Home Asia INTERREGNUM: Xi: de Perú a Brasil. Fernando Delage

INTERREGNUM: Xi: de Perú a Brasil. Fernando Delage

por: 4ASIA
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Las recientes cumbres del foro de Cooperación Económica del Asia-Pacífico (APEC) y del G20, celebradas en Perú y Brasil, respectivamente, han sido una nueva muestra de la batalla entre China y Estados Unidos por proyectar su influencia en el Sur Global, y más particularmente en América Latina. Pero mientras el presidente norteamericano tuvo un perfil bajo y se limitó a asistir a ambos encuentros, su homólogo chino completó su viaje con sendas visitas de Estado a Lima y Brasilia. Xi Jinping no sólo puso de manifiesto la creciente influencia de su país, sino que, aprovechando el cambio de administración en Washington, redobló la apuesta por una región rica en recursos y materias primas, y estratégicamente relevante para sus ambiciones globales.

En Perú, Xi inauguró la primera fase del puerto de Chancay, un proyecto en el que se han invertido más de 3.500 millones de dólares, y que estará bajo el control exclusivo de la compañía china COSCO durante 30 años. Concebido como uno de los ejes centrales de un sistema logístico trans-Pacífico, Chancay facilitará el acceso de la República Popular a los recursos y mercados de América Latina, así como de las exportaciones de Perú, Chile, Ecuador, Colombia, incluso Brasil, a China y a otros países de Asia. Situado a lo largo de la Autopista Panamericana, el puerto, que reducirá el trayecto marítimo desde Shanghai de 35 a 23 días, facturará unos 4.500 millones de dólares anuales y creará 8.000 empleos.

Como parte de la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda, Chancay ilustra el desarrollo de rutas comerciales que no tienen que cruzar Norteamérica y que, como indicaba el Global Times de Pekín, marcarán un nuevo salto adelante en la integración de las economías del Asia-Pacífico. Es innegable, por lo demás, que aun tratándose de una infraestructura civil, puede dar potencialmente acceso a la armada china, que contaría de este modo con un punto de apoyo logístico en el hemisferio occidental, un motivo de preocupación adicional para Estados Unidos.

En Brasil, con ocasión del 50 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas, Xi y su anfitrión, Luiz Inácio Lula da Silva, elevaron el estatus de la asociación estratégica bilateral, a la vez que se firmaron cerca de 40 acuerdos en distintas áreas, de las telecomunicaciones a la agricultura, de la industria a proyectos de infraestructuras. Aunque también se barajó la posibilidad de que Brasil anunciara su adhesión a la Nueva Ruta de la Seda, los dos líderes no fueron más allá de declarar la voluntad de establecer “sinergias” entre la iniciativa china y los planes brasileños de desarrollo.

Primer socio comercial de Brasil desde 2009, China ha reducido no obstante sus inversiones. Los intercambios comerciales entre ambas naciones superaron los 160.000 millones de dólares en 2023, y Brasil es uno de los escasos países que pueden presumir de un supéravit en su balanza con China; sin embargo, la potencia agrícola suramericana busca diversificar sus exportaciones con productos de mayor valor agregado (predomina con creces el sector primario). Y aunque las inversiones chinas se han reducido, se redirigen hacia las prioridades del gobierno brasileño: tecnología, energías renovables y servicios, sectores en los que se crea empleo y se establecen acuerdos con firmas locales. Por otra parte, la importancia estratégica de Brasil, novena economía del planeta, y uno de los grandes del mundo emergente, resulta evidente para China, con la que comparte la preferencia por un orden internacional multipolar y por una economía mundial menos dependiente del dólar norteamericano.

La doble visita de Xi es indicio, por resumir, de que el regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, y de su previsible política proteccionista y unilateral, propiciarán unos vínculos aún más estrechos de Pekín con los países de la región. Si el comercio de China con América Latina ha crecido de 12.000 millones de dólares en el año 2000 a 450.000 millones de dólares en 2023, es una tendencia que sólo podrá seguir en aumento mientras las autoridades chinas cubran cuantos huecos deje Washington.

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