La lucha contra el cambio climático se ha convertido en uno de los desafíos más grandes para la humanidad en el siglo XXI. La rápida acumulación de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera ha generado graves consecuencias para el planeta y sus habitantes. En este contexto, China, como la nación más poblada y uno de los principales actores mundiales, ha asumido un papel fundamental en la búsqueda de soluciones para mitigar el cambio climático. Su compromiso es alcanzar la neutralidad de carbono para el año 2060 y el techo de emisiones de gases de efecto invernadero para el año 2030.
China, en la actualidad, ostenta el título del país con las mayores emisiones de dióxido de carbono (CO2) en el mundo, liberando aproximadamente 10.000 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera. Esto representa más de un 30% del total mundial. A lo largo de las últimas décadas, al igual que Europa y Estados Unidos lo hicieron en el siglo XVIII, China ha experimentado un rápido crecimiento económico, impulsado en gran medida por industrias altamente contaminantes, como el carbón y el petróleo. Esta tendencia ha dejado una profunda huella de carbono en su trayectoria. El incremento de la urbanización y la industrialización han generado una mayor dependencia de fuentes de energía fósil en el país, lo que ha agravado significativamente el problema del cambio climático.
[Fuente: Statista.com]
Sin embargo, en los últimos años, China ha tomado medidas enérgicas para abordar el cambio climático y ha logrado avances significativos en la adopción de energías limpias y renovables. Ha realizado inversiones masivas en energía eólica y solar, y ha implementado políticas para reducir la intensidad energética de su economía. Estos esfuerzos han llevado a una disminución relativa de la intensidad de carbono del país, pero aún enfrenta enormes desafíos para alcanzar la neutralidad de carbono.
En septiembre del año 2020, el presidente chino, Xi Jinping, sorprendió al mundo al anunciar el compromiso de China de alcanzar la neutralidad de carbono para el año 2060. Esto implica que las emisiones de carbono del país se reducirán a «net zero» para ese año, compensando las emisiones restantes con acciones de mitigación y absorción de carbono.
El anuncio fue bien recibido internacionalmente y se consideró un hito significativo en la lucha global contra el cambio climático. Dado que China es el mayor emisor mundial de carbono, su compromiso es fundamental para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París y proteger el medio ambiente para las generaciones futuras, logrando el objetivo de cero emisiones para el año 2060.
Para lograr este objetivo, China está poniendo todos sus esfuerzos para lograr la neutralidad en menos de 40 años.
China se ha convertido en líder en energías renovables y verdes, ha realizado enormes inversiones en turbinas eólicas, paneles solares o baterías para poder almacenar la energía y hacerla accesible a todo el mundo y, sobre todo, más asequible.
El gigante asiático cuenta con más de 300 millones de vehículos y, aunque la relación vehículos/habitante es relativamente baja debido a su enorme población, el gobierno del Partido Comunista Chino está proporcionando incentivos para la compra de vehículos eléctricos (EV) y mejorando y ampliando los puntos de carga. De hecho, ha regulado la normativa de contaminación para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero del sector de la industria y de los automóviles, con el fin de promover el uso de energías menos contaminantes y más verdes.
Además de reducir la contaminación y producir con energías más verdes, China también está reforestando sus bosques tan dañados, como el de Saihanba, un bosque artificial capaz de purificar 137 millones de metros cúbicos al año de agua y que puede absorber 860.000 toneladas de dióxido de carbono de la atmósfera y emitir otras 600.000 al año. Un área de más de 20.000 hectáreas que ha llevado más de 3 generaciones poder reforestar y que en 2017 recibió el premio de las Naciones Unidas al ser el bosque artificial más grande del mundo.
El compromiso de China con la neutralidad de carbono no está exento de grandes desafíos. China es un país que todavía depende mucho de las energías fósiles; su industria y sus transportes son totalmente dependientes de estas energías, como el carbón o el petróleo, necesarios para satisfacer las necesidades energéticas de una población de más de 1.300 millones de habitantes. El cambio de su industria y transporte a energías más verdes y limpias requerirá por parte del gigante asiático inversiones masivas en nuevas infraestructuras, vehículos públicos eléctricos, nuevas tecnologías, inversiones en I+D+I y, como no, un nuevo sistema educativo para dar formación a su inmensa población en estas nuevas áreas y, sobre todo, el acceso a regiones menos desarrolladas o más aisladas o con niveles educativos más pobres. Si el acceso a estas energías es limitado, podrían promoverse migraciones masivas de estas áreas más pobres a las áreas más desarrolladas.
La coordinación a nivel internacional en temas como la transferencia de tecnología requerirá una diplomacia a la altura y la colaboración a escala mundial.
El compromiso de China con la neutralidad de carbono para el año 2060 representa un paso decidido hacia un futuro sostenible y la lucha contra el cambio climático. Si se logra, tendrá un impacto significativo en la mitigación de las emisiones de carbono a nivel mundial y sentará las bases para una economía más verde y resiliente. Sin embargo, enfrenta desafíos complejos y requerirá una colaboración activa entre el gobierno, la industria y la sociedad para superarlos. La implementación exitosa de este compromiso no solo beneficiará a China, sino que también contribuirá a proteger el planeta para las generaciones futuras.
Como una potencia global, las acciones de China para combatir el cambio climático influirán significativamente en la trayectoria del mundo hacia la sostenibilidad. La comunidad internacional debe apoyar los esfuerzos de China mientras continúa cooperando a escala global para abordar el desafío compartido del cambio climático. A través de acciones colectivas y compromiso global, se podrá avanzar hacia un futuro más verde y próspero para las generaciones futuras.
Ángel Enríquez de Salamanca es Profesor de economía y relaciones internacionales, y columnista en 4asia.es
www.linkedin.com/in/angelenriquezdesalamancaortiz
@angelenriquezs