Camp David es el lugar de descanso de los presidentes estadounidenses, ubicado a unos 100 kilómetros de Washington D.C. y un lugar conocido por haber servido para destacados encuentros que han condicionado el curso de la historia mundial.
En 1943 el presidente Franklin Roosevelt se reunió con Winston Churchill durante la II Guerra Mundial. En 1979 fue él lugar de acogida de las negociaciones que produjeron el tratado de paz entre Egipto e Israel que sirvió de marco para la paz en el Medio Oriente. Más adelante, en 1984, Ronald Reagan recibió a la primera ministra británica Margaret Thatcher en Camp David; posteriormente, Bill Clinton organizó allí el encuentro entre Ehud Barak, primer ministro israelí, y el presidente de la autoridad palestina, Yasser Arafat, en el año 2000. El presidente George W. Bush reunió allí a su gabinete para preparar la invasión de Afganistán después de los ataques terroristas del 11 de septiembre.
Y en esa línea, Joe Biden recibió allí él pasado viernes a los líderes de Japón y Corea del Sur en un significativo encuentro en el que Biden se apunta el gran triunfo de haber conseguido conciliar ambas naciones. De acuerdo con Sue Mi Terry, la experta en asuntos coreanos y ex miembro de la CIA, y Max Boot, historiador y analista en relaciones internacionales en un artículo conjunto que escribieron para el Washington Post, si las relaciones entre Japón y Corea del Sur pudieron llegar a este punto es fruto de un arduo trabajo diplomático de la Administración Biden que ha venido desarrollándose desde sus primeros días en el poder.
Pasos como los tomados por Japón en mayo han sido la clave de la mejoría de relaciones. Fumio Kishida, el primer ministro japonés, expresó su simpatía por los coreanos forzados a la esclavitud industrial durante el periodo colonial japones (1910-1945) en la península coreana. Ese gesto público de reconocimiento ha sido muy significativo para Seúl y contribuyó no solo a limar las asperezas entre ambas naciones sino a abrir el camino a la cooperación frente a una Corea del Norte con capacidad nuclear y una China expansionista.
Durante el encuentro del G7 este año, que tuvo lugar en Japón, él presidente surcoreano Yoon visitó él memorial de Hiroshima como un gesto de reciprocidad que muestra el esfuerzo de ambas partes en dejar un pasado atrás.
En el marco de la misma cumbre se consiguió abrir otros canales de cooperación como el de defensa con el anuncio del establecimiento de un radar que intercomunica las señales de los tres países para conseguir una respuesta más precisa antes un potencial ataque de misiles de Pyongyang.
En materia económica, Samsung anunció también la construcción de una planta de un valor de unos 222 millones de dólares en Yokahama en la que tanto Japón como Corea del Sur colaborarían en la elaboración de materiales para semiconductores. No es casual que sea precisamente uno de los rubros que más obsesiona a la Administración Biden, que hasta ha aprobado leyes para proteger la industria de semiconductores y asegurarse que permanecerá en manos estadounidenses y/o de los aliados, pero lejos de los tentáculos del PC chino.
En junio el gobierno japonés anunció que Corea del Sur había sido restablecida en la lista de destinos de exportaciones preferidos, levantando así las restricciones y cerrando una etapa gris en la disputa comercial entre ambos que comenzó en el 2019.
Todos esos movimientos estratégicamente impulsados desde Washington con la visión de consolidar dos grandes aliados y acercarlos hacia él mismo objetivo común han comenzado a dar resultados, y la cumbre en Camp David es la mejor prueba de ello. Es un logro de Biden aunque tanto Tokio como Seúl entienden la necesidad de operar como bloque frente a China.
Él levantamiento de las restricciones de importaciones entre ambas naciones asiáticas es un punto clave porque de esa forma conseguirán bajar de alguna manera la dependencia que tienen de China en la cadena de suministro.
Tanto Japón como Corea del Sur son los aliados más importantes para Washington en el Pacifico y Camp David tenía que ser él lugar del encuentro por ser el reservado para encuentros de un altísimo nivel. Está cumbre trilateral lo ha sido, los temas discutidos han sido algunos de los ya mencionados con anterioridad además de pone énfasis en la necesidad de contrarrestar las agresiones de Corea del Norte y China en el Indo-Pacifico.
Los tres lideres acordaron abrir canales directos de comunicación frente a cualquier tipo de crisis que se suscite. Los teléfonos rojos estarán siempre listos para recibir una llamada de uno de los aliados, pues acordaron que una amenaza para uno es una amenaza para todos.