En todos los discursos de anteriores congresos, las partes que mayor peso y las que despiertan mayor atención son las que se refieren a las reflexiones económicas y a las cuestiones de seguridad nacional y política exterior. En esta ocasión, las perspectivas de futuro de la coyuntura internacional y la nueva definición de la política dinámica de Covid cero son los dos factores que van a marcar el desarrollo de la economía china en los próximos cinco años. De hecho, el entorno geopolítico de competición con la administración Biden imprime mayor volatilidad a la agenda económica.
Teniendo en cuenta estos dos planos económicos, el asociado a las políticas nacionales y la coyuntura que impacta sobre el rendimiento de la economía a nivel internacional, del discurso de Xi Jinping no se desprenden grandes cambios en una agenda estratégica que el presidente chino lleva desplegando durante los últimos diez años. Solamente los acontecimientos internacionales de los últimos dos, la pandemia global y la invasión rusa de Ucrania, son los eventos que están produciendo una adaptación de las directrices estratégicas identificadas en el XIV Plan Quinquenal (2021-2025).
No obstante, aunque no se aprecia una redefinición de las prioridades, sí existen dos factores que van a modular el despliegue del plan de desarrollo de cómo avanzará China en la ejecución del plano económico en el próximo lustro. El primero de ellos es la designación del sustituto de Li Keqiang como primer ministro, que ha anunciado que abandonará su cargo en marzo de 2023, una posición dentro del gobierno tradicionalmente asociada al máximo representante de la política económica. No se trata tanto de quién ostente el puesto, sino más bien del perfil del candidato elegido para ocupar una de las posiciones más estrechamente ligadas con las directrices de Xi Jinping. La más que posible elección de Li Qiang, el que fuera jefe del partido en Shanghai, anticipa una visión de la economía china más ligada a la ideología de Xi y más alejada, por ende, del esquema denguista imperante durante las últimas cuatro décadas.
El segundo factor que mayor afectará a cómo evolucione la economía china en los próximos cinco años será cómo de dinámica termine siendo la nueva definición de política de Covid cero que ha establecido el gigante asiático. De hecho, la recuperación de las cadenas de suministro está estrechamente ligada a cómo China evolucione en la adopción de medidas que permitan garantizar el bienestar de la población sin que la decisión de realizar confinamientos de larga duración en los principales centros productivos y de negocio termine afectando al rendimiento de la economía.
Para que a China le vaya bien, tiene que irles bien también a sus socios regionales, pero la coyuntura internacional actual y los reiterados confinamientos están planteando un escenario de incertidumbre permanente en la economía doméstica del que no son ajenos los inversores internacionales. A diferencia del rol que ha venido ejerciendo China como el principal motor económico para la región en las últimas décadas, el gigante asiático va a ser el país de la zona asiática que menor crecimiento económico va a generar durante 2022. Una circunstancia que no se había producido en los últimos 30 años, pasando Vietnam a ocupar, por primera vez, este papel de liderazgo económico entre los países asiáticos.
De cómo evolucionen las medidas sobre una política dinámica de Covid cero y de cómo la planificación económica quede más ligada a planes técnicos de desarrollo sin que se impongan las consideraciones ideológicas dependerá el ritmo de recuperación de la economía del gigante asiático. De las prioridades que se establezcan dependerá, en gran medida, que China vuelva a recuperar su rol de líder económico de la región asiática y, con ello, que se acelere su recuperación como socio económico a nivel global.