Las bravatas y amenazas fiscales y territoriales de Donald Trump han dado ya algunos resultados favorables al presidente norteamericano. Colombia retrocedió en horas en su negativa a aceptar la recepción de ciudadanos colombianos emigrantes ilegales y con antecedentes delictivos deportados de Estados Unidos; México y Canadá se han comprometido a enviar soldados a sus fronteras para frenar mejor el tráfico de drogas y la inmigración ilegal a cambio de un aplazamiento de la aplicación de aranceles y Panamá ha aceptado no renovar su acuerdo con China por el que la potencia asiática mantenía parte del control de los puertos en el Canal.
Actualmente, China gestiona parte de las operaciones de los puertos del Canal de Panamá en la salida/entrada del Pacifico y en la salida/entrada desde el Atlántico lo que inquieta a Estados Unidos y otros países de la región por el control estratégico por parte de China que eso podría suponer. La Inteligencia de EEUU considera que China, a través del control de los escaneados de los contenedores de entrada y salida del Canal conocen cada producto, su origen y el destino final de cada uno de los productos que circulan por la vía de comunicación entre los dos océanos, Esto y la subida de tarifas son las razón de las presiones y las amenazas de Estados Unidos a la soberanía de Panamá sobre el Canal.
En realidad, la estrategia china de expansión comercial estratégica en América tiene ya décadas de aplicación y es la misma que ha conseguido con su participación en parte de la gestión que tiene en puertos de la entrada oriental del Mediterráneo como Haifa en Israel y Nápoles en Italia y otros de la zona y en la salida occidental (Valencia) y Tánger en Marruecos. De la misma manera, Pekín va jalonando su presencia en África Oriental, en Djibutí, y en África occidental.
En el caso africano, se produce, además una creciente presencia de empresas estatales chinas que, en algunos casos chocan con sus socios rusos presentes como aliados de algunos países del Sahel y África occidental