La salida de EEUU del acuerdo INF sobre misiles con Rusia va más allá de una ruptura que podría significar una vuelta a la guerra fría. Este último, por otra parte, es un concepto simplista, tópico y sin mucho significado. Hoy el mundo es distinto, hay más protagonistas en la escena internacional y los de antes tienen distintas capacidades y retos completamente diferentes.
Para nadie es un secreto que Rusia está redimensionando sus fuerzas armadas, reforzando sus capacidades convencionales y explorando avances en nuevas tecnologías y entre ellas nuevos misiles de mayor alcance y mayores capacidades de evasión de radares y sistemas contramisiles.
Pero es importante subrayar que Donald Trump no se ha limitado a denunciar el nuevo tratado por incumplimiento de Rusia, sino que, a la vez, propone un nuevo acuerdo con términos más acordes con la situación geoestratégica actual y al que se incorpore China. Este elemento es clave.
Trump quiere enviar una señal de que la disputa comercial va por un lado y las preocupaciones por la seguridad deben ir por otro. Por otra parte, EEUU quiere explorar las contradicciones entre Rusia y China, a pesar de sus gestos de acercamiento, y no perder iniciativa. Y, en tercer lugar, el acuerdo roto con Rusia ya apanes tenía virtualidad con la tecnología actual, la aparición de nuevos focos de inestabilidad y recalentamiento de viejos conflictos y la emergencia de China en pleno programa de imponer mayor presencia en su entorno y en erigirse en potencia regional única con intereses globales.