La nueva geopolítica internacional es una realidad que queda por sentada con la apertura de relaciones de Washington con países como Venezuela, Cuba y esta semana concretamente con la visita del presidente Biden a México para asistir a la cumbre de “los tres Amigos” en la que participarán los líderes del llamado Tratado de Libre Comercio de América del Norte, o NAFTA por sus siglas en inglés.
Comenzó como el NAFTA y no sólo creó la zona de libre comercio más grande del mundo, sino que unió a 444 millones de personas que producen bienes y servicios por un valor superior a 17 billones de dólares, sino que fue una asociación muy próspera para las tres economías, pues al haber reducido o eliminado la mayoría de las barreras y abrir acceso a los mercados facilitó la entrada de productos y servicios, reduciendo precios y ha dado ventajas sobre los competidores naturales, las otras grandes economías como la China.
El encuentro de estos tres líderes, a pesar de no llamarse de la misma forma, renovó el compromiso de los tres países de Norte América. Pero el momento escogido para la cumbre no es fortuito. Biden ha venido moviendo piezas progresivamente para asegurar que Estados Unidos tenga acceso a materias primas, a alimentos y a combustible frente a la incertidumbre internacional. La Administración estadounidenses quiere asegurar que el país vecino sea su aliado, a pesar del comportamiento cuestionable de AMLO, y el pragmatismo prevalece ante la ausencia del petróleo ruso del mercado internacional. Además, las petroleras estadounidenses han venido presionando a la administración para que abogue por ellas en las desfavorecedores políticas de López Obrador que las dejan en desventaja en México.
Dada la situación internacional y la inestabilidad del mercado chino y los retrasos e intermitencia con la cadena de suministros desde el comienzo de la pandemia, toma más sentido el “nearshoring” para Washington. Este término que se ha puesto de moda entre los economistas justifica el acercamiento de la producción de materias primas a casa con el propósito de evitar escasez e incertidumbre. Por lo que México cuenta con atractivo, potencial, materia prima, cercanía y precios competitivos.
En efecto, un comunicado de la Casa Blanca al finalizar el encuentro informaba que los líderes también discutieron sobre la posibilidad de fortalecer la cadena de suministro de minerales críticos, vehículos eléctricos y semiconductores que a raíz de la pandemia y sus consecuencias se ha convertido en un tema estratégico.
El presidente mexicano, por su parte, se ha vanagloriado con la presencia de los invitados y ha asumido con gran gusto el rol de super anfitrión que como buen mexicano muestra con orgullo su país mientras aprovecha la propaganda política de recibir a dos jefes de Estados de tal calibre.
Por lo que no resulta casual que a tan sólo cuatro días de la llegada de Biden a territorio mexicano Ovidio Guzmán, hijo del Chapo y actual líder el Cartel de Sinaloa y, cuyo nombre se encontraba en la lista de los más buscados por las autoridades estadounidenses y, quienes habían ofrecido una recompensa de 5 millones de dólares a cambio de información que llevara a su hallazgo, era capturado por las fuerzas de seguridad mexicanas como agradecimiento anticipado a la visita del presidente estadounidense.
La Administración Biden tiene un problema muy gordo que ha heredado y que debido a los acontecimientos de los últimos años no ha hecho más que agravarse, la migración ilegal, que se ha convertido en el quebradero de cabeza de los países occidentales y cuyo manejo trascurre entre el sutil juego de respeto a los derechos humanos y la protección de los intereses del Estado.
En Estados Unidos el problema migratorio es más escabroso puesto que es una nación de emigrantes, en la que casi todos los políticos o figuras destacadas del país son producto de la migración. Razón por la que ni republicanos en previas administraciones ni los demócratas han encontrado una fórmula para solucionar el problema de flujos migratorios. Si, además, tomamos en cuenta el incremento de líderes radiales en Latinoamérica es comprensible. Los movimientos desde Centroamérica, Cuba y más recientemente Venezuela, han roto todos los índices de migrantes comparados con cualquier otro país, pues ha empujado a unos 7 millones de inmigrantes desesperados a buscar un nuevo hogar movidos por la desesperación y el deseo de superación.
Como si no fuera suficiente, Washington tiene además otro gran conflicto que necesita medianamente resolver, que es la lucha contra la adicción a sustancias ilegales que se ha agravado con el flujo transfronterizo del letal opioide sintético “fentanilo” que, se ha convertido en uno de los mayores problemas sociales a erradicar y que sólo el año pasado dejó 70,000 víctimas en los Estados Unidos y que cada día suma más adictos y víctimas mortales.
Por lo que, en este sentido, López Obrador ha hecho una clara maniobra al capturar al hijo del Chapo justo coincidiendo con la visita de Biden, como un gesto de complacencia en busca de aprobación de las autoridades estadounidenses, puesto que los carteles tradiciones ahora están traficando también con drogas sintéticas, puesto que son considerablemente más económicas de producir.
Por su parte el primer ministro canadiense respaldó a su homologo estadounidense como es costumbre, pero también aprovechaba para garantizar que Canadá tenga acceso a un mercado justo. Trudeau enfatiza la cooperación económica en el continente poniendo el foco en el crecimiento de la clase media y aquellos que trabajan para formar parte de ella.
La importancia de esta cumbre más allá de los temas abordados es el intento por las naciones poderosas de la región en ganar y acercar aliados en un momento internacional convulso y confuso en el que Putin obcecado por continuar su plan insiste en una absurda guerra que ha acabo una nación de ciudadanos inocentes, que ha condenado a su propia gente al aislamiento producto de las sanciones y con ellas a la imposibilidad de vender su petróleo en el mercado internacional. Mientras que China daba el feliz año al mundo mostrando su respaldo a Rusia generando pánico sobre le futuro de por sí incierto que nos depara este 2023…
En medio de un escenario desolador, Washington se llena de pragmatismo con apoyo de Ottawa para navegar acompañados hacia un futuro sombrío.