El presidente Lula parece estar tomando muy en serio su oportunidad de convertirse en un destacado líder internacional. Así lo prueba su visita a China para firmar una serie de acuerdos bilaterales, encontrarse con Xi Jinping y apoyar, tal y como el mismo Lula al cierre de su viaje afirmó, una “mediación conjunta para la guerra de Ucrania entre China, los Emiratos Árabes Unidos, China y Brasil”, mientras acusó a Estados Unidos y Europa de prolongar el conflicto.
Se produjo así la materialización de la visita programada para mediados de marzo y pospuesta de acuerdo con la versión oficial debido al estado de salud del mandatario brasileño. Sin embargo, fuentes no oficiales afirmaron que Lula necesitaba estar en Brasil en el momento en que el ex presidente Bolsonaro regresaba de Florida, donde pasó varios meses supuestamente porque se estaba sometiendo a un tratamiento médico. Y aunque a ambos líderes se les conoce que tienen considerables vulnerabilidades de salud, en ninguno de los casos la versión dado por ellos parece coincidir con la verdad.
Lo que sí parece ser cierto es que Lula decidió hacer esperar a Xi Jinping unas semanas y se quedó en casa para dar aires de normalidad y estar presente en caso de que se presentara otra situación irregular del corte de un intento de golpe de Estado.
Aunque posterior a lo agendado, China lució su ritual de recibimiento de visitas de Estado para acoger al presidente Lula. La planificación de cada momento y el extenso repertorio de protocolos que ensalzan los símbolos del Partido Comunista chino como la obligada parada en la Plaza de Tiananmen donde las imágenes de video y las fotos glorifican la suntuosidad de la dimensión de la plaza, el Gran Salón del Pueblo de fondo al ritmo de centenares de soldados chinos marchando fueron sólo una parte del cuidado ceremonial que se desplegó durante los cuatro días que duró la visita.
En ese idílico ambiente creado por el PC chino Lula desafiaba informando que quería una relación más profunda con China, que trascendiera del comercio, que se traduce en profundizar las relaciones existentes al plano social, cultural, científico e ideológico.
China es el principal socio comercial de Brasil. En efecto, la balanza comercial favorece a Brasil con un superávit de 62.000 millones de dólares en su favor debido a exportaciones en los sectores agrícola, minero y petrolero. Por su parte una larga lista de empresas chinas tiene participación y presencia en Brasil, como en el sector de telecomunicaciones. Huawei, desde la década del 2000, opera en Brasil y actualmente está construyendo centros de datos y es uno de los principales proveedores de tecnología en el desarrollo del 5G en el territorio brasileño.
En un tono desafiante, Lula aprovechó la ocasión para mencionar en un discurso que visitó la sede de Huawei y aseguró que no tienen sesgos en su relación con China y que “nadie puede impedirle a Brasil mejorar sus relaciones con el gigante asiático”.
Otro punto clave de la visita para Lula fue remarcar la importancia del BRICS como grupo económico que incluye a China, Brasil, Rusia, India y Sudáfrica y las alternativas que ofrece. En ese sentido volvió hacer referencia a lo importante de un sistema paralelo al dólar para los intercambios internacionales. Sistema que Xi entiende como clave para continuar el camino de la independencia de Estados Unidos pues automáticamente previene la alineación con EEUU.
Lula aboga por la creación de un club de paz también como una alternativa básicamente a lo existente desde el fin de la II Guerra mundial. Razón por la que propone una “mediación conjunta en la guerra de Ucrania, lo que parece ser música para los oídos de Beijing, porque, aunque China ciertamente no ha públicamente apoyado a Putin en su cruel invasión, está claramente alineado con el Kremlin para ayudarles a ganar tiempo, no dejarlos caer económicamente y beneficiarse incluso de los productos que ya no le compran los que están en contra de su guerra.
No es casual que el ministro de exteriores ruso, Sergei Lavrov, llegará a Brasilia y tendrá un encuentro con su homólogo brasileño, Mauro Vieira. Mientras que, en el otro lado del mundo, durante el fin de semana el ministro de Defensa chino, Li Shangfu, llegó al Kremlin para reunirse con el mismo Putin en una visita de cuatro días que deja ver la importancia que China da a Moscú. Una triangulación más que fortuita y provechosa para las partes.
Lula está priorizando “recuperar la reputación internacional de Brasil”, lo que viene a decir, dejar atrás la época de Bolsonaro y dar aires de renovación en un intento cargado de pragmatismo. Así lo prueba la discreta visita a Moscú hecha por Celso Amorim, un veterano político brasileño, quien ha tenido diferentes posiciones en el alto gobierno desde los años ochenta y quién es hoy el asesor en materia de política exterior de más alto nivel de Lula.
En una entrevista concedida al Global Times. Amorin afirmó que la visita de Lula a China es muy importante porque es la primera visita fuera del continente a tan sólo tres meses de haber tomado posesión del cargo presidencial. Así mismo afirmó que ambos países tienen un importante rol, el de construir un mundo más multipolar en donde el poder no se encuentre centralizado, y no prevalezcan las hegemonías.
Brasil es el mayor comprador de fertilizante de Rusia, por transacciones de cerca de 2 mil millones de dólares en 2019. Y aunque Rusia está sancionada en estás áreas, y en efecto los europeos han dejado de comprarle no sólo fertilizantes, sino productos químicos, petróleo y gas, los intercambios han sido compensado con la compra de estos rubros por China e India de acuerdo con Keith Bradsher periodista del New York Times.
La visita es un reflejo de la importante relación comercial y política entre Brasil y China y el pragmatismo de Lula de potenciar esas relaciones y darles un carácter más estratégico. A la vez, Brasil necesita de los fertilizantes rusos para poder mantener su producción agrícola por lo que cargado de pragmatismo Lula prefiere jugar a crear un “club de paz” que le permita mantenerse fuera de la alineación con Washington para así poder justificar que siga comprándole a Rusia lo que necesita.
Mientras, a Occidente parece costarle cada vez más continuar aumentando apoyos para Ucrania, titulares como el de CNN “líderes mundiales hacen filas para reunirse con Xi Jinping” , parece explicar bien la nueva situación internacional.