Gaza, China y negocios

La reconstrucción de Gaza y los inmensos, y necesarios, negocios que va a ofrecer a empresas de todo el mundo están en la base de no pocas negociaciones diplomáticas discretas y condicionan la organización de la segunda fase del acuerdo de alto el fuego en Gaza.

Turquía y Qatar se disputan abiertamente la participación de sus empresas en la reconstrucción de viviendas y de infraestructuras en el territorio. Los cataríes, históricos padrinos, junto a Irán, del gobierno de Hamás en Gaza (siempre con supervisión israelí y en algunos casos con su apoyo) parecen llevar ventaja en los planes de futuro, pero la necesidad de EEUU de mantener buenas relaciones con Ankara presagian un acuerdo salomónico tan vez impulsando empresas conjuntas con compañías norteamericanas.

Pero aparece China, que ya ofrece materiales de viviendas de instalación rápida y urgente y facilidades con el apoyo de Hamás y la Autoridad Palestina que valoran el apoyo, a distancia, de Pekín a sus causas, y equilibran una influencia turca y catarí que despierta recelos. China tiene importantes inversiones en Arabia Saudí y en Jordania y mantiene excelentes relaciones con Irán. Y, además, China es actualmente la segunda socia comercial de Israel, con un valor comercial total de 24.500 millones de dólares. En particular, entre 2019 y 2022, el comercio entre ambos países experimentó un repunte significativo, marcando un aumento de 6.410 millones de dólares, lo que supuso un crecimiento del 57%. Dicho incremento se ha dado en las importaciones de China. Ya en 2021 China superó a Estados Unidos para convertirse en la mayor fuente de importaciones de Israel. Y este aumento que sigue disparándose en los últimos años se debe al desarrollo de tecnología punta por parte de ambos.

En todo caso, los expertos en geopolítica consideran que la presencia china en la región supone una mezcla de riesgo y estabilidad. Riesgo por la influencia y el lento desplazamiento que supondría de la influencia de EEUU y, a la vez estabilidad por el pragmatismo y la prioridad comercial que, a medio plazo supone la política de Pekín. Luego, el tiempo y la evolución de los conflictos marcarán la evolución y los límites de la presencia china.

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