivos económicos y tecnológicos ofrecidos por China. Para recuperar su influencia internacional, los europeos debían adquirir un mayor protagonismo en este terreno.

La propuesta consiste en que, de manera conjunta, Estados miembros y sector privado movilicen unos 300.000 millones de euros para impulsar la conectividad de las redes energéticas y digitales, así como los sistemas de transporte, en distintos continentes. Desde una aproximación integral del desarrollo, se persigue que los proyectos de infraestructuras respondan asimismo a un marco regulatorio de transparencia y sostenibilidad coherente con las prácticas de la UE. Diferencias burocráticas habían retrasado hasta la fecha la concreción de la iniciativa, por lo que este primer foro ha sido la ocasión para convencer a nuevos socios (16 líderes del mundo en desarrollo asistieron a la convocatoria), y enunciar un listado de hasta 87 proyectos (muchos de ellos ya preexistentes).

El escepticismo no ha desaparecido sin embargo entre los observadores. La lista de asistentes invitados no fue extensa, ni especialmente representativa de las naciones emergentes. Brasil, India y Suráfrica, por ejemplo, no participaron. Tampoco los mayores Estados miembros acudieron al más alto nivel: Alemania y Francia enviaron a secretarios de Estado, mientras que Italia ni siquiera asistió. El presidente del gobierno español sí estuvo presente. Podría parecer que los gobiernos nacionales no comparten del todo lo que consideran como una propuesta de la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen.

Lo cierto es que las diferencias también han sido evidentes en la propia Comisión. Así se desprende de un artículo publicado por el South China Morning Post la víspera de la inauguración del foro. Tras acceder a documentos internos y entrevistar a una decena de altos funcionarios, el diario de Hong Kong reveló la existencia de un profundo desacuerdo de fondo en 2020 sobre si la estrategia de conectividad europea (aprobada en 2018) debía construirse—o no—como instrumento de política exterior. Informes internos se opusieron a una propuesta que tenía por objeto fortalecer “la seguridad y resiliencia económica de la UE”, “incrementar la influencia de la UE sobre las normas y estándares globales”, y “diversificar las cadenas de valor y reducir dependencia externas”. El motivo: que dicha propuesta “pudiera mandar una señal errónea” a Pekín. No fue esa la opinión de von der Leyen cuando, en 2021, logró imponerse sobre las rivalidades entre el servicio de acción exterior europeo y los responsables de política comercial. Había entonces un proyecto, pero todavía no un plan. Y, para frustración de los defensores de un enfoque geopolítico, la gestión del dossier pasó a la dirección general responsable de la ayuda al desarrollo, donde se había rechazado el año anterior.

¿Debe la “Global Gateway” ser una propuesta de desarrollo o un modelo de inversión? ¿Un instrumento meramente económico o estratégico? Las divergencias institucionales ponen de relieve una y otra vez las disfunciones del proceso comunitario. Entretanto, el margen de maniobra europeo en el convulso escenario internacional no deja de reducirse.

THE ASIAN DOOR: Global Gateway, diplomacia activa como game-changer. Águeda Parra

La mayor iniciativa de desarrollo de infraestructuras mundial liderada por China, la nueva Ruta de la Seda, se ha convertido con el tiempo en uno de los instrumentos de diplomacia más importantes desplegado por un país. La inversión inicial de un billón de dólares ha posibilitado que la iniciativa china se haya convertido en un estratégico game-changer en el esquema de conexiones que conecta Oriente con Occidente, abarcando una amplia zona que se extiende por el Indo-Pacífico, pasa por África y enlaza con América Latina. Ante esta redefinición de escenario, ¿queda espacio para que otros agentes globales puedan contrarrestar una diplomacia que China lleva desplegando desde hace una década?

Desde que China lanzara la iniciativa, también conocida como la Franja y la Ruta, en 2013, las cadenas de suministro globales han experimentado una importante década de cambios. Las infraestructuras desplegadas y operativas bajo el esquema de la iniciativa china están modificando el esquema de conexiones, mientras que los países que participan de la Ruta se han incorporado como nuevos agentes en todo el proceso. China ha desplegado infraestructuras e incrementado diplomacia fomentando un modelo de game-changer que ha facilitado, asimismo, el desarrollo económico y una mayor integración regional en los países receptores.

Una década de diplomacia en gasto en infraestructuras por parte de China que ha motivado que Estados Unidos y la Unión Europea hayan puesto en marcha sus propias iniciativas. Para Global Gateway, como se conoce a la iniciativa europea, contrarrestar la influencia generada por China y conseguir que el gasto en infraestructuras se convierta en una herramienta de éxito capaz de posicionar a la Unión Europa como actor global tiene una correlación directa con la visión estratégica en la selección de proyectos emblemáticos. Responder a la inmensa demanda de infraestructuras y satisfacer las necesidades de conexión digital que tienen los países en desarrollo, evitando el solapamiento de iniciativas, son objetivos cruciales que deben guiar la misión del gran proyecto europeo.

Global Gateway está orientada a abordar tres grandes ejes de actuación prioritarios. La inversión en digitalización figura como primera prioridad, contemplando el fomento de la conectividad digital como herramienta de desarrollo tecnológico y como eje del desarrollo de redes e infraestructuras que suponga priorizar la incorporación de las nuevas tecnologías para reducir la brecha digital global. Entre los beneficios más directos para la Unión Europea, desplegar un nuevo esquema de redes de transporte implementado bajo el prisma de desarrollo de infraestructuras sostenibles supondrá la mejora de la conectividad, pero también significará el fomento de la exportación de estándares, estándares europeos que acompañarán a los proyectos desplegados bajo el marco de una normativa europea.

La financiación de proyectos Global Gateway podría convertirse, asimismo, en el instrumento que aportara dinamismo a la capacidad industrial de los países miembro, impulsando la generación de campeonas europeas compitiendo en los mercados internacionales. Mantener las ventajas competitivas actuales de las empresas europeas en un escenario geopolítico de continuo cambio requiere abogar por preservar la presencia de estándares europeos como parte del alto valor dentro de las cadenas de suministro globales.

Un segundo eje de actuación de Global Gateway es la financiación de proyectos de acción climática, con la que la iniciativa europea tiene la oportunidad de convertirse en el socio que otros países necesitan para alcanzar sus agendas de desarrollo sostenible. La Unión Europea busca así incrementar su rol en la acción mundial desplegando una cooperación global de transición energética.

En tercer lugar, Global Gateway ambiciona favorecer el fortalecimiento de los sistemas de salud, buscando diversificar las cadenas de suministro farmacéutico mediante la construcción de capacidades que permitan desarrollar manufactura y generar distribución propia, propiciando avances en la tecnología de la salud. Finalmente, la iniciativa contempla convertirse en una plataforma de inversión en educación y formación, además de fomentar el crecimiento sostenible.

Global Gateway movilizará 300.000 millones de dólares entre 2021-2027 y aglutinará recursos públicos y privados procedentes del Fondo Europeo para el Desarrollo Sostenible Plus (135.000 millones de euros), del Banco Europeo de Inversiones (25.000 millones de euros), de subvenciones (18.000 millones de euros) y de la aportación de instituciones financieras europeas (145.000 millones de euros).

Aunque todavía no está claro el modelo de gobernanza, el Equipo Europa se encargará de la dirección de la iniciativa y la reformulación de la visión estratégica de la Unión Europea frente a un escenario de geopolítica que plantea numerosos retos en las próximas décadas. La capacidad del Equipo Europa de priorizar una estrategia con amplia visión geopolítica no solamente favorecerá un prometedor despliegue de la diplomacia de la Unión a nivel global, sino que permitirá abrir nuevos y atractivos mercados para las compañías europeas.

 

 

THE ASIAN DOOR: Laos, nuevo enclave ASEAN de la Ruta de la Seda. Águeda Parra

Con paso firme y bajo una perspectiva de amplia globalidad geoestratégica, la nueva Ruta de la Seda ha ido diseñando el nuevo esquema de comunicaciones, infraestructuras y diplomacia durante los últimos ocho años. La consolidación de la iniciativa, que ha conseguido adherir a multitud de países desde Oriente a Occidente, ha supuesto la remodelación de un modelo de conexiones regionales, con proyección global, difícilmente alcanzable sin el respaldo de la mayor iniciativa de inversión en infraestructuras de la historia.

Conseguir desplegar un nuevo esquema de conexión a través de la construcción de nuevas infraestructuras es la parte tangible de la iniciativa. El poder de una diplomacia reforzada a través de la construcción de vínculos bilaterales más sólidos y relaciones comerciales y económicas más intensas es la parte intangible, un activo imposible de cuantificar cuando se trata de afrontar los retos que plantea la gobernanza mundial ante desafíos globales.

La creciente influencia geopolítica conseguida por China en este tiempo más allá de su entorno más cercano en la región asiática, en África, América Latina e incluso Europa, ha impulsado la presentación de propuestas por parte de Estados Unidos y la Unión Europea para contrarrestar el poder geoestratégico alcanzado por el gigante asiático. La cooperación en infraestructuras organizada por Estados Unidos bajo la denominación de Build Back Better World (B3W), y la recientemente anunciada como Global Gateway por parte de la Unión Europea, buscan ser la alternativa al desarrollo global de infraestructuras planteado por China.

Anunciados los planes de Estados Unidos y la Unión Europea con los que se espera movilizar miles de millones de dólares para mejorar la carencia en infraestructuras que tiene el mundo en cuestión de acceso universal a la energía, agua, mayor movilidad, y que el Banco Mundial ha cuantificado en 1,3 billones de dólares, la nueva Ruta de la Seda sigue avanzando en su diseño geoestratégico de conexión con la incorporación de Laos al esquema global.

Coincidiendo con el 46 aniversario de la República Democrática Popular de Laos, el país inauguraba el pasado 2 de diciembre los 422 kilómetros de vía férrea que conecta la frontera con China y la capital Vientián a una velocidad de 160 kilómetros a la hora para trenes comerciales y de 120 kilómetros a la hora para mercancías. La nueva conexión ferroviaria que proporciona mayor integración a un país que no dispone de salida al mar, puede convertirse en el game changer que impulse la revitalización de Laos, que figura entre los países en desarrollo con menor desarrollo. Solamente la inversión de la nueva infraestructura ferroviaria supone algo menos de un tercio del PIB de Laos.

Constituida como joint-venture con un reparto del 70% y 30% entre China y Laos, respectivamente, la infraestructura pasará a ser propiedad de Laos después de 50 años, esté o no cancelada la deuda, al tratarse de un proyecto de Asociación Público Privada donde se contempla la construcción, operación y transferencia al Estado de los activos. Un modelo conocido como BOT, Build Operate and Transfer.

Once años, y una pandemia global que ha ralentizado la conclusión del proyecto, han sido necesarios para que Laos cuente con una infraestructura con la que poder convertirse en hub hacia la región ASEAN, haciendo de enlace con el punto de inicio de la vía férrea en la ciudad china de Kunming. Un proyecto que incorpora un total de 75 túneles y 77 puentes para conseguir sortear una orografía montañosa y densamente poblada, que conseguirá modelar los flujos comerciales y económicos de la región en la próxima década.

Con la incorporación de Laos, China suma un enclave más a su esfera de influencia y un punto de enlace adicional hacia las zonas costeras que, de unirse Tailandia, le llevaría a conectarse con Malasia y Singapur. Una pieza más en el tablero de la geoestrategia para evitar la vulnerabilidad que constituye el estrecho de Malaca ante la posible configuración de un nuevo esquema global post-pandemia donde las potencias extranjeras podrían ejercer un mayor control naval en la región.