Un comienzo de año es siempre una ocasión para hacer balance del pasado y previsiones de futuro y en estos análisis, para 2022, se mantiene sobre todo la incógnita Biden, que permanece y se esfuerza por encontrar un sitio entre la incertidumbre de los suyos, las expectativas de sus contrarios y los retos de un dinámico escenario internacional donde las iniciativas de Rusia y China, por separado unas veces y conjuntamente otras, van planteando a Estados Unidos.
La incógnita Biden es múltiple. Por un lado está la incógnita biológica, marcada por la avanzada edad del mandatario sobre cuya salud real se conoce poco, combinada con la carencia de alternativas de liderazgo potente en el Partido Demócrata; por otro lado está la incógnita de las decisiones presidenciales, que no se distancian mucho del abandonismo o la displicencia de Trump respecto a algunos escenarios, y la persistencia de elementos proteccionistas y de repliegue; y, al mismo tiempo, como hemos comentado, se visualiza una aparente falta de liderazgo frente a los retos rusos en Europa y a la defensiva sobre las iniciativas chinas a escala global.
En ese panorama crecen las dudas de los aliados y la audacia de personajes como Putin que está consiguiendo, a base de bravuconería y de presión en lo que lo militar forma parte esencial, convertir sus debilidades en instrumentos de ventaja.
EEUU sigue aparentando pérdida de liderazgo y dudas estratégicas y eso no es bueno para nadie. Ese vacío está siendo llenado por candidatos con modelos que cuestionan las democracias occidentales y líderes que, sin cuestionarla, tienen una agenda propia que no puede aspirar a ser referencia mundial y en la que hacen gala de criticar precisamente a Estados Unidos. La debilidad europea, en este contexto, está haciendo potenciar políticas exteriores nacionales, como en los casos claros de Reino Unido y Francia, pero crecientes en todos los socios de la Unión Europea, aunque las presenten con la etiqueta del multilateralismo.
Este panorama parece que va a marcar 2022 y en él, el factor Biden, sus dudas y las iniciativas o la ausencia de ellas de un país que ha sido clave para el mundo occidental en los últimos cien años, es dramáticamente clave.