Desde que Kim Jong-un llegó al poder a finales de 2011, el mercado negro de Corea del Norte ha venido experimentando grandes cambios que se están llevando a cabo como una “revolución logística”. Con la expansión de las telecomunicaciones móviles estatales y el transporte privado como forma de entrega de pedidos, expone Yonho Kim, experto especializado en Corea del Norte, con especial foco en políticas económicas.
Alrededor del 20% de la población norcoreana, es decir unos 4 millones ciudadanos, ahora tienen teléfonos móviles, lo que facilita la comunicación en tiempo real de la información de tendencias del mercado. Esto ha permitido a los comerciantes determinar mejor las cantidades y los precios de los productos para el comercio, así como los métodos de envío y entrega a través del móvil. Estos datos fueron suministrados en una discusión que tuvo lugar en el Instituto coreano Económico de América, presidida por el antes mencionado experto, y en el que 4Asia participó.
El mercado negro de Corea del Norte se desarrolla en total secretismo, como es usual en este tipo de regímenes, y en donde la confianza es la clave de las transacciones. En cada provincia hay una organización con gente que se encarga tanto de la distribución de las mercancías, como de los pagos o la recaudación del dinero. Por ejemplo, un usuario interesando en comprar gasolina solicita el producto a su contacto a través de una llamada, quién a su vez llama a quien es su proveedor de gasolina y se la pide. A partir de ese momento se hacen los pagos correspondientes y se ponen en contacto al chófer y al cliente quienes establecerán el lugar de entrega por teléfono. De surgir algún inconveniente, como que sea parado por un control del Estado, se activa un protocolo, en el que el chófer llama a su contacto provincial, quien se comunicará con el ministro o funcionario que está afiliado a la red para que le permita el paso.
El experto norcoreano explica que los comerciantes ya no pueden competir en los mercados sin un teléfono móvil. Además, agrega, la tolerancia de Kim Jong-un con las empresas privadas en Corea del Norte y la creación de operaciones de colaboración público-privadas de facto han ayudado a fomentar la empresa de servicios de transporte privado, también conocida como «servi-cha».
Aprovechamos la oportunidad para hablar con Yonho Kim, e indagar sobre el informe. Nos explicó que sus datos se basan en entrevistas realizadas a 19 desertores norcoreanos que ahora están reasentados en Corea del Sur y que todos cuentan con experiencia como comerciantes que usaban sus teléfonos celulares y servicios de transporte privado, en los años recientes.
En la conversación con el especialista en Corea del Norte le preguntamos si el desarrollo y crecimiento de esta economía paralela puede de hecho ayudar al régimen de Kim a perpetuarse en el poder porque oxigena la vieja crisis económica que atraviesa esa nación, y él nos explicó que Kim Jong-un sabe que ha utilizado el mercado para resucitar la economía y asegurar la legitimidad de su gobierno. Los norcoreanos no están seguros de su liderazgo como dictador de tercera generación que carece de logros políticos heroicos.
Hasta ahora, el mercado y el régimen mantuvieron con éxito unas relaciones simbióticas de las que Kim puede reclamar que hoy hay una parte menor de la economía bajo su supervisión. Pero el problema es que las personas ya no perciben al régimen como un cuidador, porque no dependen del Estado para su supervivencia diaria, sino de sus propias actividades de mercado. Kim tendrá que mostrar grandes resultados económicos para permanecer en el poder a largo plazo, afirma nuestro interlocutor.
El dictador norcoreano debe conocer los riesgos de la mercantilización en términos de estabilidad de su régimen. Es por eso que es muy cuidadoso al abrir su economía. Intentará minimizar el impacto negativo de la normalización de las relaciones económicas con el mundo exterior mediante el desarrollo de políticas de reforma muy calculadas. Aunque, asegura nuestro experto, ningún dictador tiene un control total de las consecuencias inesperadas de su propia política. ¿Y por qué la corrupción sería tan rampante en una sociedad estrechamente controlada como Corea del Norte? La corrupción es una herramienta para que Kim reduzca la presión sobre su régimen por parte de los funcionarios estatales que enfrentan dificultades económicas. Es posible que Kim no sepa cuál es el resultado final.
Por ahora lo que se sabe es que el crecimiento de ese mercado negro ha desencadenado la “revolución logística” y que está cambiando profundamente la sociedad norcoreana. Yonho Kim asevera que las personas están haciendo llamadas y enviando mensajes de texto, tomándose selfies y mandándolos a sus amigos. Estas son experiencias sin precedentes para las personas en una sociedad cerrada como Corea del Norte. Y la creciente importancia de la credibilidad y la confianza entre los comerciantes gracias a la introducción combinada de teléfonos celulares y servicios de transporte comercial en última instancia plantaría una semilla de la sociedad civil. (Foto: Jeff Johnson)