La geopolítica de la tecnología se ha convertido en un importante game-changer para las próximas décadas, con impacto directo en empresas de todos los sectores y geografías porque la tecnología es parte esencial de todos los procesos productivos. Como agente de cambio, la geopolítica está acelerando que las potencias innovadoras busquen una mayor autosuficiencia tecnológica que les devuelva el protagonismo en la escena mundial. Se trata de un cambio en la visión estratégica hacia una mayor y más rápida transición dual, energética y digital, que va a tener impacto a nivel global.
De hecho, responder a los retos que presenta la Cuarta Revolución Industrial (4RI) va a requerir por parte de economías y empresas de una mayor resiliencia estratégica ante los cambios que plantea la redefinición del modelo de globalización en base a tres grandes tendencias que se van a ir consolidando en los próximos años. En esta nueva era económica, el proceso de offshoring, que protagonizó décadas de deslocalización de la industria hacia países con mayores ratios de rentabilidad, va a ir dando paso hacia un modelo de onshoring, bajo el esquema de las nuevas políticas industriales impulsadas recientemente por Estados Unidos, la Unión Europea y varios países asiáticos, que contemplan la combinación de incentivos fiscales y un impulso hacia la digitalización para atraer los flujos de inversión hacia una mayor producción local.
Junto a la creciente tendencia del onshoring promovida por las grandes economías para adaptar ventajas competitivas históricas al nuevo entorno digital, el nearshoring va a ser la segunda gran tendencia derivada de esta redefinición del modelo de globalización. Por una parte, se recuperan capacidades de producción tecnológica hacia el territorio local con el onshoring, mientras que con el nearshoring se potencia una cadena de suministro más cercana a las bases productivas para evitar las reiteradas disrupciones de los últimos años sobre los procesos productivos. Como tercera gran tendencia, la nueva generación de global champions chinas, principalmente en el sector automotriz, está impulsando un cambio en el ecosistema promoviendo el fin del esquema del “Business as usual” al ser las startups de automoción chinas las que comienzan a competir con los gigantes de la industria en su propio territorio con fabricación local de coches eléctricos y de baterías.
En este sentido, una mayor visión geoestratégica de las grandes tendencias que están modelando la nueva era económica potenciará la toma de decisiones económicas a nivel empresarial. Sin embargo, los datos del estudio CEO Imperativa Study elaborado por Ernst & Young reflejan la desconexión del factor geopolítico en los planes de adaptación tecnológica y de transformación digital en las organizaciones. Según este estudio, solamente el 28% de los directivos ejecutivos del Forbes Global 2000 sitúan el factor geopolítico como un factor de preocupación empresarial, frente a un 63% que consideran la tecnología y la innovación como las principales tendencias que afectan a su empresa.
De esta forma, el factor geopolítico se sitúa en las últimas posiciones en la toma de decisiones entre los órganos directivos, ampliando la desconexión de la creciente competencia geoestratégica que están librando Estados Unidos y China en la fabricación de chips avanzados, en Inteligencia Artificial y en energías limpias, y que tiene un impacto y dimensión a nivel global. Hacer que las empresas sean más resilientes ante la gestión de riesgos pasa por incorporar el factor geopolítico de la tecnología entre las prioridades estratégicas en la agenda de innovación tecnológica y digital.