Europa, China y la hipocresía como arma

Europa, aparentemente, no sabe dónde colocar a China en el mapa del futuro inmediato de la política exterior europea, si es que esto existe.

La decisión del presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, de viajar próximamente a China, manteniendo así las actuales relaciones Madrid-Pekín, en pleno debate sobre la reevaluación de los riesgos y amenazas para Europa y Occidente crea suspicacias en Europa y alguna división en la medida en que Alemania con empresas localizadas en China, parece dispuesta a mantener cercanía con el régimen de XI. Esto se suma a las cuantiosas inversiones de empresas chinas, muy tuteladas por el Estado; en Hungría, país díscolo de la UE que se niega a apoyar a Ucrania como quiere Bruselas y que presume de buenas relaciones con Putin.

China ofrece capital y tecnología estatal para unos gobiernos endeudados y algunos llegan a sugerir que puede ser una alternativa al “imperialismo” americano al lado del Sur Global, Lenin, como el Cid, gana batallas desoués de muerto.

China, con uno de los más clásicos y eficaces instrumentos de la historia de la humanidad, la economía y el mercado, un mercado controlado e intervenido por el PC chino y su gobierno, está introduciendo en Europa dudas y divisiones que exhiben la debilidad europea para hacer frente a los retos actuales, Sobe todo cuando Donald Trump, en una desconcertante mezcla de nacionalismo primario, torpeza y aparente ignorancia, agrieta la alianza trasatlántica, parece dispuesto a dibujar zonas de influencia con Putin, debilita Europa y abre espacio a quienes siempre han hecho de su antiamericanismo un discurso demagógico siempre celebrado por Moscú.

Tras la sutil, y engañosa, afirmación de que Rusia es una amenaza y China sólo un riesgo, se esconde una filosofía de propensión al apaciguamiento y la ceguera ente los peligros que en los años 30 del siglo pasado condujo a la guerra. Porque tras la aceptación de que Rusia es una amenaza no faltan voces que sugieren un acercamiento a Putin para neutralizarla. Es un argumento seductor para una sociedad que lleva décadas viviendo bajo el paraguas protector de EEUU a la vez que miraba con arrogancia al otro lado del Atlántico. Este es un escenario sobre el que no se debate públicamente en la sociedad europea y que está en el fondo de unos planes de rearme sobre los que se habla sin aclarar en qué consisten y sobre qué perspectiva estratégica se apoyan.

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