El que va a ejercer como secretario de Estado con el presidente Biden, Anthony Blinken, ha marcado ya el terreno al afirmar formalmente que el presidente Trump acertó en el diagnóstico sobre la amenaza que supone China y subrayó que el desafío que supone la potencia asiática debe ser enfrentado “desde la fortaleza y no desde la debilidad”.
En este escenario entra el hecho de que China está aprovechando mejor la pandemia en el terreno económico y reduciendo las distancias entre su economía y la de EEUU. Un informe publicado por el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) sostiene que el impacto de la pandemia ha intensificado la rivalidad entre ambos países y sugiere que China conseguirá acercarse al primer puesto como la principal economía del planeta en los próximos cinco años. Ya varios expertos habían concluido que la economía de China superaría a la de EEUU en 2030 y ahora se afirma que puede haberse acortado los plazos hasta 2028, tomando como referencia las proyecciones del Fondo Monetario Internacional.
Este continuismo de fondo, aunque probablemente vaya a cambiar en las formas, en la política hacia China va a repercutir en la Unión Europea, que tendrá que seguir avanzando por el camino de marcar distancias con China apenas apuntado, aunque los intereses de los negocios con el mercado chino pesarán en Bruselas más que lo que pesan en Washington.
Pero como ha señalado en varios ocasiones el experto Fareed Zakaria, en política exterior los planteamientos de la Unión Europea son ideas, dada la ausencia de instrumentos eficaces para ponerlas en marcha, ya sea imponiéndolas o negociándolas con presión.